EL MUNDO › HOY SE VOTA EN UNA VENEZUELA POLARIZADA ENTRE DOS OFERTAS
En los comicios de hoy, 18,9 millones de personas están convocadas para elegir presidente tras la muerte de Chávez.
› Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Como es su costumbre, un grupo de personas se reunió ayer en la vereda a discutir sobre política: el denominado “colectivo socialista de la esquina caliente”, a metros de la Plaza Bolívar, daba sus razones para votar al candidato Nicolás Maduro. Por si quedaban dudas, de fondo sonaba el tema “Chávez te lo juro, mi voto es pa’ Maduro”. Era la víspera a los comicios de hoy en los que 18,9 millones de personas están convocadas para elegir presidente tras la muerte del líder bolivariano, el 5 de marzo. Maduro llega como favorito frente al candidato de la Mesa de la Unidad Democrática, Henrique Capriles Radonski, quien hace tan sólo seis meses perdió contra Chávez por once puntos.
En la esquina caliente los ánimos estaban agitados ante la proximidad de unas elecciones que inquietan a los venezolanos y, probablemente, al mundo. Angel Yanes, un vendedor ambulante de gorras, remeras y medias, participaba del encuentro. “Nosotros estamos preocupados, discutimos el tema de la seguridad. La violencia viene de los barrios –las villas miserias–, con el alcohol, con los secuestros exprés, que están de moda”. Angel vive en El Hatillo y vota por Maduro. “Donde vivo gana Capriles”, dijo el vendedor de 44 años en referencia a que El Hatillo pertenece al Estado de Miranda, donde el candidato opositor fue reelecto gobernador en diciembre y luego pidió una licencia. De los 23 estados del país, la oposición, conformada por un mosaico de partidos que va desde ultraconservadores hasta progresistas, obtuvo tres gobernaciones: Miranda, Lara y Amazonas.
El tema de la inseguridad estuvo presente en ambas campañas. Como parte del programa de gobierno, Maduro dijo que hará hincapié en la lucha contra la violencia y el crimen, una de las asignaturas pendientes de la revolución. “Superar la violencia es un tema prioritario, queremos construir una sociedad socialista de paz, con altísimos niveles de igualdad social”.
Con 16 mil homicidios en 2012, según números oficiales, la inseguridad es la principal angustia de los venezolanos y por eso Capriles lo tuvo como asunto recurrente en sus actos electorales, al igual que machacó con los apagones de luz, la escasez de alimentos y la inflación. Como en octubre, el candidato opositor afirmó la relevancia de un sector de la sociedad superior al 40 por ciento que tiene una “identidad y valores distintos” a los simpatizantes del chavismo, es decir, que apuestan por un modelo que no es el socialismo de siglo XXI. Sin embargo, Capriles evitó despertar fantasmas y para captar el voto chavista dijo que mantendría las misiones sociales que han llevado salud, educación y vivienda a los sectores más olvidados del país.
Los sondeos dieron a Maduro una ventaja de diez puntos o más sobre su rival, en una contienda que se precipitó por la muerte de Chávez. Y que ha tenido una buena dosis de religiosidad y misticismo de parte de ambos candidatos.
Caminando por la Plaza Bolívar, una mujer de mediana edad se detuvo para decir a quién va a votar. “Lo elijo a Capriles porque Dios le dio otra oportunidad”, dijo Morelia Marquina, secretaria en una empresa y que admitió haber votado por Chávez en 1998. “Expropió empresas y prefirió a los médicos cubanos”, señaló como dos motivos por los cuales dejó de apoyarlo en estos años.
El candidato oficialista recurrió a la red social Twitter para indicar que ayer, 13 de abril, se recuerda que hace 11 años fue “día de revolución cívico-militar”, cuando Chávez fue restituido en el cargo tras el efímero golpe de Estado. En uno de los mensajes señaló: “Alerto al País por la Guerra Sucia que se dirige desde Bogotá contra La Paz de Venezuela y contra mí como ser humano y Presidente”. La declaración de Maduro supone una reiteración de las denuncias efectuadas en las últimas semanas por él mismo y por el gobierno sobre supuestos planes de desestabilización y de atentado, atribuidos a sectores de la “extrema derecha” que no identificó.
Sentado en la vereda, Carlos Salazar dijo estar tenso. “Aquí la derecha y la ultraderecha están jugando al sabotaje. Vienen de afuera, de Estados Unidos, a provocar apagones de luz y falta de comida”, dijo el joven que vino desde el barrio popular Caricuao. ¿Qué pruebas hay de ese sabotaje? La respuesta de este chavista por convicción –como se definió– apuntó a ciertos empresarios. “El alimento número uno del país es la arepa y la harina de pan la produce el empresario Lorenzo Mendoza, de Alimentos Polar. La cerveza nunca falta, pero sí la harina.”
En esa línea tituló ayer el diario afín al gobierno Ciudad Caracas: “Acaparaban alimentos en Catia”, sobre la noticia de que algunos productos de la canasta básica, como harina, café, aceite y leche, habían sido guardados en un depósito a propósito para luego ser vendidos por encima de los precios establecidos.
Es que en febrero el gobierno devaluó el bolívar, cuyo valor pasó de 4,3 a 6,3 por cada dólar, y en marzo adjudicó divisas en subastas al doble de ese valor –según algunos analistas– para reducir la falta de divisas y el déficit fiscal. Esta medida despertó algunas alarmas. La oposición, que incluye en su seno a partidos liberales y pro mercado, insistió durante la campaña con el temor a que la inflación se dispare. La profesora en Economía Judith Valencia lo desestimó. “La inflación golpea a los sectores de clase media y del Este de Caracas, a los que compran en las cadenas privadas y no salen con una bolsa de Mercal o Pdval (mercados con productos a precios subsidiados), porque no tienen la estética de los grandes supermercados.”
Valencia señaló a Página/12 que el gran desafío para el nuevo gobierno, si gana Maduro, será instrumentar las leyes del poder popular y entender que la economía de las misiones sociales no se miden con los indicadores de la macroeconomía. “Hay un sector de la economía que está incorporado a las transnacionales y sigue vinculado al dólar paralelo. En cambio, las misiones sociales y los dispositivos, como Mercal y Pdval, las importaciones directas para suministros y los convenios de los trabajadores no se miden con los mismos indicadores. El uso de la renta para las políticas sociales no se rige por el dólar paralelo.”
En la Plaza Bolívar, sentado en un banco con la mirada de cara al sol, un señor de nombre Jorge Arráez dijo que votaba por “el Flaco”, como llaman a Capriles, conocido por ser fanático del deporte y la comida sana. “Esto aquí es un castrocomunismo, Maduro es un candidato ensamblado en Cuba para beneficios de los cubanos. Maduro sabrá de la playa de Varadero, pero no conoce algunas regiones de mi país”, dijo este jubilado.
A unos metros de distancia, otro pensionado de nombre Gustavo Herrera, de 83 años, dijo confiar en que ganará “el hijo de Chávez”. “El presidente Chávez ha sido lo mejor que tuvimos en el país. El entusiasmo y el amor que Maduro le tiene debe ser algo extraordinario y de seguro va a poder seguir lo que él ha hecho”, dijo y siguió sumergido en la lectura de un diario.
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