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› AFGANISTAN ENTRE LA CELEBRACION Y LOS ENFRENTAMIENTOS
Perdieron, pero igual están contentos
Kabul, donde la violencia dista de haber cesado, tuvo ayer un momento de fiesta con un partido de fútbol que los afganos perdieron contra soldados ingleses. Pero la alegría igual siguió.
Por Luke Harding
Desde Kabul
Hay un momento en que toda nación realmente revive. Para los afganos ese momento finalmente llegó ayer a las 14.45 cuando el goleador Said Taher pateó la pelota para atrás, hacia lo que en efecto era el arco inglés. Fue un gol de una belleza luminosa, que paraba la respiración, en las palabras del ex entrenador del equipo de la liga de fútbol inglesa, Southampton, Lawrie McMenemy, que estaba mirando con un sombrero de lana afgano, una “tijera de cuento de hadas”. Después de 23 años de guerra y confusión general, Afganistán finalmente tuvo algo por lo que aplaudir. La multitud de 35.000 personas se enloqueció y saltó brevemente al campo. No era que el fútbol llegara a casa exactamente, sino que los oscuros años del gobierno talibán habían sido despachados triunfalmente por la asombrosa obra de arte del afeitado Taher.
El partido de ayer entre Kabul Unido y un equipo básicamente formado por soldados ingleses de la fuerza internacional de asistencia y seguridad de 4000 hombres (ISAF), tuvo lugar en el estadio nacional de Kabul. La lúgubre elección del lugar no escapó a nadie. Este era el lugar que los talibanes usaban para ejecutar a la gente o amputar sus manos. Soldados con turbantes y armados con Kalashnikovs llegaban con su prisionero en un camión antes de conducirlo al arco. Abrían fuego cuando estaban a unos pocos metros. Los soldados británicos que preparaban el campo descubrieron restos de un talón y varios otros fragmentos de hueso. “Sabemos que aquí sucedieron cosas horribles. Fue lo que me decidió a venir –dijo McMenemy–. Mis pensamientos iniciales eran de ansiedad y duda. Pero ahora estoy inmensamente feliz de estar aquí”.
Alguien del gobierno surgió primero con la idea de un partido, pero pronto adquirió un impulso surrealista propio. McMenemy, junto con el ex jugador de fútbol inglés Gary Mabbutt, volaron a Afganistan en un Hércules de la Fuerza Aérea a comienzos de esta semana para entrenar a los ISAF. El trofeo inglés Premiership también llegó, junto a cuatro referís ingleses. Y también lo hizo el fanático más famoso del equipo de fútbol Blackburn Rovers, el canciller británico Jack Straw. Straw voló a Kabul ayer para tener conversaciones con el nuevo líder de Afganistán, Hamid Karzai, pero no pudo asistir al partido como planeado por motivos de seguridad. A la luz del asesinato del ministro de Aviación y Turismo de Afganistán, Abdul Rahman, en el aeropuerto de Kabul horas antes, probablemente ésta fuera una sabia decisión.
Las noticias del partido de fútbol arrebataron a la ciudad hambrienta de entretenimiento. Era inevitable que miles de jóvenes afganos sin entradas quisieran entrar de todas manera. Mucho antes de la patada inicial, comenzaron a treparse sobre las ruinosas paredes del estadio. Cuando los soldados alemanes los rechazaron, comenzaron a lanzar ladrillos. Los soldados de la Alianza del Norte entonces comenzaron a disparar al aire.
Los disturbios nunca fueron muy graves; nadie produjo una Kalashnikov y para cuando el partido finalmente comenzó a las 14.30 todos estaban ubicados. Incluso comenzó a llover, una especie de milagro dado el hecho de que Afganistán ha sufrido cuatro años de sequía.
El equipo afgano estaba formado por los mejores jugadores de cuatro sitios locales y comenzaron bien con el espectacular gol inicial de Taher. Pero los jugadores de ISAF son varios centímetros más altos que sus opositores afganos y claramente mejor alimentados. Empataron durante el primer tiempo, luego lograron robar dos goles tardíos, finalmente abrumando a Kabul United por 3 a 1. Los dos equipos se intercambiaron las camisetas y posaron para fotos. Afganistán ha surgido del olvido y una vez más es parte del mundo. “Fue un gran éxito. El momento culminante fue su gol que casi arranca la red”, dijo después McMenemy. “La multitud aclamaba. Fue un gol bárbaro y el pibe puede vivir de eso para siempre”.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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