Tras varias semanas de protestas contra el ajuste anunciado por el gobierno de derecha de Rumania, el primer ministro Emil Boc presentó ayer su renuncia y, en su reemplazo, asumió Mihai Razvan Ungureanu, ex canciller y hasta ahora director del Servicio de Información Externa. Boc, cuya renuncia era impulsada incluso desde su propia formación, el Partido Demócrata Liberal (PDL), dijo que renunció “para distender la situación política y social del país”, en la que se halla inmerso desde mediados de enero.

Miles de rumanos se manifestaron a lo largo del último mes en contra de Boc y de su aliado, el presidente del país balcánico, Traian Basescu. El gobierno rumano aprobó una serie de ajustes, muy similares a los implementados en otros países de Europa, que incluyen la eliminación de miles de puestos de trabajo. Además, ya anunció la reducción de una cuarta parte de los salarios de los empleados públicos y el aumento del IVA, para adaptarse al rescate de 20.000 millones de euros concedido por el FMI y estimular así la economía en medio de la fuerte recesión.

En noviembre se celebrarán elecciones anticipadas en ese país y los analistas previeron que, hasta entonces, el poder podría asumirlo un tecnócrata, al igual que ocurrió en Grecia e Italia. Anoche, el presidente Basescu anunció el nombramiento del nuevo premier, Mihai Razvan Ungureanu, y explicó que “desde diciembre, he discutido con Boc sobre su sustitución. La decisión fue suspendida por motivos de interés nacional: en la segunda mitad de ese mes era difícil una mayoría parlamentaria y, después, hemos tenido la evaluación del Fondo Monetario Internacional (FMI)”. “No se trata de una maniobra, sino de una necesidad de dar de nuevo credibilidad al gobierno”, prosiguió el jefe del Estado, en alusión a las acusaciones de jugada política para salir ileso de la crisis.

El flamante premier, de 43 años, no puso paños fríos con su primera declaración: “Continuaré con las reformas y, sin duda alguna, mi objetivo pasará por la estabilidad política y económica”.