Sáb 08.09.2012

EL MUNDO  › RAJOY SE RESISTE A TOMAR LA DECISION PESE AL PEDIDO DE LA PATRONAL CEOE

Los empresarios españoles piden rescate

El presidente del BCE, Mario Draghi, accedió a las súplicas de los países de la Zona Euro que poseen grandes dificultades financieras, como España e Italia, de comprar bonos, pero subrayó que esta ayuda irá acompañada de “condiciones estrictas”.

El jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, se encuentra ante un dilema difícil, después de que el Banco Central Europeo (BCE) anunciara un nuevo programa para la compra de deuda soberana de países con dificultades: pedir con celeridad un rescate a la Unión Europea (UE) o esperar a ver si las cosas mejoran. El gobierno de Rajoy siempre ha insistido en reclamar la compra masiva de deuda por parte del BCE para aliviar la presión sobre la prima de riesgo española, es decir la carga adicional de intereses que los inversores exigen a España para que pueda financiarse en los mercados. El presidente del BCE, Mario Draghi, por fin accedió a las súplicas de los países de la Zona Euro que poseen grandes dificultades financieras, como España e Italia, pero subrayó que esta ayuda irá acompañada de “condiciones estrictas”.

Para que el BCE acuda en auxilio de España, el gobierno de Rajoy tiene que presentar formalmente una solicitud de ayuda a los fondos europeos de rescate, y esto implica la obligación de aceptar nuevas condiciones, adicionales a las que ya tiene que cumplir para recibir el rescate ofrecido por la UE por un monto de hasta 100.000 millones de euros para el saneamiento de los bancos maltrechos. Rajoy dejó claro el jueves –tras reunirse en Madrid con la canciller de Alemania, Angela Merkel, que se encuentra de visita en España– que no tiene mucha prisa para pedir el rescate a la Eurozona en Bruselas.

El presidente del gobierno español teme que las condiciones que tendría que cumplir sean difíciles de asumir tras las numerosas y duras medidas de ajuste ya adoptadas para reducir el elevado déficit público, medidas que han erosionado su imagen y la de su Partido Popular (PP) ante la opinión pública española, en un tiempo record. El principal temor del líder conservador español es que las condiciones que dicte Bruselas a cambio del rescate lo obliguen a cruzar una línea roja: congelar o rebajar las pensiones. Se trata del último recorte, como el propio Rajoy admitió, que su gobierno estaría dispuesto a hacer y al que se opone radicalmente el opositor Partido Socialista (PSOE), cuyo apoyo necesita Rajoy para que España pueda proyectar una imagen de unidad hacia el resto de la UE.

Rajoy, quien siempre se ha caracterizado por dar mil vueltas alrededor de un asunto antes de tomar una decisión, aún tiene una pequeña esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce antes de que llegue la “hora cero” de tener que solicitar un rescate. Como escribió el periódico El País, en vista del fuerte descenso de la prima de riesgo y la fiesta alcista en la Bolsa que desató el anuncio del BCE de comprar deuda soberana, “la tentación de Rajoy de dejar pasar el tiempo para ver si las cosas mejoran es enorme”.

Al mismo tiempo, está aumentando la presión sobre el jefe del gobierno español para que recurra rápidamente a los fondos de rescate europeos. Por ejemplo, el vicepresidente de la patronal Confederación Española de Organizaciones Empresarias (CEOE), Arturo Fernández, recomendó a Rajoy que tome la decisión sobre la petición de rescate “lo más pronto posible” porque “el tiempo corre” ya que España es “un país casi en suspensión de pagos”. También la prensa española mayoritariamente coincide en opinar que a España le conviene no perder el tiempo para pedir el rescate, porque el coste político y financiero sería mayor. Pero Rajoy necesita tiempo para poder estudiar las condiciones del rescate, que aún se desconocen, antes de tomar una decisión “en interés de España”. Rajoy confía en que no habrá condicionamientos adicionales para España, puesto que su gobierno está comprometido hasta 2014 a implementar el mayor ajuste presupuestario realizado jamás en un país desarrollado, equivalente al 7 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Pero el país afronta su segunda recesión en tres años y un desempleo del 24,6 por ciento, más de 5,6 millones de desocupados, lo que puede dificultar el cumplimiento de los objetivos de déficit y llevar al gobierno a hacer un ajuste mayor.

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