EL MUNDO
› LA MUERTE DEL CIENTIFICO DAVID KELLY ABRE UNA IMPREDECIBLE CRISIS POLITICA EN EL GOBIERNO BRITANICO
Un suicidio para que Blair se quiera cortar las venas
Ayer, cuando le preguntaron si presentaría su dimisión tras el suicidio del científico David Kelly, Tony Blair, primer ministro británico, se limitó a permanecer en silencio. Tampoco contestó cuando le preguntaron si pediría las renuncias de dos altos funcionarios implicados. Fue la señal más clara de los problemas de Blair tras los falsos informes sobre Irak.
› Por Marcelo Justo
“El cadáver hallado ayer a las 9 y 30 de la mañana ha sido formalmente identificado como el del doctor David Kelly, de 59 años. El posmorten revela que la causa de la muerte fue una hemorragia de las heridas en su muñeca izquierda. Las heridas fueron aparentemente causadas por un objeto cortante. Recuperamos un cuchillo y un paquete abierto de paracetamol. La investigación está en curso, pero por el momento no hay ninguna indicación de que alguna otra persona haya sido la causa de su muerte.”
La guerra contra Irak por la supuesta amenaza que creaban las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein continúa en Gran Bretaña con este parte policial que la emparienta más con el género detectivesco de Agatha Christie o el de espionaje de John Le Carré que con los escenarios bélicos de un campo de batalla. De visita oficial en Japón, el primer ministro Tony Blair anunció que se llevaría adelante una investigación judicial independiente para determinar las circunstancias que causaron la muerte del prestigioso científico del Ministerio de Defensa británico, miembro del equipo de inspectores de la ONU para Irak entre 1994 y 1999 y uno de los principales asesores del gobierno sobre el presunto programa de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.
Cuando se le preguntó en la conferencia de prensa que sostuvo con el primer ministro japonés Junichiro Koizumi si alguien le había presentado su renuncia por este hecho, Tony Blair respondió que no era hora de hacer especulaciones. “Creo que tenemos que esperar a que se conozcan los resultados de la investigación judicial y entre tanto evitar conclusiones o especulaciones apresuradas. Déjenme expresar otra vez mis profundas condolencias por esta tragedia a la familia de David Kelly”, dijo un primer ministro visiblemente turbado. Y cuando le preguntaron si dimitiría o pediría la dimisión de
Geoff Hoon, su ministro de Defensa, o Alastair Campbell, su polémico asesor de comunicaciones, el primer ministro directamente no contestó.
Mientras se decide a qué género pertenece esta tragedia, la policía continúa con la investigación y no ha cerrado por completo la posibilidad de un crimen, aunque todo parecería apuntar a un suicidio y el gran interrogante es por qué. Un comunicado de la familia pareció apuntar a un estado depresivo del científico debido a la gran presión a que fue sometido por el Ministerio de Defensa en la guerra abierta entre el gobierno y la radioemisora pública británica, la BBC, sobre una presunta manipulación gubernamental de la información sobre armas de destrucción masiva en Irak.
“Los eventos de las últimas semanas volvieron intolerable la vida de David y todos los que participaron de estos hechos deberían reflexionar concienzudamente sobre lo ocurrido”, señaló una declaración de la familia dada a conocer ayer por la tarde.
Muerte de un científico
Los eventos se retrotraen a la sorda batalla desatada entre el gobierno y la BBC sobre las afirmaciones que hizo Andrew Gilligan, corresponsal de defensa de uno de los programas radiales más escuchados del país, “Today”, sobre la presunta manipulación gubernamental de la información de los servicios secretos.
El 29 de mayo, Gilligan señaló que una “alta fuente gubernamental” le había revelado que había gran inquietud en los servicios por el manejo que había hecho el gobierno de sus informes sobre armas de destrucción masiva en Irak. En las palabras de Gilligan, el gobierno había hecho más “sexy” los cautelosos y a veces áridos informes del espionaje británico. Dos días más tarde, en un artículo periodístico, Gilligan señaló al portavoz del primer ministro Tony Blair y director de comunicación de Downing Street, Alastair Campbell, como responsable de la polémica aseveración de que Irak podía poner en marcha su arsenal de armas de destrucción masiva en solo 45 minutos.
Desde entonces se desató entre ambas partes una guerra a muerte para que la otra parte se retractara. La BBC buscaba que el gobierno admitiera un uso selectivo de los datos de los servicios, mientras que el gobierno negaba todo y exigía que la corporación pidiera disculpas por haber emitido esa noticia, como dijo en su momento Alastair Campbell, “basándose en una sola fuente informativa, lo que contraviene las reglas de la BBC que establecen que toda noticia debe ser corroborada por al menos dos fuentes”.
