Jue 26.01.2012

EL MUNDO  › ENTREVISTA AL ECONOMISTA BRASILEñO LUIZ GONZAGA BELLUZZO EN EL FORO SOCIAL DE PORTO ALEGRE

“Hoy la Argentina se puede quedar tranquila”

Es uno de los principales economistas de Brasil. Viajó de San Pablo a Porto Alegre para participar del Forum Social Temático “Crisis capitalista, justicia social y ambiental”. Dialogó sobre Brasil, EE.UU. y el futuro.

› Por Martín Granovsky

Desde Porto Alegre

Si el economista brasileño Luiz Gonzaga Belluzzo fuese el único gurú elegido para hablar del futuro, éste sería el resultado: “La Argentina puede quedarse tranquila”.

–Conviene mirar el conjunto con cierta perspectiva mundial e histórica –dijo Belluzzo, que fue funcionario del gobierno de José Sarney, negociador de la integración con la Argentina a comienzos de ambas democracias, profesor de Economía de la Universidad de Campina,s y hasta presidente del Palmeiras.

–¿Dónde tiene que mirar más Sudamérica: hacia Europa o a los Estados Unidos?

–La verdad es que en este momento podría afectarnos la caída de la demanda norteamericana de China y la caída de la demanda china, que podría reducir el crecimiento chino del 11 a 9 por ciento. Pero hay una economía chino-americana, no simplemente una relación. Por eso la recuperación de la economía norteamericana es importante para nosotros. Hay que analizar la relación entre los Estados Unidos y China y la relación de China y Sudamérica. Sabemos que hubo una crisis de las hipotecas basura, ¿no es cierto? Bien, eso indica, entre otras cosas, que el consumidor norteamericano, sobre todo de clase media, tuvo tasas de interés bajas que estimularon su capacidad de compra. Durante años en los Estados Unidos el consumo creció al 6 o 7 por ciento, lo cual aumentó sostenidamente la demanda china, que entonces pasó a demandar cada vez más bienes del exterior y funcionó como una gran correa de transmisión. Demandó productos de nuestro agronegocio y de nuestras commodities, cosa que ayudó mucho al crecimiento brasileño especialmente a partir de 2004.

–¿Por qué en el 2004?

–Brasil, igual que la Argentina, empezó en ese momento a consolidar su crecimiento después de que cada país salió de su respectiva crisis. Esta articulación entre las economías centrales, China y los proveedores de China cambió el marco de nuestro desarrollo. El fenómeno chino es impresionante. Hoy el valor de la producción manufacturera en China es mayor que el de los Estados Unidos. La economía china es una gran exportadora mundial pero también una gran importadora. Las ventas brasileñas permitieron generar saldos comerciales y acumular reservas. Después vino la entrada de capitales a Brasil, lo cual llevó la tasa de cambio hacia abajo y provocó un desequilibrio enorme en la industria brasileña. En un proceso que comenzó en el 2007 hoy tenemos déficit externo en todos los sectores. La industria tiene un déficit de 34 mil millones de dólares. El agronegocio es el que produce el superávit brasileño.

–Pero en Brasil también creció el mercado interno.

–Claro. Y mucho. En la Copa del Mundo de 2006 una pantalla LCD costaba 12 mil reales. Hoy, solo cuesta 1500. La caída de precios fue impresionante, también por el efecto de la demanda china de nuestros productos y nuestro aumento del consumo. Y también la demanda china compensó la inflación mundial.

–Usted habló de 2004. Era el segundo año de gobierno de Lula. ¿Cómo se articuló la situación mundial que describe con la política del gobierno?

–Brasil hizo una política social importante, con aumento del salario mínimo, con el Plan Bolsa Familia y con un importante crecimiento del consumo de servicios. Entonces, la masa de demanda de demanda nominal logró compensar las pérdidas de la industria. La economía creció más y la industria brasileña capturó parte de ese crecimiento, pero al mismo tiempo también crecieron las importaciones industriales.

