EL MUNDO › EL ENCUENTRO ENTRE LOS LíDERES DE LA ALIANZA MILITAR MáS PODEROSA DEL MUNDO SE CENTRó EN LA MISIóN EN AFGANISTáN
“La cumbre de la OTAN va a estar dedicada a ratificar y reflejar el amplio consenso con muchos de nuestros socios sobre cómo seguir apoyando durante los próximos años la transición en Afganistán”, dijo Obama al inicio de la jornada.
Con la presencia de más de cincuenta jefes de Estado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) inició su cumbre en Chicago. El encuentro de dos días culminará hoy con los mandatarios intentando consensuar una estrategia clara y común para retirar las tropas de Afganistán, tras más de una década de guerra y ocupación. Mientas Estados Unidos se esfuerza para que el fin de las operaciones militares en el país asiático no parezca una estampida, y el presidente Barack Obama busca alcanzar ese acuerdo en la ciudad que lo lanzó políticamente de modo de reforzar su estatura de líder mundial en plena campaña electoral, Francia pretende acelerar el proceso. “La cumbre de la OTAN va a estar dedicada a ratificar y reflejar el amplio consenso con muchos de nuestros socios sobre cómo seguir apoyando durante los próximos años la transición en Afganistán”, dijo Obama tras reunirse con su homólogo afgano, Hamid Karzai. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, aseguró ayer en el marco de la cumbre que no habrá salida apresurada de las tropas internacionales de Afganistán y prometió que el encuentro demostrará el poderoso compromiso internacional con ese país.
La cumbre prevé la creación de una nueva fuerza internacional para Afganistán que comenzaría a trabajar en 2015, una vez que concluya el proceso de transición en el que las fuerzas de ese país asumirán la responsabilidad de la seguridad a fines de 2014. Se espera que la nueva misión no ejerza tareas de combate, sino que forme y asesore a las fuerzas afganas. Una alianza estratégica firmada recientemente por Obama y Karzai en Kabul, que entraría en vigor en un plazo de dos años y duraría una década, abre la puerta a la presencia de tropas norteamericanas en Afganistán para realizar tareas antiterroristas, para lo que contarán previsiblemente con el apoyo de socios como el Reino Unido y Australia.
Líderes de los veintiocho países de la Alianza Atlántica, más sus aliados en la guerra que arrancó en 2001, abrieron la reunión con un homenaje a los caídos en combate. Parados alrededor de una mesa circular, los presidentes guardaron un minuto de silencio mientras un militar daba el toque de corneta en recuerdo de los fallecidos durante el conflicto armado. Sin duda, el foco de las discusiones durante las reuniones está puesto en la situación afgana, a la luz de la promesa realizada por Hollande durante su campaña. De hecho, el flamante presidente francés reiteró el viernes desde Washington, ante Obama, que sus tropas se retirarán a fin de año, lo que supone un adelantamiento de dos años respecto de los plazos acordados por la Alianza.
Antes de que comenzara la cumbre, Rasmussen se reunió con Hollande y señaló que no habrá una carrera entre los países de la OTAN para sacar a sus tropas de suelo afgano. El funcionario danés se manifestó comprensivo con Hollande y señaló que la regla número uno de un político es cumplir sus promesas, aunque subrayó categóricamente que el calendario de la OTAN “seguirá sin cambios”. En línea con lo declarado por Rasmussen, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo ante la prensa que la Alianza Atlántica debe salir en bloque de Afganistán y no en forma individual. “Fuimos juntos a Afganistán y queremos salir juntos”, afirmó Merkel en Chicago, justo antes de la inauguración oficial de la cumbre. “Tenemos una responsabilidad”, subrayó Merkel.
Las declaraciones de Rasmussen y Merkel oxigenan la postura de Obama, que buscará refrendar su estrategia para Kabul, plan que incluye la retirada para este año de 23 mil soldados (hay 90 mil desplegados en la región), en consonancia con el calendario fijado por la OTAN. El conflicto en Afganistán representa un tema sensible, en un año electoral, en el marco del creciente descontento de la sociedad norteamericana por la presencia de sus soldados en el país del Golfo: según un sondeo de la cadena CBS y The New York Times, el rechazo a las respuesta bélica en Afganistán se incrementó desde el 53 por ciento que se registraba a finales de marzo, al actual 69 por ciento para principios de mayo.
Sobre el espinoso punto del financiamiento de las tropas, Obama se mostró dispuesto a asumir la mitad de los costos –calculados en 4 mil millones de dólares– pero a cambio pidió a la comunidad internacional que se haga cargo del resto. El ritmo de la cumbre estuvo marcado por miles de personas que se manifestaron en la ciudad norteamericana, blindada por la atenta vigilancia de 3000 agentes especiales, con calles cortadas, piquetes policiales en las esquinas y restricciones en el tren subterráneo. En las primeras horas de ayer, la policía informó sobre algunos heridos y arrestos, pero señaló que la situación fue totalmente controlada, según la cadena CNN. Otras miles de personas protestaron el sábado en Chicago bajo el lema “la OTAN supone la Tercera Guerra Mundial”.
A todo esto, el primer ministro italiano, Mario Monti, había anunciado su disposición a participar únicamente del inicio de la cumbre. En las últimas horas de ayer abandonó Estados Unidos para regresar a su país, donde debe atender la situación de emergencia provocada por el terremoto registrado en el norte de su país, que arrojó un saldo de al menos seis muertos y cincuenta heridos, según informaron ayer los medios italianos. “En vista del trágico acto en Brindisi y del terremoto en Emilia Romagna, he decidido participar sólo en la apertura de la Cumbre de la OTAN y regresar a Italia”, dijo Monti en un comunicado reproducido por la prensa italiana.
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