Desde Roma

Después de dos meses de espera, Italia tiene finalmente desde ayer un nuevo gobierno. Pero no un gobierno de centroizquierda como se esperaba después del resultado electoral de febrero en el que el Partido Democrático (PD) e Izquierda, Ecología y Libertad (SEL) consiguieron la mayoría relativa, sino, para desilusión de muchos, un gobierno de coalición PD-centroderecha. No un gobierno de cambios y renovado, como se propuso durante la campaña electoral, sino un gobierno que aparece a simple vista como una restauración, aunque contenida, del poder de Silvio Berlusconi.

El joven y flamante presidente del Consejo de Ministros, Enrico Letta, 47 años, vicesecretario del PD, fue encargado de formar un gobierno por el presidente Giorgio Napolitano, prácticamente al día siguiente de que éste fuera reelegido para un segundo mandato la semana pasada. Formó una escuadra de 21 ministros, ocho del PD, cinco del Pueblo de la Libertad (PDL), de Silvio Berlusconi, y dos de Elección Cívica, el partido del ahora ex primer ministro Mario Monti, además de algunos independientes. Pero lo que le dio al menos un toque novedoso fue que de los 21 ministros, siete son mujeres, una cifra jamás vista en la historia de los gobiernos italianos. Algunas de ellas de reconocida fama nacional e internacional, como la ministra de Relaciones Exteriores Emma Bonino, exponente del viejo Partido Radical, que ha tenido una destacada actividad en la Unión Europea y en otros ámbitos internacionales. Junto a ella, la nueva ministra de Justicia, Anna Maria Cancellieri, una independiente que hasta hoy se desempeñaba como ministra del Interior. Pero también la profesora de Bioingeniería Industrial y rectora de la prestigiosa Universidad Sant’Anna de Pisa, Maria Chiara Carrozza, que será ministra de Educación, y la varias veces campeona olímpica de canoa, Josefa Idem, que será ministra de Deportes e Iguales Oportunidades. La perla del grupo femenino fue, sin embargo, la médica de origen congoleño Cecile Kyenge, parlamentaria PD, que será ministra para la Cooperación Internacional y la Integración, un papel que seguramente una persona que ha vivido como inmigrante lo puede desempeñar mucho mejor que uno que transcurrió su vida siempre en el mismo país.

Entre los exponentes del PDL se destaca, en primer lugar el secretario del partido y protegido de Berlusconi, Angelino Alfano, que será ministro del Interior y también vicepresidente del gobierno. En segundo lugar Beatrice Lorenzini, 41 años, parlamentaria del PDL desde 2008 pero militante de Forza Italia desde la década del ’90, que tiene sólo un título secundario y al parecer ninguna experiencia en materia de salud como para ser ministra de Salud Pública.

Este gobierno ha sido una bofetada para los muchos que votaron al PD y esperaban que el centroizquierda pudiera hacer su propio gobierno, desembarazarse de los viejos mitos y hacer las reformas que el país necesitaba, con una mirada puesta en primer lugar en la gente. De desilusión y de que los dirigentes del PD han faltado a su palabra hablan no sólo Izquierda, Ecología y Libertad, de Nichi Vendola, el principal aliado del Partido Democrático (PD) en las elecciones, sino hasta unos 50 parlamentarios del mismo PD que manifiestan su desacuerdo. “Nosotros y el PD habíamos establecido un pacto frente a millones de italianos. Un pacto que nos permitía ir a gobernar para sacar a Italia del berlusconismo, no para abrazar a Berlusconi”, dijo Vendola.

En otras palabras, este gobierno de coalición significa que Berlusconi y el PDL vuelven a reinar y aparecen ahora, casi como los verdaderos vencedores de la batalla poselectoral de dos meses que al principio los daba en agonía. La crisis económica que vive Italia no tiene precedentes, es cierto. La desocupación acosa, los impuestos ahogan. Pero la desorientación de la gente cuando emitió el voto, y de su clase política después, también tienen que ver con la crisis general.

Beppe Grillo y su Movimiento Cinco Estrellas (M5S) lo anticipó de alguna manera. Los ocho millones de votos que consiguió Grillo son una confirmación de que la gente venía desilusionada de la política desde hace tiempo. Y esto, los partidos tradicionales no lo supieron captar. Pero lo que Grillo no vio y sigue sin ver es que si quería cambiar todo como dice, hacer una revolución, el M5S no debía entrar al Parlamento. Porque hasta ahora lo único que han hecho los parlamentarios grillinos fue boicotear todo e impedir una alianza con el PD que hubiera permitido hacer un gobierno mucho mejor que éste y hubiera evitado profundizar la crisis y el desprestigio internacional del país. Y ahora dice que sus electores han sido tratados como idiotas. Y en su sitio de Facebook escribe: “Con el gobierno Letta, al tercer día (de consultas políticas) resucitó Barrabás” (el ladrón, y no Jesús, el Salvador, N. d. R.).

El presidente de la República, luego de que Letta presentara la lista de ministros, salió el encuentro de los que dicen que éste sería un “gobierno del presidente”. “No hay necesidad de ninguna fórmula especial para caracterizar a este gobierno –dijo Giorgio Napolitano–. Es un gobierno político formado según la praxis parlamentaria. El único gobierno posible, cuya formación no podía demorarse. Espero que se ponga a trabajar rápidamente, sin conflictos y encontrando una solución a los problemas del país con cohesión y mutuo respeto.”

Los ministros jurarán hoy por la mañana ante el presidente de la República en el Palacio del Quirinal para luego presentarse ante las dos cámaras del Parlamento, mañana y el martes, y conseguir así el definitivo voto de confianza para poder empezar a trabajar.