EL MUNDO › SUDAFRICA
Miles de sudafricanos, doloridos por la muerte de su líder y enojados por no poder darle su último adiós, se abalanzaron ayer sobre el edificio gubernamental donde se velaba a Nelson Mandela y obligaron a reabrirlo. Pese al verdadero aluvión que llegó a Pretoria ayer, el último de los tres días que se mantuvo abierta la capilla ardiente, la policía decidió cerrar por la mañana el recinto alegando que se habían desbordado todas las previsiones. De inmediato comenzaron a escucharse gritos de protesta en la multitud que hacía largas colas por las calles de la ciudad con la esperanza de ver por última vez a Madiba. La muchedumbre logró romper el cerco policial (foto) y se concentró en las entradas del edificio hasta que finalmente, a primeras horas de la tarde, la policía restableció el control y reabrió los accesos sin que se produjeran víctimas. Al anochecer, las puertas se cerraron definitivamente.
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