EL MUNDO › LA CANCILLER VA CAMINO A LA REELECCIóN EN LA VOTACIóN DE HOY EN ALEMANIA
Los errores de campaña de Peer Steinbrück, el candidato de la fuerza principal de la oposición, allanan el camino para que sea Merkel nuevamente la encargada de formar gobierno.
› Por Matti Steinitz
Desde Berlín
La pregunta del día de hoy en Alemania, donde los ciudadanos están llamados a votar a sus representantes para el Parlamento, es con quién va a formar una coalición de gobierno la canciller Angela Merkel. Es en el Parlamento, el llamado Bundestag, donde los partidos alemanes tienen que construir mayorías para formar el gobierno. Lo que, según todas las encuestas se puede descartar de antemano, es que esa tarea recaiga en Peer Steinbrück, el candidato de la fuerza principal de la oposición, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, centroizquierda). Los últimos sondeos pronostican 26 por ciento para el SPD y 40 por ciento para la Unión Cristiano-Demócrata (CDU, centroderecha) de Merkel.
Pero a pesar de esta ventaja clara, Merkel va a necesitar un aliado para seguir en el poder. Desde las últimas elecciones en el 2009 este lugar ha sido ocupado por los llamados “liberales” de la FDP (centro), quienes con casi 15 por ciento habían sacado un resultado record en la última elección. Pero los liberales han sufrido una baja de popularidad espectacular durante su tiempo en el gobierno. Tan es así que esta vez corren el riesgo de ni siquiera ingresar al Parlamento ya que, para hacerlo, se requiere un mínimo del cinco por ciento de los votos y en las encuestas están muy cerca de esta marca. Si no lo logran, la CDU se quedaría sin su “aliado natural” con el que comparten sus convicciones neoliberales y antiprogresistas.
En teoría, ésta sería la oportunidad para Steinbrück y los socialdemócratas de volver a formar un gobierno de centroizquierda tras la derrota del ex canciller Gerhard Schröder (SPD) en el año 2005. Schröder había encabezado una coalición entre SPD y los ecoprogresistas de los Verdes por siete años. Pero en la situación actual, en la que el SPD ha perdido una parte importante de su electorado tradicional, una coalición con los Verdes, a los que las encuestas le dan alrededor de 10 por ciento, ya no alcanzaría para lograr una mayoría parlamentaria en contra de Merkel. Se necesitaría un aliado más. El partido que podría jugar este papel es La Izquierda, formado por los sucesores del Partido Socialista de la Alemania oriental, sindicalistas, comunistas y varios grupos de izquierda radical. Con el nueve por ciento que van a recaudar según los sondeos, podrían otorgar los votos necesarios para bajar a Merkel de su silla. Pero como Steinbrück, representante del ala más conservadora de su partido, ha prometido que de ningún modo encabezaría una coalición integrada por La Izquierda y, debido a diferencias sustanciales entre los dos partidos, las posibilidades para un cambio de verdad y un gobierno sin Merkel son prácticamente nulas.
Entonces, en el caso de que los números del FDP no alcancen para asegurar la continuidad del gobierno de centroderecha actual, la única opción real que queda es la llamada “gran coalición” entre los dos grandes partidos tradicionales, CDU y SPD. Se trata de una construcción que ninguno de los dos quiere, teniendo en cuenta su rivalidad histórica y también el estancamiento que podría generar. Pero mientras la canciller Merkel supo salir sin mayores daños de la última “gran coalición”, que duró del 2005 hasta el 2009, los socialdemócratas como socios menores habían pagado muy caro las consecuencias del pacto con el enemigo, sobre todo en las urnas.
La idea de los estrategas socialdemócratas era que en los últimos cuatro años en la oposición el partido se pudiera recuperar, volviendo a levantar la bandera de la justicia social y a pronunciar las diferencias con la política neoliberal de CDU y FDP. Pero a pesar de que el gobierno de Merkel ha dejado muchos flancos abiertos durante este período, la SPD no ha sido capaz de crear un ambiente de cambio en el país.
En cambio Merkel, una mujer sin carisma ni visión de estadista, ha demostrado que puede mantener su alta popularidad en situaciones poco favorables y que puede imponerse a sus rivales sin confrontarlos directamente. Este estilo le ha provocado muchas críticas, pero, en tiempos de crisis del euro y de la Unión Europea, muchos alemanes parecen sentirse más seguros con Merkel, que es odiada en países como Grecia y España por su política de disciplina fiscal y recortes. Merkel ha demostrado una manera inigualable de gobernar callada, hasta que los que le causan problemas o los que la desafían se caigan. Así, por ejemplo, salió fortalecida de las confrontaciones continuas con sus aliados del FDP, mientras que Guido Westerwelle, el ministro de Relaciones Exteriores y ex líder de este partido, fue sacado de la cúpula por sus propios compañeros en el 2011. Merkel también sobrevivió a una serie de escándalos en el marco de los cuales varios miembros de su gabinete tuvieron que renunciar, incluyendo el ministro de Defensa y la ministra de Educación, tras comprobarse que habían plagiado partes de sus tesis doctorales. En el 2012 también tuvo que renunciar el presidente alemán Christian Wulff (CDU), llevado al poder y seleccionado por Merkel personalmente, porque había usado su cargo para favorecer a sus amigos. En todos estos casos Merkel supo ubicarse por encima de la creciente frustración con los funcionarios de su gobierno.
La lista podría seguir, pero lo que está claro es que la oposición no pudo sacar provecho ni del comportamiento pasivo de Merkel ni de la pésima actuación de su gobierno en varias instancias. Al contrario, con Steinbrück se han presentado con un candidato que se ha mandado tantas estupideces que, otra vez, lo único que tuvo que hacer Merkel en la campaña era sentarse tranquila y mirar, que siga no más. La última fue hace una semana cuando le dio una entrevista “sin palabras” a una revista, en la que se responden las preguntas con gestos que después salen en fotografías. Preguntado sobre qué opina acerca de todas las burlas que circulan sobre él, le muestra el dedo medio al fotógrafo. Y como no podría ser de otra manera, la imagen sale en la tapa de la revista y una semana antes del domingo electoral todo el país comenta sobre la prepotencia y la falta de educación del candidato... Así no se ganan elecciones, menos en Alemania.
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