EL MUNDO › MáS REVELACIONES SOBRE LA EVASIóN AL FISCO DEL MINISTRO DEL GOBIERNO FRANCéS
La televisión suiza reveló que el ex ministro Cahuzac trató de depositar unos 15 millones de euros en un banco de Ginebra y no pudo; otro medio aseguró que el ministro entregó un certificado fiscal falsificado al banco suizo Julius Baer.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Una mala sombra empieza a envolver a todo el Ejecutivo socialista del presidente francés François Hollande a raíz de la cuenta que el renunciante ministro de Presupuesto y Hacienda, Jérôme Cahuzac, había ocultado en Suiza. Casi una semana después de que el ex ministro socialista confesara que había evadido el fisco a través de una cuenta abierta primero en el paraíso de los delincuentes financieros que es Suiza y luego en Singapur, dos nuevos elementos hacen temblar otra vez los cimientos del gobierno: la televisión Suiza Romanda –RTS– reveló que Cahuzac trató de depositar unos 15 millones de euros en un banco de Ginebra. La suma es infinitamente superior a los 600 mil euros que Cahuzac había reconocido en su confesión. El monto es tan elevado que Edwy Plenel, el director del portal de Internet Mediapart, que acusó al ministro el año pasado, se pregunta si acaso “no está en juego la financiación del Partido Socialista”. 15 millones de euros es demasiado para un solo individuo. Según la televisión helvética, el banco rehusó la operación “por temor a que hubiera complicaciones posteriores, ya que Jérôme Cahuzac era una personalidad políticamente expuesta”. La misma fuente adelantó también que el ex ministro habría “depositado o transferido a través de Ginebra sumas más importantes, y eso antes de 2009”.
La fecha es importante, por cuanto el año 2009 marca un cambio en la política bancaria de la Confederación Helvética. A partir de esa fecha Suiza decidió cooperar con la Unión Europea en caso de que se constataran casos de evasión fiscal. En este sentido, otra revelación se agrega al escándalo: el diario de Zúrich Tages Anzeiger asegura que Cahuzac suministró un “certificado fiscal falsificado” al banco suizo Julius Baer para demostrar que los fondos que buscaba transferir habían sido declarados al fisco francés. Según la versión de Mediapart y de la Televisión suiza Romanda, Cahuzac intentó en 2009 que el banco que administraba sus fondos desde 1993, Reyl et Co., sacara el dinero que tenía en el banco UBS y lo pusiera en otros establecimientos. El banco se negó y Cahuzac terminó transfiriendo la plata a una filial de Julius Baer situada en Singapur. El abogado del ex ministro socialista, Jean Veil, declaró que “esa tesis no es verosímil desde el punto de vista del sentido común. Decir sólo una parte de la verdad carece de sentido común”. Sin embargo, los analistas ponen ya en tela de juicio los montos declarados por Cahuzac, o sea los 600 mil euros iniciales, y argumentan que ese tipo de transferencias cuesta muy caro y que, por consiguiente, sólo se efectúa cuando las sumas superan los dos o tres millones de dólares.
Trastornados por el escándalo Cahuzac, el presidente y el gobierno socialista se diluyeron en el silencio esperando que pasara la tormenta, mientras que la prensa francesa, moralista hasta el extremo, se extasía en la crítica contra el líder del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, a quien acusan de populismo porque dijo que ahora había que dar “un escobazo y barrerlo todo”. Lo cierto es que la tormenta no pasa y recién ayer el gobierno salió a la ofensiva. El ministro de Economía y Finanzas, Pierre Moscovici, propuso la instauración de un “Facta Europeo” que permita “un intercambio de informaciones automático”. Se trata de una copia de la ley norteamericana presentada en 2010, la Foreign Account Tax Compliance Act. Esta ley impone a los establecimientos financieros extranjeros la transición al fisco de Estados Unidos de las informaciones sobre las cuentas abiertas por los contribuyentes de los Estados Unidos, sean norteamericanos o no. París no es la única capital alcanzada por la detonación del megaescándalo Cahuzac y la impecable investigación sobre los paraísos fiscales llevada a cabo por más de 30 diarios internacionales, los ya famosos Offshore Leaks. Berlín se sumó a la contraofensiva a través de su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien anunció que Alemania iba a lanzar una cruzada internacional contra la evasión fiscal. Hasta el más que oscuro Luxemburgo puso su piedra en el altar de la remoralización. Reputado por la opacidad de su sistema bancario y las facilidades que ofrece para reciclar la basura financiera del mundo, Luxemburgo anunció que iba a limitar “parcialmente” su secreto bancario y, según el ministro de Economía, Luc Frieden, a “reforzar la cooperación internacional”. El gigantismo de la estafa planetaria revelada a través de los Offshore Leaks es tal que harán falta más que simples medidas o intercambio de información para terminar con los paraísos fiscales, tanto más cuanto que, a imagen y semejanza de las islas Caimán, estos paraísos son a menudo colonias o ex colonias con complicidades estrechas con las capitales centrales. Las islas Caimán son una colonia de la corona británica y también uno de los centros offshore más fructuosos del mundo. La red antievasión fiscal Justice Network acusa a las islas Caimán de ser una “lavadora”: multinacionales, enormes fortunas privadas, o los hedge funds hicieron de estas islas su patria preferida. Islas Cook, islas Vírgenes Británicas, Samoa, Singapur, las Seychelles, Mónaco o Suiza son auténticas maquinarias para ocultar dividendos. Un dato simple da cuenta de la amplitud de los fondos que manejan esos territorios: Reyl & Cie, la institución que movía la plata del Jérôme Cahuzac, detenta un portafolio de 7,3 mil millones de euros. Intermediarios, montajes jurídicos complejos y leyes benignas llevan a que los paraísos fiscales cuenten en sus bancos con el equivalente del PIB de Estados Unidos y Japón juntos. El ejemplo británico es una broma escandalosa: por un lado, el primer ministro David Cameron interpela al G-8 para que utilice el dinero de los impuestos para hacer grandes inversiones y, por el otro, con sus islas Vírgenes o Caimán ofrece un refugio confortable a los evasores del planeta.
En lenguaje es doble por todas partes. La investigación llevada a cabo por el Consorcio independiente de periodistas de Investigación –ICIJ– que dio lugar al Offshore Leaks, muestra, por ejemplo, cómo los bancos franceses BNP Paribas y Crédit Agricole ayudan a sus clientes a crear empresas offshore y cómo les suministran nombres de cuentas falsos afín de que escondan sus beneficios. Ladrones internacionales, dirigentes de multinacionales, coleccionistas de arte, empresas globales, financistas, dirigentes políticos de todos los países, millonarios de todo el mundo, inversores, la clientela de los paraísos fiscales abarca todas las actividades donde el dinero es rey y esos paraísos refugios ideales para esconder las coronas de diamantes. El total de los impuestos filtrados por los paraísos fiscales bien hubiese podido servir para crear empleos, infraestructuras, para invertir en salud, educación, investigación o desarrollo. Nada. El egoísmo liberal diseñó un monstruo de enormes cabezas cuya identidad más paradójica consiste en que, de los 170 países concernidos por las relevaciones sobre la evasión fiscal, la mayoría corresponden a las democracias más adelantadas. Las democracias de Occidente que le dan lecciones de todo tipo al resto del planeta esconden en sus entrañas a los ladrones más astutos y a los organismos que organizan el fraude.
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