EL MUNDO › EL PESO DEL INTENTO DE GOLPE Y EL CASI MAGNICIDIO CONTRA CORREA EN SEPTIEMBRE DE 2010
Los que lo apoyaron y, se sospecha, hasta lo organizaron, van hoy a las elecciones como opositores. El motín policial, el secuestro del presidente y su liberación por tropas leales siguen dividiendo aguas en Ecuador.
› Por Mercedes López San Miguel
Desde Quito
Fue hace dos años y medio, en el patio del Regimiento Nº 1 de Quito, donde comenzó un intento de golpe contra Rafael Correa. Era de mañana y los policías protestaban la quita de condecoraciones. El patio, hoy vacío y silencioso, era un hervidero cuando llegó el presidente ecuatoriano para dialogar con los uniformados. Sus custodios tuvieron que darle una máscara para protegerse de los gases lacrimógenos y lo ayudaron a refugiarse en uno de los tres edificios bajos de paredes blancas. Recordada es la imagen de Correa asomado a la ventana del segundo piso desabrochándose la corbata y diciendo: “Mátenlo a este presidente si tienen valor”. Ese día terminó con su rescate por militares leales, la rendición de los sublevados y un saldo de diez muertos. El 30 de septiembre de 2010 dejó una huella en la sociedad ecuatoriana y en la gestión del presidente, quien aspira a ganar mañana un nuevo mandato.
En el edificio de tres pisos donde estuvo Correa aquel día, con ventanas de vidrios oscuros y escalera angosta, recibe a esta cronista el mayor Angel Esquivel. No quiere rememorar lo que sucedió, “porque es un asunto institucional”, pero dice que en la policía hubo una homologación salarial, es decir, que en un solo rubro se acumulan las bonificaciones. Que desde el 30-S no hay más condecoraciones por ascensos, ni porque se cumplan 20 o 25 años en la institución. Y que mejoraron los salarios. Por ejemplo, un policía recién graduado gana 700 dólares y un suboficial mayor, 1870. Desde la ventana de su oficina se puede imaginar la secuencia de aquel día como en una película: los policías en el patio, la llegada del presidente, su intento de salir a la calle, cómo era llevado en andas hacia al Hospital de la Policía por una puerta de atrás y las horas que allí pasaría hasta ser rescatado por los militares, recién en la noche. Una multitud en las calles apoyándolo. Todo en un día.
El gobierno siempre sostuvo que en el 30-S, cuando los policías fueron apoyados por un grupo de militares que tomó el aeropuerto Mariscal Sucre, hubo un intento de golpe de Estado con riesgo de magnicidio. Pero la oposición y los medios de comunicación opositores siguen sosteniendo que se trató de una insubordinación policial por un reclamo sindical. Correa usó el término “conspiración”, y dijo que detrás estuvieron Lucio Gutiérrez y su formación, el Partido Sociedad Patriótica. A Gutiérrez, ex presidente y actual rival en las elecciones de mañana –tercero en intención de voto, detrás del banquero Guillermo Lasso–, se lo pudo ver diciendo por esas horas que “el presidente fue por sus propios medios al hospital”, lo cual era falso, porque tuvo que ser llevado en medio de los gases lacrimógenos y empujones de los policías insurrectos.
En el documental Muchedumbre 30-S, una cámara sigue en tiempo real lo que estaba sucediendo y muestra que un policía intentó pegarle a Correa en el tumulto. En la película también se escuchan policías intercambiando mensajes como “maten al presidente”, “ese señor no sale sin asegurarnos la amnistía”, en momentos en que los uniformados bloqueaban la salida y las inmediaciones del hospital policial, ubicado al lado del regimiento.
Como dato llamativo, el periodista y director del documental, Rodolfo Muñoz, señala que los medios de comunicación privados ya estaban ubicados en el epicentro del levantamiento. Oswaldo León, director de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI), destaca el rol de los medios y de la oposición aquel 30 de septiembre. “Los medios en general actuaron y actúan como partidos políticos, existe una sincronización entre medios y oposición. Por eso el gobierno decidió desde el mediodía establecer una cadena nacional ininterrumpida, medida que frenó el intento de golpe que se estaba desarrollando.”
En cuanto al rol de Gutiérrez y su partido, para León no hay dudas de su participación. “Sociedad Patriótica exacerbó el ánimo de los militares y los policías. Lucio viene de la inteligencia militar, es un experto en acciones desestabilizadoras. Legisladores de su partido y de otros de la oposición se reunieron en un hotel y redactaron el pedido de destitución de Correa.” En el documental se puede ver a un grupo de congresistas reunidos en el hotel Le Parc durante esas horas de incertidumbre.
La Asamblea Nacional también fue un lugar en el que se manifestó la crisis. Los policías rebeldes rodearon el edificio y no dejaron pasar a los asambleístas del oficialismo. Los diputados opositores querían la amnistía de los policías y la reforma de la ley que quitaba las condecoraciones al sector público. Pero Irina Cabezas, presidenta de la Asamblea y correísta, suspendió la sesión.
Simón Pachano, analista de Flacso Ecuador, considera que estuvo en riesgo la vida del presidente, pero que no se trató de un golpe de Estado, pese a que hasta la ONU afirmó que sí se trató de un intento de golpe. “Para que se configure un golpe de Estado debe existir una intención de derrocamiento y, consecuentemente, de toma del poder. Para esto es necesario que exista un grupo organizado o por lo menos una persona que tenga esa intención y que conduzca a las personas encargadas de llevarlo a cabo. Nada de eso existió ese día. Incluso no estuvo prevista la presencia del presidente en el cuartel de policía, de manera que resulta muy difícil sostener que hubo un secuestro planificado.”
A Pachano se le pregunta qué consecuencias cree que dejó este hecho para el gobierno de Correa. “A partir de ese momento se produjo un reagrupamiento de las fuerzas dentro de Alianza País. En los días previos se manifestaron algunos signos de discrepancia interna, incluso en la aprobación de la ley que originó la asonada policial. Y eso significó un fortalecimiento del presidente Correa.” El experto de Flacso señala que se lo puede considerar como un momento de inflexión por cuanto se trató de la primera vez en los últimos treinta años en que hubo altos niveles de violencia, incluyendo diez muertos. “La política ecuatoriana se ha caracterizado por su virulencia verbal, pero siempre ha estado exenta de violencia física, incluso cuando se produjeron los derrocamientos de tres presidentes. En esta ocasión se rompió esa tradición.”
León considera que, a partir del 30-S, el oficialismo empezó a hacer un trabajo de base social. “El movimiento Alianza País había capitalizado el ánimo de cambio de los ecuatorianos, pero hasta entonces no se había estructurado. En el plano discursivo, particularmente Correa ha encontrado una referencia para señalar la vena antidemocrática de la oposición.” Con respecto a qué se modificó en las filas opositoras, el analista afirma que la oposición dio un salto al vacío. Y que la amenaza puede estar latente. “Esta amenaza se mantiene porque hay sectores de la oposición que están dispuestos a deshacerse de Correa por cualquier vía. En esta línea también se encuentra la extrema derecha republicana de Estados Unidos.” En la memoria de los ecuatorianos que irán a las urnas mañana, seguramente el 30-S estará presente.
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