Sáb 02.03.2013

EL MUNDO  › LAS CUENTAS DE ESPAÑA, PORTUGAL, IRLANDA Y GRECIA PONEN EN CUESTION LAS POLITICAS DE AUSTERIDAD

Marcha atrás para las economías de la Eurozona

Francia, segunda economía de la región, se sumó la semana pasada al creciente grupo de países europeos que pidió una extensión en el plazo para achicar su déficit fiscal. Señales de que la receta no está dando resultados.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

El claro “no” a la austeridad que salió de las urnas en Italia corre paralelo al “no” de las cuentas de Portugal, España, Grecia y la República de Irlanda, obligados a extender o reestructurar los plazos pactados con la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) ante el fracaso de los programas de ajuste. La misma Francia, segunda economía de la Eurozona, solicitó la semana pasada a la Comisión Europea una extensión del plazo para achicar su déficit fiscal. Para el griego Costas Lapavitsas, autor de Crisis in the Eurozone y catedrático de Economía de SOAS, Universidad de Londres, la elección italiana es una excelente noticia. “Da una esperanza para un camino alternativo y deja al desnudo el fracaso político de la Troika y de Alemania”, señaló a Página/12.

Italia colocó este miércoles unos 6500 millones en bonos, pero tuvo que pagar un 4,83 por ciento, el interés más alto desde octubre de 2012. Con el correr de los días, la impasse política y los problemas económicos aumentarán la presión sobre el pesado programa de vencimientos de deuda que tendrá el futuro gobierno. El año pasado la economía cayó un 2,2 por ciento, más de cien mil pequeñas empresas cerraron sus puertas, el desempleo hoy es del 10 por ciento y la deuda es la segunda de la Eurozona, después de Grecia.

Una paradoja muestra el absurdo del estrangulamiento económico de la austeridad: el déficit fiscal italiano es menor que el de la mayoría de los 17 países de la Eurozona, incluidos Francia y Holanda. Según el think tank Capital Markets, una prolongación de la actual crisis llevará rápidamente las tasas de interés al insostenible 7 por ciento y a un rescate. La primera reacción de los mercados fue una abrupta caída de las acciones de los bancos europeos (principales acreedores de deuda soberana europea): el Deutsche perdió un 5 por ciento de su valor; el Barclays, un 4 por ciento.

El año pasado, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, calmó las aguas de la Eurozona diciendo que haría “todo lo necesario” para salvar el euro. El rescate de Italia –tercera economía de la Eurozona– pondría a prueba esta voluntad política. Pero la crisis italiana profundizará además los problemas que están experimentando los programas de ajuste de los otros países.

Esta semana la Troika discute la marcha del programa de rescate de 78 mil millones de euros acordado con el gobierno portugués en 2011. La coalición de centroderecha, que consiguió el año pasado que se relajaran los plazos para la reducción del déficit fiscal, buscará una segunda extensión de las fechas. La razón es simple. Según cálculos oficiales, la economía se achicará por tercer año consecutivo en 2013 (un dos por ciento) y el desempleo superará el 17 por ciento. Un duro editorial del diario opositor Público puso los puntos sobre las íes. “Portugal entró en un ciclo recesivo que no tiene salida a la vista. Las metas fiscales son inalcanzables. Las condiciones sociales se han deteriorado y la democracia misma está sufriendo. Este programa no sirve.”

En España el número de bancarrotas aumentó en un 40 por ciento en el último trimestre del año pasado y el Producto Interno Bruto (PIB) cayó en un 0,7 por ciento. El desempleo es del 26 por ciento, unos seis millones de personas. Los cálculos del FMI y el sector privado para la economía de este año coinciden en que continuará la recesión y sólo discrepan en su profundidad, que sitúan entre una caída del 1,5 por ciento (FMI) y 2,2 por ciento (Citibank). Con estos datos, y sin crecimiento a la vista, no sorprende que las metas fiscales pactadas por el gobierno del atribulado Mariano Rajoy hayan volado por la ventana y que haya acordado una extensión de un año para conseguir la meta de un déficit por debajo del 3 por ciento a fines de 2014, meta que parece tan “inalcanzable” como las que criticaba el editorial de Público en Portugal.

Otro de los rescatados de la Eurozona a cambio de un duro ajuste, la República de Irlanda, tiene el déficit más alto de la Eurozona (8 por ciento) y acaba de reestructurar la deuda de sus bancos. Por su parte, Grecia está en su quinto año de recesión, con un desempleo del 30 por ciento luego de dos rescates con recetas de austeridad. Según Costas Lapavitsas, la contracción griega es superior a la experimentada por Argentina en la implosión económica de 2001. “La contracción este año en Grecia va a ser peor que la que se vivió en el momento de la disolución de la convertibilidad”, indicó a Página/12.

Si a nadie le sorprende la situación griega, la de Francia en cambio causa consternación. La semana pasada el gobierno de François Hollande le pidió a Bruselas un año adicional para cumplir con su compromiso de que el déficit esté por debajo del 3 por ciento. La respuesta del presidente del Banco Central Alemán, Jens Weidman, fue negativa. “Estamos ante una crisis de confianza en las reglas fiscales de Europa. Es importante que los países fuertes de la Eurozona den un mensaje claro al respecto”, indicó Weidman.

En esto el mensaje de Alemania ha sido consistente. Pero con encuestas complicadas para la reelección de Angela Merkel en los comicios de septiembre, con una economía que se contrajo en el último trimestre del año pasado, con una cumbre europea en marzo, con diferencias en el interior mismo de la Troika y el susto que causa la posible aparición de otros Beppe Grillo en la Eurozona, la presión está creciendo para que haya un cambio al menos en el discurso. Según otro think tank, la Lombar Street Research, el mensaje de Grillo es inequívoco. “Se puede decir que son políticas populistas, pero eso es lo que se logra cuando uno intenta luchar contra la depresión económica sólo con la austeridad”, indicó a The Guardian el analista Dario Perkins.

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