Jue 17.04.2003

EL MUNDO

Bagdad, entre la violencia, estrena gobierno de facto

Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad

A falta aún de un gobierno provisional, los líderes de la oposición iraquí aceleran sus esfuerzos en busca de apoyos y reconocimiento. El número dos del Congreso Nacional Iraquí, Mohamed Mohsen al Zobaidy, el único dirigente que hasta ahora ha llegado a Bagdad, se reunió ayer con el teniente coronel Alan King para empezar a organizar los servicios básicos de la ciudad. “Recuerden que no han sido elegidos y que no tendrán respaldo legal hasta que se celebren elecciones”, hizo notar el militar estadounidense a la docena de responsables que acompañaban a Al Zobaidy. “La reunión busca devolver la normalidad a la vida de nuestra ciudad”, declaró Al Zobaidy a los periodistas.
“Estamos contentos de oír que no van a imponernos nada y que se van a celebrar elecciones con el regreso de los partidos políticos”, añadió Al Zobaidy, el hombre de Ahmed Chalabi en Bagdad. Sin embargo, es consciente de que el tiempo juega a su favor y todo el trabajo que haga estos días va a beneficiarlo en cualquier futura batalla política. Al Zobaidy se declaró ayer jefe de la administración provisional de Bagdad y actúa como alcalde en funciones. El primer objetivo, según coincidieron ambas partes, es poner fuerzas policiales en las calles tan pronto como sea posible. “Esperamos que en un par de semanas podamos tener desplegado un número de agentes significativo”, confió King. Y todo será tarde, porque los saqueos continuaban ayer en numerosos barrios de la capital iraquí. Mientras las zonas de la ciudad por las que patrullan los soldados americanos mantienen una engañosa apariencia de normalidad, en el elegante barrio de Mansur los bandidos roban comida de los colegios.
“Saddam nos puso la comida y los cañones en las escuelas”, explicó Alwan Muhsin Biden, un profesor de árabe, para justificar los enormes sacos de arroz, azúcar y té, entre otros, que varios ladrones se estaban llevando de un centro educativo. Biden no simpatizaba con el presidente depuesto -”mató a dos de mis hermanos”–, pero también espera que los norteamericanos se vayan “cuanto antes”.
“¡Fuera Estados Unidos!”, coreaban los habitantes de Ciudad Sadr. “¡Fuera Estados Unidos!”, corearon también unas decenas de manifestantes que cada día se acercan al hotel Palestine para expresar su malestar con las tropas extranjeras. Otros aprovechan su recién estrenada libertad para pedir que se libere a los presos políticos o decir “no, a la policía de Saddam”. Pero, ¿a quién, si no pueden recurrir los ocupantes para tratar de imponer el orden en una ciudad patas arriba?
El propio desarrollo de la cita política de ayer decía mucho de la improvisación con la que EE.UU. está afrontando el día después de la caída de Saddam. A falta de mejores instalaciones, iraquíes y norteamericanos se reunieron en la vieja cafetería del hotel Palestine, cerrada desde hace años. Presidían la mesa el teniente coronel King y Al Zobaidy. Ocho generales de la policía iraquí escuchaban con atención las instrucciones del estadounidense. El asistente del general Sabah al Duleimi, número dos del nuevo jefe de la policía de Bagdad, tomaba notas.
“Si ustedes son capaces de ponerse de acuerdo de forma amistosa, podremos extender la fórmula a otras ciudades fuera de Bagdad”, les animaba King a través de un traductor. El asistente de Al Zobaidy, Yamal al Sorachy, se dirigía al oficial estadounidense en inglés, sin que nadie se molestara en traducir sus palabras a los generales iraquíes, que guardaron silencio. Los nuevos responsables dedicaron el día a mantener reuniones organizativas. La oficina de Asuntos Civiles del ejército norteamericano ha prometido técnicos para ayudar a restablecer el sistema eléctrico. Tampoco hay agua corriente en algunos de los barrios más populosos. Al Zobaid, el hombre de Ahmed Chalabi en Bagdad, no es el únicoque busca reconocimiento. Sabedor del aislamiento en que Saddam ha mantenido a los iraquíes durante dos largas décadas, el líder del Partido Democrático del Kurdistán, Masud Barzani, ha distribuido carteles con su imagen por diversos barrios de la capital. En ellos defiende la democracia y la elección de un Parlamento. “No se lo cree ni él”, afirma Ahmed, que se ha ofrecido a traducir el texto. Unas horas más tarde, los carteles han sido arrancados.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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