–Pero el empleo creció en Brasil.

–Por supuesto. Y creció incluso el empleo industrial. El tema es si la velocidad de crecimiento de la demanda vía consumo baja y la industria repite su mal desempeño de 2010. Hay un problema de un cambio muy valorizado y otro problema que consiste en ver cómo se cambia el componente de la demanda. El gobierno actual está orientándose hacia el crecimiento de la inversión pública.

–¿Usted coincide?

–Sí. Se vienen en Brasil la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos. Harán falta obras. Será preciso mejorar la infraestructura. Y es necesario acelerar el proceso. En la demanda, la inversión pública crecerá respecto del consumo. Es lo que está en la cabeza de Dilma, de la Presidenta. Y por otro lado, a mí me gustaría que el gobierno tomara medidas más incisivas para impedir la valorización de la tasa de cambio. También para eso las inversiones públicas son una ventaja. Es bueno que Brasil tenga un plan para invertir 289 mil millones de dólares hasta 2015 sólo por las necesidades del Presal, de los nuevos yacimientos marinos de petróleo. El objetivo es crear un sector industrial comprometido con el Presal, algo parecido a lo que hizo Noruega. Por suerte ese objetivo figuraba en los análisis de Lula y también está en los de Dilma. La demanda, entonces, estimularía el desarrollo de industrias como la metalmecánica y la informática, con un gran efecto multiplicador. Brasil tiene condiciones de ir navegando en medio de la crisis internacional. No crecerá al 7 por ciento el año que viene pero sí al 5 o 5,5.

–Leí que este año la previsión es del 4.

–Sí, y será mayor ya en el 2013.

–Si Brasil crece y China sigue demandando productos, la Argentina puede quedarse tranquila.

–(Sonríe). Sí, la Argentina puede quedarse tranquila. Y tenemos que seguir intensificando nuestras relaciones. Para eso hay que resolver los conflictos comerciales, porque es importante mantener Mercosur. Incluso necesitamos un acuerdo más amplio, no sólo una zona de libre comercio con problemas. Coincido con la idea de formar un Banco del Sur. El Banco Nacional de Desarrollo brasileño puede ayudar a inversiones binacionales que den mayor escala a las empresas. Como usted sabe, participé en el gobierno de Sarney, y una de mis funciones fue trabajar en la administración de los protocolos de complementación de sectores productivos entre la Argentina y Brasil. Teníamos un acuerdo de inversiones y ya hablábamos de la creación de un Banco del Sur, e incluso de unificar padrones de política social y aumentar la colaboración entre las universidades, y no se hizo.

–Profesor, ¿por qué no hay pronósticos sobre la crisis internacional ni siquiera entre los facilistas que en otros tiempos tenían pronóstico y receta?

–Las historias nunca son iguales, pero no podemos olvidar que durante la crisis de los años ’30 llevó prácticamente cuatro años de dilaciones, desde 1929 hasta 1933, adoptar medidas. Lo hizo Franklin Delano Roosevelt. Alemania durante la república de Weimar con la elección de Heinrich Brunning hizo una política ortodoxa. ¿Será una marca que en las crisis Alemania reacciona así? Sería terrible, ¿no? La izquierda también reaccionó mal. En 1930 se distanció de la realidad diciendo que se trataba de la crisis final del capitalismo y que había que dejar las cosas libradas a su propio destino. Y la izquierda perdió. En 1933 ascendió Adolf Hitler. Lo que me preocupa hoy es que los partidos socialdemócratas dicen que no saben qué hacer o aplican la ortodoxia. Y es la derecha la que hace una defensa proteccionista, como Marie Le Pen en Francia. En el Reino Unido se vive la peor recesión desde los años ’30. Están destruyendo sistemas sociales completos. Si pudieran, hasta destruirían el Servicio Nacional de Salud.

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