EL MUNDO › FRANCIA, BELGICA Y LUXEMBURGO ACORDARON GARANTIAS ESTATALES MULTIMILLONARIAS PARA SALVAR A LA BANCA DEXIA
La Comisión Europea impulsa una unión bancaria que centralice la supervisión, intervención y garantías del sistema, evitando que sea el Estado –el contribuyente– el que termine rescatando al casino financiero internacional.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
El sistema bancario europeo está crujiendo bajo el peso de la crisis de la Eurozona. La mirada está centrada en los bancos españoles y el caso particular de Bankia, que tiene el 10 por ciento de los depósitos y precisa un rescate de más de 20 mil millones de euros, pero la realidad es que esta semana la agencia Moody’s les bajó la calificación a seis grandes bancos alemanes y Francia, Bélgica y Luxemburgo acordaron garantías estatales de entre 10 mil y 55 mil millones de euros para salvar a la banca Dexia del naufragio. En medio de este panorama, la Comisión Europea impulsa una unión bancaria que centralice la supervisión, intervención y garantías del sistema, evitando que sea el estado –el contribuyente– el que termine rescatando ese “mate lleno de ilusiones” que es el casino financiero internacional. El problema es: ¿hay tiempo?
La Unión Europea lleva meses y hasta años emparchando la situación a último momento. La caída del Lehman Brothers, en septiembre de 2008, se resolvió con masivas inyecciones de capital para apuntalar el sistema bancario y programas de estímulo para evitar una depresión al estilo del crack de 1929. La segunda fase de la crisis ha sido la debacle de la deuda soberana que comenzó con Grecia a principios de 2010 y que se ha llevado puestos a otros dos países –Irlanda y Portugal– que evitaron el default al altísimo costo de un rescate de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea).
La deuda soberana es hija del estallido de 2008 y el triple agujero que produjo en las cuentas estatales por el rescate a los bancos, los programas de estímulo económico y la caída de la recaudación por recesión. España, que no tenía déficit fiscal, pasó a tenerlo. Un impacto similar se puede rastrear en el resto de los países de la UE. Pero el agujero de fondo siguen siendo los bancos. En noviembre de 2011 el Banco Central Europeo (BCE) comprometió un billón de euros en préstamos a tres años y bajísimas tasas de interés para salvaguardar a los bancos privados. La suma es casi tres veces el PIB de un país como Argentina, pero no basta. Esta semana unos 96 bancos pidieron 119 mil millones de euros al BCE, un claro salto respecto de los 51 mil millones solicitados por 87 bancos la semana pasada. Y no es el único salvavidas a mano. Tres de los más importantes bancos de Portugal van a recibir a la brevedad 6,6 mil millones de euros de los 78 mil millones que el país acordó con la Troika. Con la economía de la Eurozona a un paso de su segunda recesión –sólo evitada hasta ahora por Alemania– las perspectivas de una reactivación que apuntale al sector bancario son mínimas para este año. Los datos dados a conocer este martes sobre las cuatro principales economías del euro muestran que la malaria está alcanzando a la misma Alemania que ha mostrado en abril su peor caída de actividad en más de dos años. En su baja de la calificación de siete bancos germanos, la agencia Moody’s, señalaba que tienen una exposición combinada tres veces mayor que sus encajes. Según Moody’s, los bancos alemanes quedaron fuertemente expuestos a la inversión inmobiliaria y naviera acumulada durante la burbuja y tienen una gran vulnerabilidad respecto de los países del sur europeo.
El fantasma de una reestructuración de la deuda bancaria de uno o varios países europeos no está demasiado lejos. La elección en Grecia este 17 de junio, la cumbre del G-20 en México el 18 y 19, la cumbre anual europea a fin de mes y las tormentas callejeras que puedan suceder en el medio son el trasfondo político-diplomático-social de la tormenta. Según el Financial Times este jueves, la UE estudia un rescate de España con condicionalidad extremadamente liviana, algo que sería un gran alivio para el gobierno conservador de Mariano Rajoy, pero caerá como una bomba en los tres países rescatados con draconianos planes de austeridad: Grecia, Portugal e Irlanda. Errikos Finalis, miembro del Secretariado Ejecutivo de Syriza, la coalición de izquierda griega que rechaza el ajuste y tiene grandes posibilidades de triunfar en las elecciones, indicó a Página/12 que su país no ha hecho más que rescatar a los bancos. “El dinero que nos presta la Troika se queda literalmente dos días en Grecia. No sirve ni para pagar salarios públicos ni jubilaciones. Paga a los bancos, al FMI y a los intereses de la deuda contraída”, señaló Finalis.
La gran pregunta es qué pasa si se rompe esa cadena. Por el momento, la solución ha sido sostener el edificio con alfileres. Los parches siempre han llegado a último momento y para evitar un súbito naufragio. Mientras la crisis se llamaba Grecia, Portugal o Irlanda esa política podía servir para salir del paso. España es el límite. El ministro de Finanzas de España, Luis de Guindos, señaló el mes pasado que la batalla final del euro será en su país. Nadie sabe el resultado del combate, pero según el editorial de este jueves del Financial Times, “no cabe duda de que el último round está cada vez más cerca”.
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