EL MUNDO
Juntos (ahora) para sacar el peso económico a Irak
Francia, Alemania y Rusia, países que pidieron revisiones a la resolución que presentó Estados Unidos para eliminar las sanciones económicas a Irak, hoy votarán en su favor en el Consejo de Seguridad. Argumentan que EE.UU. dio un mayor papel a la ONU.
› Por Eduardo Febbro
Después de una interminable crisis de casi un año marcada por algunos enfrentamientos poco comunes entre el ministro francés de Relaciones Exteriores, Dominique de Villepin, y el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, este último llega hoy a París en un contexto menos tenso de lo previsto. El canciller francés adelantó ayer por la noche que los países del llamado “frente del rechazo” votarían finalmente a favor de la resolución sobre Irak presentada en las Naciones Unidas por los dos países que protagonizaron la ofensiva contra el régimen de Saddam Hussein, Estados Unidos y Gran Bretaña.
Dominique de Villepin declaró anoche que los tres países habían “decidido votar a favor de esa resolución y trabajar en la búsqueda de un consenso en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU”. El jefe de la diplomacia francesa, que se expresó junto a los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, y de Rusia, Igor Ivanov, observó que “el proyecto de resolución marca avances muy sensibles y pensamos que existe un buen compromiso”. No obstante, el canciller admitió que el último texto (el cuarto) presentado por Washington ante el Consejo “no iba ten lejos como Francia lo hubiese querido”. Cabe recordar que París y Washington mantuvieron un épico enfrentamiento a propósito de la resolución –nunca votada– que se discutió en el Consejo de Seguridad previa a la guerra. La controversia se focalizó en un momento en torno a una pulseada personal entre Powell y Villepin. El tono llegó a niveles tales que hubo semanas en las que París y Washington estuvieron al borde de la ruptura.
Con París a la cabeza del segundo frente del rechazo, Berlín y Moscú no aceptaron aprobar un texto que dejaba fuera de juego a la ONU y que ponía prácticamente toda la administración de Irak en manos de la gestión norteamericana. París reclamó con insistencia que se aportaran “correcciones” al texto, principalmente en torno a tres elementos claves: el papel que debía desempeñar la ONU en el proceso de reconstrucción de Irak, la supervisión del fondo alimentado con las ganancias producidas por la venta del petróleo iraquí y el lugar que tendrían en el futuro los inspectores de desarme de la ONU. El primer texto presentado por Washington ponía a la ONU como un mero espectador, el fondo especial al servicio de la Casa Blanca y los inspectores de la ONU no existían. Aunque no con el alcance que se hubiese esperado, el último proyecto de resolución parece recabar esas demandas.
En ese contexto, Villepin, Fischer e Ivanov saludaron en una declaración común la voluntad de “apertura y de trabajo en común” manifestada por Estados Unidos y Gran Bretaña” y consideran que el texto final “es el resultado de la voluntad de compromiso. Cada parte dio muestras de un espíritu constructivo y abierto”. Asimismo, el trío rebelde se felicita de que la resolución haya tomado en cuenta las preocupaciones acerca del papel de las Naciones Unidas, en adelante “estrechamente implicadas en el proceso político”. Según el jefe de la diplomacia alemana, lo que está en juego hoy es que la ONU “desempeñe ahora un papel central”. Para Dominique de Villepin, los progresos registrados “abren el camino”. En París trascendió que el voto positivo se debe a una serie de concesiones norteamericanas: el Consejo de Seguridad de la ONU estará regularmente informado por las potencias que ocupan Irak, el fondo especial estará supervisado por un Consejo Internacional que asocia a los organismos multilaterales (FMI y Banco Mundial) y a la ONU mientras que la influenciade la Comisión de Control, de verificación y de inspección de la ONU (la Cocovinu) y la AIAIEA (Agencia Internacional de la Energía Atómica) aparece reafirmado.
En el medio de esta declaración común queda flotando una duda. ¿Se trata acaso de un progreso real o de una concesión de París, Berlín y Moscú acordada bajo el temor de que Washington haga fracasar la cumbre del G8 prevista en Francia para principios de junio? Por lo pronto, los tres cancilleres advierten que, en cuento sea posible, el pueblo iraquí debe poder decidir sobre su porvenir y formar un gobierno”. Adelantándose a las críticas posibles, Joschka Fischer subrayó que la aprobación de la resolución norteamericana no implica “en ningún momento una legitimación de la guerra” en Irak. Ivanov, por su parte, resaltó que la resolución “apunta únicamente hacia el futuro y no a legitimar o legalizar las acciones pasadas”.
Powell llega hoy a la capital francesa con un panorama despejado. Y permanecerá en París dos días durante los cuales participará en una reunión con los cancilleres del grupo de los 8 consagrada a temas políticos internacionales. La hipoteca de un veto francés en la ONU perdió anoche su vigencia y con ella se alejan los riesgos que pesaban sobre la cumbre del G8. La persistencia de la controversia franco norteamericana a propósito de Irak hubiese relegado los temas económicos de la cumbre a un segundo plano. Para Francia, el margen de maniobra era muy estrecho. Debía mantener su firmeza y al mismo tiempo dar signos de acercamiento con Estados Unidos sin que ello implique que renegaba de sus posiciones pasadas. Sólo la aplicación de la resolución dirá quién ganó la partida.