Mar 20.05.2003

EL MUNDO

Una lucha de calles que puede llegar a las urnas

Francia vivió ayer otra jornada de agitación social. El socialismo, que anteayer concluyó un congreso renovador en Dijon, espera que este movimiento pueda ayudarlo en las próximas elecciones.

› Por Eduardo Febbro

Aunque conocido, el cuento más corto del mundo del escritor guatemalteco Augusto Monterroso (“El dinosaurio”) le cae muy bien al primer ministro francés Jean-Pierre Raffarin. “Cuando me desperté, aún seguía ahí”, dice el texto de Monterroso. Desde hace varias semanas, cada mañana, el jefe de gobierno constata cómo el monstruo social francés permanece vivo. Reforma del sistema de pensiones, trastornos en la educación nacional y en la salud formaron un explosivo cóctel que viene estallando en la calle desde hace más de una semana. Ayer, cerca de medio millón de personas volvió a protestar en las principales ciudades del país para manifestarse en contra de los controvertidos proyectos de reforma.
Los maestros lideran actualmente el movimiento social francés con dos consignas: reclamo de más medios consagrados a la educación nacional e impugnación de la reforma de las jubilaciones. El gobierno pretende calcar algunas normas del sector privado y trasladarlas al público, elevando de 37 años y medio a 42 años el plazo de los aportes necesarios a fin de que los funcionarios gocen de una jubilación completa. Con la jornada de ayer se cumplieron cinco días de huelgas y manifestaciones. Aunque la movilización no alcanzó los niveles de la semana pasada, cuando más de dos millones de personas salieron por las calles el martes y el país quedó totalmente paralizado durante varios días con la huelga en los transportes, la persistencia del enfrentamiento social indica que los sindicatos no plegarán sus banderas. La huelga de los maestros se ha radicalizado a tal punto que ahora amenaza con impedir que los exámenes de fin de curso se lleven a cabo. Por más que el ministro de Educación, Luc Ferry, repita que “los profesores no tienen derecho a tomar como rehenes a los alumnos”, la educación nacional, principalmente en los sectores primario y secundario, ha asumido el liderazgo de una protesta que se torna cada vez más compleja y multifacética. El descontento no sólo nace del tema de las pensiones. A él se le suman planes del ministro que apuntan a suprimir puestos de trabajo y a descentralizar unos 100.000 empleos. La dureza que adquirió la protesta en el gremio de la educación empieza a preocupar al primer ministro. Los diarios conservadores se hacen eco de la inquietud que gana al jefe de gobierno en un contexto donde el retorno al primer plano del Partido Socialista y el activismo de la CGT le dan una dimensión altamente política a la controversia. De la izquierda a la derecha, los sucesivos gobiernos que intentaron tocar el sacrosanto campo de la educación nacional o las jubilaciones vieron sus mandatos perturbados y a sus ministros “renunciados”.
El problema para la derecha radica hoy en que no supo evitar que varios conflictos sectoriales diversos se unieran para explotar en la calle de forma simultánea. Localizado en torno del tema de las jubilaciones, el descontento se hizo una bola de nieve que arrastró otros reclamos. París con más de 100.000 personas, Marsella, Burdeos o Lyon, cada capital provincial francesa, dio muestras de su combatividad social. La próxima cita nacional está prevista para este domingo con el paro y la gran manifestación “unitaria” sector público y privado en defensa de las pensiones y el servicio público. El caldo social sirve a los intereses de los socialistas, recién resucitados al cabo del congreso celebrado este fin de semana en la ciudad de Dijon. El PS tomó incluso distancia con uno de los sindicatos que le son más favorables: la CFDT, el único que hasta ahora aceptó la reforma del sistema de pensiones. Entre el sindicalismo consensual y la calle, los socialistas eligieron esta última y hasta pactaron con la virulencia de la CGT. Ni siquiera los “liberales” del PS, como el ex ministro de Economía y Finanzas Laurent Fabius, se quedaron atrás. Refiriéndose el gobierno, Fabius habló de “retroceso general”.
Como lo reclama el ala izquierda socialista, seguida por la dirección nacional, con el telón de fondo de las jubilaciones, la educación nacional y la salud, ahora se trata de “derrotar a la derecha en la calle para que, más tarde, caiga vencida en las urnas”. Combativos “en el Parlamento y presentes en la calle”, tal es perfil socialista que la derecha liberal deberá enfrentar junto a los sindicatos.

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