Cientos de personas asistieron ayer en Roma a los funerales privados del ex primer ministro Giulio Andreotti (foto), figura emblemática de la Democracia Cristiana y pilar durante 70 años de la vida política italiana. Como dispuesto por el mismo Andreotti, quien falleció en la víspera a los 94 años en su residencia del centro de Roma, fue despedido el martes con un funeral sencillo, sin funerales de Estado ni capilla ardiente.

Las exequias del siete veces primer ministro y 20 veces ministro se celebraron en la iglesia de San Giovanni dei Fiorentini, a pocos metros de su residencia, donde solía ir a misa todos los días. Cientos de personas se congregaron en la céntrica basílica, entre ellos representantes de todas las generaciones de políticos democratacristianos y exponentes de la burguesía romana.

Una corona de rosas blancas cubría el féretro del influyente político, parlamentario desde 1948, apodado el Belcebú, por su astucia para manejar las riendas del poder. “Era un hombre frío, que transformó la modestia en virtud”, lo describió Arnaldo Forlani, su copartidario, entre los asistentes. Una bandera y una corona de flores del club de fútbol romano AS Roma reposaban al lado del ataúd, como homenaje a uno de los más apreciados hinchas del equipo de la capital.

Andreotti, que conoció a seis papas, católico ferviente, fue enterrado con un rosario entre las manos. El rito fúnebre del senador vitalicio fue celebrado por el párroco de la iglesia, Luigi Venuti, quien fue el único orador, rodeado de coronas enviadas por las mayores entidades e instituciones del país, entre ellas la presidencia de la República.

Ningún cardenal ni obispo figuraba entre los concelebrantes de la misa, respetando la voluntad de Andreotti de querer funerales privados. Al término de la ceremonia, largos aplausos marcaron el último adiós de una de las personalidades más controvertidas de Italia. Andreotti deja a su mujer, Livia, y a cuatro hijos.