EL MUNDO
› UN DEBATE QUE DOMINA LAS ELECCIONES MUNICIPALES Y AUTONOMICAS
La guerra a Irak sigue en España
El “No a la Guerra” del 90 por ciento de los españoles puede influir en las elecciones municipales y autonómicas de mañana, que prefiguran el mapa de 2004.
Las elecciones municipales y autonómicas de mañana ocurrirán cuando aún está fresco el recuerdo de la guerra contra Irak, que dividió aguas entre la cooperación de España a la invasión estadounidense, decidida por el gobierno de José María Aznar y el “No a la guerra” manifestado por el 90 por ciento de los españoles. La Junta Electoral Central (JEC), autoridad máxima de los comicios, prohibió que en los alrededores de los centros de votación y sus alrededores se vean leyendas de “No a la guerra”, con el argumento de considerar la consigna “propaganda electoral”.
Las organizaciones políticas Cultura Contra la Guerra e Izquierda Unida consideraron la medida “un ataque a la libertad de expresión”, argumentando que “No a la guerra” no es el logo de un partido. El secretario general del oficialista Partido Popular (PP), Javier Arenas, consideró en cambio que “el domingo basta el documento que acredita a votar; cualquier comentario de orden político, sobra”. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) precisó que el artículo 93 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General establece en realidad que no se puede realizar “propaganda electoral”, que no es lo mismo que “mensajes con connotaciones políticas”, tal como ordena la JEC. En este marco, el PSOE encara el actual proceso electoral con expectativas en un resurgimiento en las urnas, de cara a los comicios generales de 2004.
Antes de la crisis con Irak las encuestas ya daban un empate a PP y PSOE, y tras el 15 de febrero, cuando millones de españoles salieron en todo el país para manifestarse contra la guerra, el PSOE aventajaba al PP en 18 puntos. La coalición comunista Izquierda Unida (IU), que encabezó con los socialistas las manifestaciones contra la guerra, cuenta también con recuperarse tras su debacle en las elecciones municipales de 1999, cuando perdió la mitad de los votos. Aznar, en el poder desde 1996, se comprometió personalmente en la última campaña en ejercicio del cargo y volvió a colocar la situación del País Vasco en el centro de la contienda electoral, presentando como una victoria el hecho de que por primera vez el brazo político de ETA no esté representado en los comicios.
“Si llevo una pegatina de ‘ETA No’, ¿también me van a prohibir entrar?”, ironizó al respecto el actor Juan Diego Botto, quien acudirá a votar con una camiseta de “No a la guerra”. El actor, junto a Pilar Barden y Javier Gurruchaga, publicaron un manifiesto que convoca a votar por los partidos que se hayan opuesto a la guerra, dejando solo “al partido gobernante en su sangrienta política de agresión”.
La campaña electoral comenzó mientras Aznar se entrevistaba con George W. Bush en Washington, donde anunció la inclusión de Batasuna en la lista de organizaciones terroristas que elabora Estados Unidos, como pretendía Madrid. Aznar hizo aprobar ayer en Consejo de Ministros una nueva reforma de la Ley de Extranjería, la tercera en los últimos tres años, encaminada a hacer más difícil la regularización de inmigrantes, además de aumentar los castigos al tráfico de inmigrantes clandestinos. Se calculan en más de un millón y medio los extranjeros llegados en forma regular e irregular a España: un millón más desde que asumió Aznar. El jefe del Ejecutivo pretende así contrarrestar su desgaste a causa de su apoyo irrestricto a Bush en la guerra a Irak, al que se opuso el 90 por ciento de la población, según encuestas. El PSOE, que desde julio de 2000 tiene en José Luis Rodríguez Zapatero a su nuevo líder, se fue acercando paulatinamente al PP de Aznar en las encuestas a raíz de la huelga general del 20 de junio de 2002, convocada por los sindicatos contra una reforma del empleo y de la catástrofe ecológica ocasionada tras el hundimiento del petrolero “Prestige” en Galicia.
En términos generales, tras los comicios del domingo, en los que se votará en 8108 municipios y en 13 de las 17 comunidades autónomas (no se sufragará en el País Vasco, Cataluña, Galicia y Andalucía), el mapa regional no tendrá grandes vuelcos. Pero los sondeos auguran una batalla hasta el último voto en Madrid, una plaza clave, pues la derrota del PP en sus dos feudos inexpugnables (alcaldía y comunidad) puede ser el principio de su derrota a nivel nacional y una victoria socialista, el primer paso para ganar las generales de 2004.