Dom 04.05.2003

EL MUNDO  › OPINION

Señor Presidente, por favor ataque a EE.UU.

Por Mike Bryan

Sr. Presidente, por favor ataque los Montes Apalaches.
Usted ha prometido a los iraquíes una participación en la riqueza de su petróleo. Ese tipo de participación también podría ser útil aquí. Tenemos carbón y madera que también están siendo extraídos, y sin embargo muy poco de los beneficios quedan en nuestra área. Si los iraquíes van a compartir los beneficios de sus recursos naturales, nos gustaría compartir los beneficios de los nuestros.
Usted le prometió un seguro de salud a todos los iraquíes. Nos vendría bien que lo mismo sucediera aquí. Demasiados de nosotros no tenemos seguro de salud y tampoco acceso a adecuados servicios de salud. Usted también prometió reconstruir las escuelas en Irak. También nosotros tenemos escuelas que necesitan ser reconstruidas y que requieren más inversiones.
Sin duda usted podrá encontrar una justificación para atacarnos. Tenemos armas de destrucción masiva. Basta con que vaya a inspeccionar la ex planta de uranio enriquecido cerca de Piketon, Ohio. Encontrará todo tipo de desechos radiactivos sobre y en torno del lugar. Examine nuestras aguas. Examine nuestro suelo. Examine nuestro aire. Encontrará abundancia de agentes químicos y biológicos que podrían ser usados como armas. Literalmente vivimos entre ellos.
Después de todo, los Apalaches son el Tercer Mundo de Estados Unidos. Hay terroristas procreándose por todos lados. Donde hay pobreza, hay protestas. Donde hay poca educación, hay sospecha. Donde hay negligencia, hay bronca. En cuanto a los peligros potenciales, los Apalaches deberían estar entre los primeros de su lista. Aplaste lo malo antes que se vuelva totalmente malvado. Atáquenos preventivamente antes que sea demasiado tarde. Hágalo antes que hagamos algo con nuestros ingredientes de fertilizantes.
Como el área de los Apalaches es muy religiosa, un ataque podría ser fácilmente explicable como el cumplimiento de una profecía. Incluso muchos acá estarían de acuerdo con su necesidad de atacarnos. En realidad, probablemente le ayudaríamos a brindarle las tropas.
Sin una estrategia energética ni planes alternativos a largo plazo, una vez que el petróleo se termine, Estados Unidos dependerá cada vez más del carbón y la madera. Los Apalaches tienen mucho de ambos. Aún hoy, la rentabilidad de muchas empresas de Estados Unidos se vería amenazada si los Apalaches se negaran a suministrarle electricidad, carbón y otros recursos.
¿Puede Estados Unidos darse el lujo de esperar hasta que aparezca una crisis antes de atacar los Apalaches? La decisión es suya. Ni siquiera tiene que involucrar a las Naciones Unidas, ya que estamos dentro de las fronteras de Estados Unidos. Lo puede hacer sólo.
Será fácil convencer al resto del país de la necesidad de atacarnos. Los medios noticiosos nacionales seguramente se pondrán de su lado. Los prejuicios contra los campesinos montañeses ya devalúan nuestras vidas en comparación con las del resto del país, de manera que nuestra devastación y nuestro número de muertos debería tener que ser casi tan alto como en Irak antes que alguien de afuera de los Apalaches se queje demasiado fuerte. Además, la gente de aquí ha vivido como ciudadanos de segunda durante tanto tiempo que esperamos ser tratados como ciudadanos de segunda, y el resto de la nación espera tratarnos de esa manera. ¿De qué otra manera puede usted explicar las críticas relativamente pequeñas que actualmente generan por nuestras altísimas tasas de desempleo, la mala calidad de nuestra educación, el alto grado de polución, la mediocridad de nuestros servicios de salud, la gran pobreza y el lamentable liderazgo?
En realidad, atacarnos probablemente le ayude a fortificar su reelección.
Ustedes podrían sufrir algunos contraataques de la milicia local, pero probablemente serán desorganizados y menores. Después de todo, en los Apalaches falta un comando central, ya que están compuestos por partes de11 estados y sólo la totalidad de un estado. Así, Virginia Occidental podría ser el foco de su acción. Encuentre ahí a alguien malvado contra quien apuntar, tal como Jay Rockefeller.
Jay Rockefeller le pidió al FBI que investigara esos documentos fraguados que usted usó para justificar su guerra contra Irak. Qué embarazoso debe haber sido eso: Mohamed El Baradei, jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, habló en la ONU y públicamente lo humilló a usted al mostrar que su afirmación de que Irak estaba tratando de importar uranio desde Nigeria estaba basada en una información crudamente falseada. Alquien debería pagar por algo tan embarazoso y ¿quién mejor que un demócrata que es además un Rockefeller?
De manera que, Sr. Presidente, tiene todos los elementos que necesita: armas de destrucción masiva, un enemigo casi del Tercer Mundo, potenciales terroristas, alguien a quien llamar malvado, y un camino fácil hacia la victoria. Todo lo que tiene que hacer es atacar. Y por favor, hágalo pronto. Necesitamos las reparaciones, mejores escuelas, mejor infraestructura, seguro de salud universal, y una parte justa de la riqueza de nuestros propios recursos.
Usted también le prometió democracia a Irak. Eso también nos vendría bien aquí.
Por favor Sr. Presidente, que su próximo ataque sea en los Apalaches.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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