Dom 01.09.2013

EL MUNDO  › EL OBISPO PIETRO PAROLIN OCUPA EL LUGAR DEL CARDENAL TARCISIO BERTONE EN UN PUESTO CLAVE DEL GOBIERNO DEL VATICANO

Francisco reemplazó a su secretario de Estado

El Papa apunta a disminuir el peso de la curia vaticana y del secretario de Estado para reestructurar el gobierno de la Iglesia.

› Por Washington Uranga

El papa Francisco comenzó la etapa de las designaciones importantes en el Vaticano. Ayer la Santa Sede hizo oficial el nombramiento del obispo italiano Pietro Parolin, de 58 años, como nuevo secretario de Estado –segundo en la jerarquía vaticana– aceptando la renuncia del cardenal Tarcisio Bertone (78 años). Ambas informaciones fueron publicadas en la página oficial del Vaticano (www.vatican.va) confirmando así versiones periodísticas que circularon en los últimos días en medios de comunicación de Italia. Parolin se desempeñaba actualmente y desde el 17 de agosto de 2009 como nuncio (embajador) en Venezuela.

El nuevo secretario de Estado es relativamente joven para el promedio de edad de las autoridades eclesiásticas. Se lo considera un hombre de posiciones moderadas cuya trayectoria eclesiástica está ligada primordialmente al cuerpo diplomático de la Santa Sede donde trabaja desde 1986, apenas tres años después de ser ordenado sacerdote en 1980. Cumplió funciones diplomáticas en Nigeria y México y en 2009, junto con su nombramiento episcopal, fue designado nuncio en Venezuela. Fue subsecretario de Relaciones con los Estados, una especie de canciller del Vaticano, entre el 2002 y el 2009.

En su primera declaración después de hacerse pública su designación, el obispo Parolin se manifestó “sorprendido” por el nombramiento, expresó su “profunda gratitud y amor al santo padre Francisco por la confianza inmerecida que está depositando en mí” y calificó de “desafiante y exigente” la tarea que le toca afrontar. En un reciente reportaje concedido a Ultimas noticias, de Venezuela, Parolin había dicho que la elección del papa Francisco provocó “un cambio repentino de clima que se percibió enseguida” en la Iglesia, porque “antes había pesimismo” dado que “parecía que la Iglesia no fuera capaz de renovarse”. Después de los primeros pronunciamientos del Papa, sostuvo, “ha cambiado completamente la situación a un clima de esperanza, de renovación, de futuro, que antes parecía completamente trabado”. Y agregó que “eso yo lo considero, de veras, un gran milagro”.

Por decisión de Benedicto XVI el renunciante Bertone había suplantado al cardenal Angelo Sodano en 2006. Pero la estrecha relación entre este cardenal italiano y el pontífice alemán viene de años atrás, cuando Ratzinger lo hizo su hombre de confianza en la Congregación para la Doctrina de Fe (ex Santo Oficio) en 1986. Bertone es todavía presidente de la Comisión de Cardenales del Instituto para las Obras de la Religión (IOR, el banco vaticano) y continuará en ese cargo por el momento. En febrero pasado, cuando su mandato de cinco años en esa función estaba a punto de vencer, Bertone forzó su designación por un nuevo período por parte de Ratzinger que ya había anunciado su dimisión y sin aguardar la elección del nuevo papa.

Se sabe que esa jugada política molestó mucho a Bergoglio, que, a pesar de ello, lo confirmó provisionalmente al frente de la Secretaría de Estado.

Parolin asumirá funciones en el Vaticano el próximo 15 de octubre en la misma ceremonia en la que Francisco aprovechará para agradecer públicamente “el fiel y generoso servicio” de Bertone a la Santa Sede. El renunciante Bertone fue señalado como responsable directo de hechos de corrupción en las finanzas de la Iglesia, parte de los cuales quedaron al descubierto con los “vatileaks”, las filtraciones de información que circularon desde comienzos del 2012. Al mismo tiempo se acusó a Bertone de maniobras destinadas a impedir transformaciones en la curia vaticana y, en el último tiempo, de trabar el proceso iniciado por el papa Bergoglio para reformar el gobierno de la Iglesia y transparentar sus actividades en todos los niveles.

La función de secretario de Estado del Vaticano, una especie de primer ministro del Papa, fue creciendo en importancia durante el pontificado de Juan Pablo II, con la actuación de los cardenales Agostino Casaroli (1979-1990) y, muy particularmente, de Angelo Sodano (1990-2006), ambos italianos. Este último además tuvo la iniciativa de insertar a la Iglesia Católica en los debates de grandes temas políticos internacionales.

Ahora todo parece indicar que la orientación de Francisco apunta a disminuir el peso de la curia vaticana en general, y del secretario de Estado, en particular. Todo ello en el marco de una estrategia destinada a reestructurar la forma de gobierno de la Iglesia reduciendo sensiblemente el peso de la burocracia eclesiástica instalada en Roma. La elección de una comisión especial y extraordinaria de ocho cardenales de todo el mundo, coordinada por el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, con la finalidad de proponer modificaciones en la estructura de gobierno de la Iglesia parece ir en la línea antes señalada. Coincidentemente dicha comisión estará reunida en el Vaticano cuando Parolin asuma como nuevo secretario de Estado.

Algunos de los trascendidos de los círculos vaticanos indican que la intención de Francisco es circunscribir las tareas de la curia a las cuestiones administrativas y burocráticas de la Santa Sede y potenciar el gobierno colegiado de la Iglesia, en sus aspectos estrictamente religiosos, dando más intervención a los cardenales y obispos de todo el mundo, también a las conferencias episcopales de cada país. Una propuesta en este sentido estaría ya en los borradores de la comisión internacional que coordina el arzobispo hondureño de estrecha relación con Bergoglio.

Entre las medidas que podría adoptar Francisco se incluye una reforma radical del IOR, el banco vaticano, señalado como uno de los focos más importantes de corrupción. Según lo ha expresado Bergoglio a alguno de sus colaboradores, el Papa estaría convencido de que “la Iglesia no precisa un banco”. En principio, Francisco habría tenido la intención de disolver directamente el IOR, pero la medida fue desaconsejada por los técnicos. La alternativa sería entonces tomar una serie de determinaciones que dejen claramente establecido que el IOR no es un banco, sino una institución que se ocupa sólo y específicamente de las “obras de la religión”.

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