EL MUNDO
Pasen y vean la ruina que es la economía de EE.UU. bajo George W.
George W. Bush ya está en plena campaña por su reelección en 2004, pero el estado de la economía, producto de sus salvajes recortes de impuestos, es cada vez más crítico.
Treinta y seis estados de Estados Unidos enfrentan el peor déficit presupuestario desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y, de acuerdo con el Centro sobre Presupuesto y Prioridades en Política, llegarán durante el próximo período fiscal a más estados y hasta casi 80.000 millones de dólares. El estado de California, una de las mayores economías del mundo y “termómetro” de la situación de Estados Unidos, caerá en la bancarrota si en las próximas horas su gobernador y el Congreso local no encuentran la manera de tapar el agujero fiscal de 38.000 millones de dólares, que se atribuye a la crisis de la industria informática.
El año fiscal concluyó ayer para 46 estados de Estados Unidos con perspectivas poco optimistas, y sin una mejoría a la vista. En 49 de los 50 estados, la Constitución estatal prohíbe el déficit presupuestario, motivo por el cual las únicas opciones son la reducción de gastos o el aumento de impuestos, y en esta última posibilidad ya trabajan activamente 29 estados. De acuerdo con los cálculos del Centro sobre Presupuesto y Prioridades de Política, los déficit estatales, que este año suman unos 55.000 millones de dólares, se extenderán en el próximo período fiscal a 45 estados y sumarán entre 75.000 y 80.000 millones de dólares. A la sombra de una economía que a nivel nacional no termina de resurgir de la recesión, el caso de California es observado con especial atención desde la Casa Blanca, donde el presidente George W. Bush sigue afilando sus armas con vistas a las elecciones del 2004, en las que se jugará la posibilidad de permanecer otros cuatro años en Washington. Pero, en particular, la economía californiana quedó duramente golpeada por las consecuencias de la recesión en la multimillonaria industria de la informática, que tiene en Silicon Valley uno de sus máximos centros de producción y diseño.
Los déficit son resultado de una suma de factores: la ampliación de programas públicos durante la bonanza entre 1991 y 2001, la transferencia de programas federales a los estados, y el entusiasmo por la rebaja de impuestos que se puso de moda a mediados de los años ‘90 y llevó a George W. Bush a la Casa Blanca en 2001. Desde 2001, se agregó la combinación de una recesión económica de tres trimestres, los ataques terroristas y la “guerra contra el terrorismo” que ha incrementado los gastos de vigilancia, policía y preparación para emergencias. De acuerdo con un estudio del Comité Republicano de Política en el Senado (CRP), entre 1991 y 2000, aunque en muchos estados se recortaron los impuestos, las recaudaciones aumentaron un 74 por ciento, gracias a la prosperidad y el gasto de los consumidores, que representa el 70 por ciento de la economía de Estados Unidos. En esos años de vacas gordas, los estados acumularon reservas de casi 49.000 millones de dólares para hacer frente a posibles crisis,y el gobierno federal dejó en 1997 los déficit y acumuló hasta 2001 unos superávit de 557.000 millones.
Una reforma en 1996 de los programas de asistencia social, promovida por los republicanos que tenían mayoría en la Cámara de Representantes, y promulgada por el ex presidente Bill Clinton, transfirió del gobierno federal a los estados numerosos programas de subsidios médicos, de alimentación y desempleo. Entre 1991 y 2000, cuando el PIB de EE.UU. creció un 64 por ciento, los gastos de los gobiernos estatales y locales subieron un 56,21 por ciento, según el CRP. Gracias a la transferencia de programas a los estados, el gasto del gobierno federal aumentó sólo un 41,8 por ciento.
Desde que Bush llegó a la Casa Blanca, todo se revirtió: la debacle de las bolsas de valores y las empresas de Internet redujo la recaudación fiscal, tanto en el ámbito federal como en el estatal. Ahora el gobierno federal tiene su propio déficit de casi 400.000 millones de dólares y, aunque Bush ofreció alguna ayuda a los estados, la prioridad de Washington sigue siendo más rebajas de impuestos. California, con una economía de 1,3 billón de dólares anuales, sufrió uno de los golpes más duros con la devastación de su “industria cibernética”. A otros estados los hanafectado el elevado desempleo, el más alto en ocho años, y el menor gasto de los consumidores. El costo para los estados del programa Medicaid para la asistencia médica a los pobres aumentó un 6,4 por ciento en el período fiscal que concluyó ayer y alcanzó los 117.700 millones de dólares. El Medicaid, que en 1991 consumía el 16 por ciento del gasto de los estados, ahora supone más del 20 por ciento.
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