La polémica llevó a que dos comités parlamentarios lanzaran sendas investigaciones sobre el tema. El Comité de Relaciones Exteriores se expidió sobre el tema el lunes 7 de julio exonerando al gobierno de manipulación del primer informe que presentó al Parlamento, pero condenándolo por el segundo, el llamado “dossier dudoso”, presentado en febrero y parcialmente basado en una vieja tesis de posgrado bajada de Internet palabra por palabra, errores ortográficos incluidos.
Mientras tanto el gobierno lanzó lo que sus críticos denominan una caza de brujas interna para averiguar quién era esa “alta fuente gubernamental” que citaba el periodista de la BBC. Es evidente que “en las últimas semanas”, como decía el comunicado de la familia de Kelly, las miradas convergieron sobre el cientifico, un microbiólogo de gran experiencia y reputación personal que trabajaba en el Ministerio de Defensa.
Según la versión oficial del Ministerio, al otro día de que se difundiera el dictamen del Comité de Relaciones Exteriores, David Kelly confesó que se había reunido con Andrés Gilligan unos 10 días antes de que el reportero emitiera su polémica nota radial por “Today”. En ese momento, el Ministerio no reveló el nombre del funcionario pero dio a conocer una serie de datos sobre sus actividades y exigió que la BBC confirmara si se trataba de la “alta fuente gubernamental” citada por su corresponsal de defensa. La BBC siguió protegiendo la confidencialidad de su fuente.
El 9 de julio, el ministro de Defensa Geoff Hoon envió una carta privada al director general de la BBC, Gavyn Davies, solicitándole que revelase si la fuente de la información era David Kelly. Teóricamente privada, la carta fue filtrada a la prensa. Cuando el 10 de julio el Comité de Relaciones Exteriores lo llamó a declarar, los medios de información ya lo identificaban como la presunta fuente de Gilligan.
El martes pasado, un nervioso David Kelly compareció ante el comité y fue duramente interrogado por los diputados. El científico reconoció su encuentro con Gilligan, pero señaló que estaba seguro de que él no era la fuente principal. Uno de los intercambios más elocuentes de la presión que sufría Kelly fue el que sostuvo con Andrew Mackinlay, un laborista que apoyó la guerra, pero que a partir de la falta de hallazgos de armas de destrucción masiva en Irak, principal razón para el conflicto, se mostró muy crítico con el gobierno. “¿Siente que usted es un chivo emisario de esta historia, que le han tendido una trampa?”, preguntó el diputado. Era el día más caluroso del año y la respuesta del sofocado Kelly apenas se pudo oír: “Esta no es una pregunta que yo pueda contestar”.
Dos días más tarde, este jueves, Gilligan prestó testimonio por la mañana ante el comité, que calificó su versión del asunto como”insatisfactoria”. A las tres de la tarde, Kelly salió a pasear solo. El hecho era inusual ya que el médico siempre iba acompañado a caminar por los bosques que hay a unos 3 kilómetros de su casa. A las 11.45 se reportó su desaparición. A las 9 y 30 del viernes se halló un cadáver que, según la policía, “correspondía a la descripción de David Kelly”.
Cabezas a rodar
Los observadores políticos británicos coinciden en señalar que rodarán cabezas en las próximas semanas o meses, con un favorito para presentar una prematura renuncia a su cargo: el portavoz del primer ministro Tony Blair y director de comunicación de Downing Street, Alastair Campbell, uno de los cerebros de la estrategia del “Nuevo Laborismo”. Ayer, Campbell se negó a formular declaraciones.
La presión sobre Blair no demoró en llegar. La ex actriz y ministra laborista Glenda Jackson sugirió que el premier debería dimitir, mientras Iain Duncan Smith, líder de la oposición conservadora, pidió que Blair reconvoque al Parlamento, que se encuentra de vacaciones.
La investigación judicial independiente estará presidida por Lord Hutton, uno de los lores que se expidieron sobre la legalidad de la detención en Londres del general Augusto Pinochet en 1998. Lord Hutton es uno de los más conservadores de los nueve jueces lores que funcionan como una corte suprema, es decir, como la máxima instancia judicial del Reino Unido.
El futuro del gobierno de Tony Blair dependerá de su dictamen que, según los especialistas, se debería conocer en los próximos dos o tres meses.