En su primer viaje internacional después de su polémica visita a Botswana, el rey Juan Carlos de España se reunió ayer con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Con la intención de actualizar la alianza estratégica, el monarca profundizó sobre la situación económica en el país ibérico y sobre las restricciones inmigratorias.

Mientras que en Madrid se realizaba una reunión entre ambas cancillerías para resolver la rigidez de los requisitos a brasileños para ingresar en España –hecho que motivó que Brasilia decidiera implementar, por el principio de reciprocidad, la misma dureza de exigencias para españoles que llegan al país sudamericano–, el monarca resaltó que los ciudadanos de Brasil son bienvenidos. “Sabemos que se han planteado algunas cuestiones en los últimos años, pero las autoridades españolas están elaborando medidas efectivas para agilizar el trámite de entrada para brasileños”, agregó el rey, que desembarcó el domingo en Brasilia, donde inició una gira que lo llevará a Chile y a la cumbre inaugural de la Alianza del Pacífico.

Juan Carlos destacó la enorme importancia de Brasil y el interés de su país por estrechar la asociación estratégica bilateral que totalizó 7970 millones de dólares en el 2011, 20 por ciento mayor que en el 2010, y que posiciona a Madrid como el segundo mayor inversor extranjero en Brasilia. Sobre la grave crisis financiera que azota a la Zona del Euro, el monarca aseguró que España tiene determinación en superarla sobre la base de la solidez de sus instituciones y argumentó que el gobierno de su país “está comprometido con reformas de gran porte, que no tardarán en revelar resultados”. Por su parte, Rousseff anticipó que Brasil está preparado para tener una política procíclica de inversiones ante el avance de procesos recesivos en la economía internacional.