EL MUNDO › OPINIóN
› Por Alejandro Bodart *
El 17 de junio nuevamente se vota en Grecia. Es que en la elección del 6 de mayo pasado, en las cuales se hundió el viejo Partido Socialista por aplicar un brutal plan de ajuste y austeridad, ninguna fuerza logró mayoría ni formar gobierno. Los ojos de Europa y de buena parte del mundo hoy miran hacia ese hermoso y sufrido país, devenido espejo político de la crisis económica internacional.
En el plano económico-social, tres datos duros ilustran la gravedad de la situación en Grecia: el desempleo ya supera el 22 por ciento, el PIB ha caído un 7 por ciento en el último año y la deuda externa trepa a los 530.000 millones de dólares. Semejante endeudamiento triplica el argentino, pero en un país cuatro veces menos poblado y cuyo PIB no alcanza a la mitad del nuestro.
Por eso el dilema planteado va mucho más allá de si salir o no del euro: Grecia es el eslabón más débil de una cadena de alto riesgo que ata a Portugal, España, Irlanda e incluso Italia y que repercute sobre el conjunto del Viejo Continente. Allí las dos mayores potencias –Alemania y Francia– y los partidos tradicionales sólo buscan rescatar al capital financiero y las corporaciones a costa de los trabajadores y los pueblos.
Pero tanto o más trascendentes que los coletazos económicos de lo que ocurra en Grecia son sus consecuencias políticas. Porque ante el agravamiento de la crisis capitalista, la única receta de la troika FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea es someter a esa nación al pago incondicional, con enormes costos sociales. Eso ha generado desde hace dos años una colosal y sostenida resistencia del pueblo griego a esas políticas, con indignados, huelgas generales y movilizaciones masivas.
Y a diferencia de nuestro 2001, el elemento cualitativo es que al calor de esas luchas en Grecia ha surgido una alternativa política de izquierda: Syriza. Esa coalición de varias fuerzas de izquierda, con la que estamos vinculados y a la que apoyamos, salió segunda en mayo y ahora disputa cabeza a cabeza la posibilidad cierta de ganarle a la derecha liberal de Nueva Democracia y llegar al gobierno. Si esto se concreta, se abriría un cambio en la configuración del mapa político en toda Europa.
Encabezada por Alexis Tsipras (foto), Syriza propone un programa alternativo de salida frente a la crisis: moratoria y auditoría de la deuda externa, control público de la banca, democratización política y anulación de los recortes sociales y las reformas antilaborales. Ese programa antiajuste la hace hoy blanco de una dura ofensiva de todo el establishment, aterrado ante la perspectiva de que la elección del domingo 17 dé a luz un gobierno de izquierda independiente.
* Diputado de la Ciudad de Buenos Aires (MST en Movimiento Proyecto Sur).
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