Mié 15.05.2013

EL MUNDO  › HABLA TEIVO TEIVAINEN, CATEDRáTICO EN POLíTICA MUNDIAL DE LA UNIVERSIDAD DE HELSINKI

“Cambió la mirada hacia América latina”

“La entrada de los países latinoamericanos en los escenarios de la política mundial significó cierta democratización en los imaginarios políticos que tienen los actores, sean Estado, movimientos sociales o empresas”, dijo.

› Por Romina Lascano

El bloque regional sudamericano ha llegado a ser considerado un sector que marca pautas en política y economía política internacionales. Lo asegura Teivo Teivainen, catedrático en política mundial de la Universidad de Helsinki, Finlandia, y director fundador del programa Democracia y Transformación Global de la Universidad de San Marcos, Perú. De visita en la Argentina, analizó las posibilidades de América latina en medio de la crisis de la Unión Europea (UE) y dijo que Europa debe “democratizar la política monetaria” para superar la crisis. Además, reflexionó sobre el euro, los indignados y la capacidad de esos movimientos para crear alternativas que modifiquen la realidad.

Luego de una charla organizada por el área de Relaciones Internacionales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en la que expuso sobre el rol de las empresas transnacionales como actores políticos de la globalización, el analista finlandés habló en diálogo exclusivo con Página/12 sobre las posibilidades que tiene América latina a partir de la coyuntura económica mundial. “Poder exportar productos donde ahora hay mucha demanda, en particular desde China, es favorable para las balanzas comerciales porque le va bien a un sector importante en el comercio, a la vez crea estructuras sociopolíticas dentro de los países, crea ciertas pautas donde los que exportan, los agroexportadores o los mineros llegan a tener un mayor control sobre las políticas públicas”, retrató. Teivainen indicó que esto se contradice con la imagen que se tuvo hasta hace un tiempo sobre la región. “Que las nuevas políticas económicas con las izquierdas y centroizquierdas en América latina que serían cierto tipo de desarrollismo donde el Estado tomaría un control más fuerte en la economía, con la protección, con políticas industrialistas, un poco siguiendo supuestamente recomendaciones de los años ’50, ’60. Esa idea de políticas nacionalistas que crean industrias nacionales han quedado un poco desplazadas en los análisis que hacen los académicos y en las prácticas políticas por esa reprimarización de las economías”, añadió.

El autor de libros como Pedagogía del Poder Mundial y Un dólar, un voto, hizo hincapié en el cambio de rol de la región. “América latina ha llegado a ser vista como una región que marca pautas en política y economía política internacional. Antes, si pensaban en la integración regional, la referencia obvia era la Unión Europea. Ahora existen procesos de regionalización en América latina, con todas sus contradicciones, pero como una referencia internacional que significa que desde Africa o desde Asia ya no miran sólo a Europa. Cada vez más miran a los procesos de integración en América latina como un posible modelo. Y ahí, la entrada de los países latinoamericanos en los escenarios de la política mundial significó cierta democratización en los imaginarios políticos que tienen los actores, sean Estado, movimientos sociales y empresas, en diferentes partes del mundo. Eso obviamente es algo positivo”, resaltó.

El académico recordó que durante la década del ’90 empleaba el término “latinoamericanización de Europa” cuando el panorama en ambas regiones era diferente y remarcó que ahora el concepto es algo concreto, de sentido común y ya no tiene tanta novedad. “Están pasando en Europa muchas cosas. En los mercados laborales hay una precarización, hay más sector informal y eso es muy conocido en América latina. En lo cultural, hay un cierto tipo de mestizaje por los flujos de migración que vienen a Europa y, en eso, América latina tiene una experiencia rica. En las políticas económicas, es cada vez más obvio que las agencias que miden la credibilidad de actores estatales en mercados financieros tienen cada vez más el poder de condicionar las políticas económicas de los países europeos. Eso los latinoamericanos lo conocen ya desde hace décadas. Entonces, con esas tres dimensiones, tomando éstas como ejemplos, en Europa hay un nuevo tipo de mirada hacia América latina”, argumentó.

Teivainen subrayó que hay un cambio estructural en el Viejo Continente y afirmó que los europeos comienzan a mirar posibles futuros, “ya no ensimismados pensando que son la punta del desarrollo. Miran a ver qué han hecho los demás. Qué hizo Argentina con la renegociación de su deuda, qué hicieron en las fábricas tomadas para poner en marcha ciertos tipos de modelos comunitarios de crear empresa. Miran las redes globales de trueque y qué hacen en los municipios de Brasil para politizar un poco lo económico, para abrir procesos de participación popular”, reflejó.

Sobre el incremento de la protesta social que, entre otras cuestiones, generó movimientos como Occupy en Estados Unidos e Indignados en Europa, el especialista sostuvo que son una expresión de la crisis y del problema de la legitimid ad de la democracia. “Uno de los temas es hasta qué punto de ahí surgen alternativas institucionales para salir de la crisis, más allá de la denuncia”, planteó.

Sin restarle complejidad, abordó, además, el tema de la moneda única. “El problema mayor del euro es que el Banco Central Europeo (BCE) fue creado de tal manera que está fuera de fiscalización democrática. De una manera muy radical. La salida sería democratizar la política monetaria. Para mí, el tema no es tanto si la política monetaria está centralizada en el BCE a nivel europeo o en diferentes bancos centrales nacionales, sino si hay control popular, control democrático de la política monetaria. Eso es clave”, detalló.

También se refirió al rol de las empresas transnacionales en ambos bloques regionales. “En América latina, especialmente en Brasil, donde hay empresas cada vez más poderosas a escala global, una pregunta interesante es hasta qué punto Petrobras o Vale y el crecimiento de esas empresas es expresión y puede ser vehículo de una lucha anticolonial y de más igualdad entre regiones y hasta qué punto van a reproducir las lógicas de las empresas grandes que antes eran del Norte.” Mientras tanto, mostró otro panorama para las corporaciones del Viejo Continente. “El discurso de la responsabilidad social ayudó a las empresas a mantener cierta legitimidad. Los sindicatos y los movimientos que critican a las empresas no han podido usar ese discurso para poder regularlas o democratizarlas o evitar despidos”, concluyó.

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