Dom 03.08.2003

EL MUNDO  › COMO SON LOS OLIGARCAS QUE SURGIERON DEL FIN DE LA UNION SOVIETICA

Los nietos multimillonarios de Stalin

Una clase social arrasa en Rusia: los oligarcas. Nacidos de la quiebra del imperio soviético, son hombres jóvenes, audaces, ambiciosos e inescrupulosos. Este es un paseo por la nueva burguesía rusa.

Por Pilar Bonet
Desde Moscú

En 2002, un total de 17 rusos (todos ellos hombres) con una fortuna conjunta estimada de 35.100 millones de dólares se colocaron en la lista de los principales multimillonarios (en dólares) del mundo elaborada por la revista Forbes. El año anterior, sólo siete rusos se habían situado en ella. Con algunos años de experiencia ya a sus espaldas, los multimillonarios rusos hacen esfuerzos por legitimar y multiplicar su patrimonio y adquirir respetabilidad. Rusia sigue siendo un país de grandes desigualdades, donde 37,2 millones de personas viven con menos del mínimo vital (2.047 rublos o algo más de 60 dólares mensuales).
Diez de las grandes fortunas rusas están vinculadas con el petróleo, comenzando por la de Mijaíl Jodorkovski, el presidente del consorcio Yukos, de 40 años, y cinco de los altos dirigentes de esta compañía. Jodorkovski, un antiguo líder de las Juventudes Comunistas, es, por su patrimonio personal (8.000 millones de dólares), el primero en la lista de Forbes, donde se situó en el puesto 26º. Le sigue, en el 49º, Román Abramóvich. La tercera fortuna de Rusia está en el grupo de empresas Alfa. Su poseedor es Mijaíl Fridman, que fue vicepresidente del Congreso Judío Ruso en los años ‘90. Alfa es el consorcio que fletó el petrolero Prestige, el que naufragó frente a las costas gallegas, y uno de los grupos de influencia más importantes en la Administración presidencial.
Otra gran fortuna es la del azerbaiyano Vagit Alekpérov, el presidente de la compañía Lukoil, la primera petrolera del país, cuyo patrimonio se calcula en 1.300 millones de dólares. Alekpérov se diferencia de otros multimillonarios del crudo por ser un profesional del sector, en el que trabaja desde mediados de los años ‘70, y por ser, con 52 años, el de más edad entre ellos. Otro de los oligarcas de la Rusia de hoy es Vladímir Potanin, que dirige el consorcio Interros y que controla el gigantesco combinado productor de níquel de Norilsk. Potanin, un ex funcionario del Ministerio de Comercio Exterior soviético que llegó a ser viceprimer ministro de Rusia entre 1996 y 1997, dedica una parte de su dinero a actividades culturales de gran figuración. Ha obtenido un puesto en el patronato del Museo Guggenheim de Nueva York a cambio de una donación mínima de un millón de dólares al año y actualmente subvenciona una exposición en los Inválidos de París en la que se exhiben objetos de la época napoleónica de las colecciones del Ermitage y de los museos del Kremlin.
A la hora de patrocinar cultura o beneficencia, cada multimillonario tiene sus preferencias, aunque hay factores comunes. La debilidad de Jodorkovski es la de coleccionar cuadros, pero la de Fridman parece ser la música. El magnate subvenciona giras de intérpretes clásicos, como el violinista Yuri Bashmet, por provincias, y ha patrocinado un reciente concierto del beatle Paul McCartney en la Plaza Roja de Moscú.
Los ricos rusos quieren ampliar sus negocios, cotizar en las Bolsas internacionales, atraer capital e invertir ellos mismos internacionalmente. Vincular su destino con socios extranjeros es también una forma de protegerse contra las arbitrariedades del Estado y los caprichosos cambios de legislación en Rusia, pero, en contrapartida, exigen transparencia. Yukos sentó un precedente al hacer pública su estructura de propiedad el año pasado, y otras compañías, como Lukoil o Interros, han seguido el ejemplo.
Jodorkovski se ha mostrado partidario de que las reglas de un entorno civilizado se apliquen a todos los empresarios en Rusia con independencia de cómo hicieron su fortuna. Sin embargo, el presidente Vladimir Putin no parece dispuesto a dejarse dar consejos en este sentido. En febrero, en una reunión con el presidente a la que asistían 10 de los 17multimillonarios de Rusia, Jodorkovski criticó una turbia operación, en la cual la empresa estatal Rosneft ha pagado una considerable suma a cuenta del erario público por recuperar otra compañía, privatizada antes a precio de saldo. “La corrupción se propaga en el país y ustedes pueden decir que todo comenzó con nosotros (...), pero en un momento comenzó y en otro debe acabarse”, afirmó. En lugar de darle la razón, Putin inquirió al magnate sobre el origen de sus propios negocios.
El multimillonario más joven es Oleg Deripaska, de 34 años, El Rey del Aluminio, cuya fortuna se calcula en 1.500 millones de dólares. Este conquistador de los metales de Siberia pertenece además a la familia política de Boris Yeltsin. Valentín Yumáshev, el suegro de Deripaska, es también el tercer esposo de Tatiana, la hija menor del ex presidente. De su primer marido, Tatiana tiene un hijo, Borís Yeltsin, júnior, que, como otros vástagos de la Perestroika, sabe gastar el dinero y desconoce las privaciones.
(De El País de Madrid, especial para Página/12).

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