Su comienzo había sido tenue y cauto. Primero se negaba a oficializar su candidatura cuando era tomada por todos como un hecho. Después, se adelantó unos días a su proclamación como candidato a presidente pero lo hizo apenas con un escueto fax. Pero ayer, en un acto del Partido Socialista (PS), donde fue oficializado como candidato, el premier francés Lionel Jospin decidió pasar a la ofensiva. En un discurso vehemente acusó al actual presidente Jacques Chirac, también candidato, de haber llevado “siete años de presidencia impugnada”, en alusión al escándalo de corrupción que lo ronda. Y después disparó hacia otro presidente, el norteamericano George Bush, al decir que Estados Unidos debe darse cuenta de que “la seguridad del mundo no tiene sólo una dimensión militar”.
La ofensiva de Jospin luego de su voluntario silencio tiene sus razones. Según una encuesta publicada ayer mismo, para la primera vuelta presidencial del 21 de abril, Chirac aventaja a Jospin por dos puntos (25 a 23), mientras el “republicano” e inclasificable Jean-Pierre Chevènement está en tercer lugar con un 10 por ciento. Para la segunda vuelta, prevista para el 5 de mayo, las cosas entre Chirac y Jospin están empatadas 50 y 50. El premier tiene la ventaja de estar “fresquito” en su candidatura y de tener a un rival que ofrece varios flancos de ataque. Como forma de pegar rápidamente, Jospin se dirigió justamente a esos flancos.
Con el eslógan de “Presidir de otro modo”, Jospin dijo que Chirac, en la presidencia desde 1995, durante los primeros dos años de mandato delegó sus poderes e hizo “lo contrario de lo prometido” y en los cinco siguientes encarnó una “presidencia casi protocolaria e inactiva, pero crítica” hacia la gestión de Jospin como premier, que comenzó en 1997. Así, “dos años de presidencia infiel y cinco años de presidencia pasiva suman siete años de presidencia impugnada”, dijo Jospin. A renglón seguido, el premier francés eligió el flanco final. “Voy a cambiar el estatuto jurídico del presidente, para que deje de ser el único francés que no se somete a la ley común”, en alusión a la negativa de Chirac de declarar ante un juez que investigaba la supuesta financiación ilegal de su partido neogaullista Reagrupamiento por la República (RPR).
Después, Jospin se dedicó a defender sus propios flancos débiles, sobre todo el que hace a su filiación de izquierda. Siendo jefe del gobierno más de izquierda de la llamada “Tercera Vía” europea, con un alemán Gerhard Schroeder y un británico Tony Blair cada vez más a la derecha, Jospin cometió una gaffe cuando intentó negar su pasado trotskista. Corrido por derecha y por izquierda, el premier dijo ayer que el proyecto que propondrá a los franceses en estos comicios presidenciales “no es socialista”, sino una “síntesis” de la necesaria “modernidad” de hoy. “Mi gobierno no fue especialmente centrista, y yo me considero un socialista inspirado por los valores de la izquierda”, pero recalcó que apela a “los franceses, sean o no socialistas”, dijo Jospin. “¿Por qué tendría que dar una definición estrecha o encerrarme de antemano en una terminología definida? No lo haré.”
A la hora de hablar de política internacional, el premier francés fue un poco más definido. “Todos los problemas del mundo no se reducen sólo al terrorismo”, señaló en alusión a la política norteamericana de la “guerra contra el terrorismo”. “El mundo es demasiado complejo para que una sola potencia pueda pretender resolver los problemas del mundo a la sola luz de sus intereses”, subrayó, en consonancia con las declaraciones recientes del canciller francés Hubert Védrine, quien había dicho que “el Eje del mal” definido por Bush era producto de una visión “simplista” del mundo.