Sáb 16.02.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › UN MINISTRO AFGANO FUE MUERTO POR UNA CONSPIRACION EN KABUL

No lo lincharon sino que lo asesinaron

Por L.H.
Desde Kabul

La muerte brutal del nuevo ministro de Aviación afgano aparentemente linchado por una multitud de enfurecidos peregrinos en el aeropuerto de Kabul dio un giro macabro ayer después que se revelara que puede haber sido parte de una complicada conspiración para matarlo. Testigos del horrendo asesinato de Abdul Rahman dijeron que fue arrancado de un avión por una multitud furiosa de ser forzada a esperar por horas en temperaturas bajo cero por vuelos hacia Mecca por el Hajj anual. Se cree que Rahman había alquilado el único avión que quedaba en la flota de la aerolínea para un vuelo a Nueva Delhi, su hogar previo. Pero anoche el líder afgano Hamid Karzai dijo que el asesinato resultó de una conspiración y que varios altos funcionarios del gobierno que actualmente están en Arabia Saudita serían arrestados.
“Fue asesinado por gente que lo planeó –dijo Karzai a los periodistas en una conferencia de prensa convocada de improviso–. Estamos pidiendo a los sauditas que los arreste y los traiga de vuelta... Nosotros los procesaremos. Los pondremos tras las rejas”. Karzai dijo que los asesinos eran parte de una fracción con la que Rahman había roto. “Todo esto... se remonta a los días de la resistencia”, dijo Karzai, sin dar detalles. Raheen Makhdoom, el ministro de Información, dijo que “este trágico incidente fue el resultado de una vendetta personal y de las hostilidades personales de un grupo. No tiene raíces políticas”. Los hombres buscados incluyen al general Abdullah Jan Tawhidi, a cargo del departamento de servicios de inteligencia del gobierno, y el general Kalandar Beg, un viceministro de Defensa. Las tropas de mantenimiento de la paz bajo comando británico desplegadas en el aeropuerto de Kabul han sido criticadas por no haber podido evitar la toma del avión. La teoría del asesinato reforzará las dudas sobre la capacidad del nuevo gobierno interino para establecer una auténtica seguridad en el Afganistán posttalibán.
El canciller británico Jack Straw, quien llegó a Kabul ayer por la mañana en una visita de dos días, dijo que no había nada que las tropas estacionadas en el aeropuerto pudieran haber hecho, y recordó que un contingente de ocho soldados había rescatado previamente a otro funcionario, Ruhallah Aman, de las manos del mismo grupo de atacantes. Un empleado del aeropuerto dijo que las tensiones habían estado creciendo todo el día: mucha gente había pagado 1500 dólares para ir a Yugoslavia –una fortuna para los afganos– solo para descubrir que no había avión que los llevara.

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