EL MUNDO › NACE EN BARCELONA UNA RESPUESTA A LA CRECIENTE EMIGRACIóN Y AL RETORNO VOLUNTARIO DE LOS EXTRANJEROS
El panorama migratorio cambió radicalmente en España. Cada vez entran menos recién llegados y, por el contrario, aumentan los retornos voluntarios a los países de origen, como Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia.
› Por Flor Ragucci
Desde Barcelona
La realidad migratoria cambió y, si desde el gobierno de Rajoy se da la espalda a las últimas estadísticas que confirman que España perdió en sólo seis meses más de 100 mil habitantes por la emigración y que cada día recibe menor número de inmigrantes, desde la Municipalidad de Barcelona se apuesta, con una iniciativa pionera en Europa, por comprender y facilitar los nuevos procesos circulatorios de las personas. A partir de diciembre, el Servicio de Atención a Inmigrantes, Extranjeros y Refugiados (Saier) abrió una sección exclusivamente dedicada a la creciente emigración de españoles y al retorno voluntario de los inmigrantes afincados en la ciudad. En respuesta a los cambios de flujos migratorios que se registran en Barcelona desde el inicio de la crisis, el Saier sumó a la oferta de servicios que tenía hasta ahora (información de trámites, asesoramiento jurídico, programas de formación profesional, convalidación de estudios extranjeros y acogida lingüística) la atención a quienes buscan en el exterior las oportunidades que en España no encuentran, así como a quienes vinieron desde afuera y, por las mismas razones, optan ahora por regresar a su país de origen.
El Saier fue ya desde su nacimiento una iniciativa vanguardista en el Estado español. Surgido en 1989 a raíz de la numerosa demanda de asilo por parte de, principalmente, argentinos y chilenos que escapaban de las dictaduras del Cono Sur, este centro inauguró una nueva forma de gestión conjunta entre la Municipalidad y diversas entidades sociales. El Saier está formado por representantes de la administración pública y de seis colectivos de larga trayectoria en el campo de la movilidad internacional (sindicatos, el Colegio de Abogados de Barcelona y la Cruz Roja, entre otros) que no sólo aportan su experiencia sino también recursos económicos, dado que el gobierno de Mariano Rajoy retiró –con la excusa de la crisis– todos los fondos que tenía destinados a la acogida de inmigrantes. “Hace 25 años estas entidades, de forma pionera, solicitaron a la Municipalidad de Barcelona crear un punto único para atender a los solicitantes de refugio de América del Sur y, a partir de aquí, se empezó a dar respuesta a las necesidades de inmigración de la ciudad”, cuenta Gloria Rendón, coordinadora del Saier.
En la última década, el panorama migratorio cambió radicalmente en España. Cada vez entran menos recién llegados y, por el contrario, aumentan las migraciones y los retornos voluntarios a los países de origen. De hecho, el número de usuarios en el Saier disminuyó casi a la mitad en pocos años y las demandas pasaron de estar, primordialmente, relacionadas con el proceso de acogida para enfocarse en la solicitud de información sobre la salida al exterior. Teniendo en cuenta estas nuevas realidades, las entidades que conforman el Servicio emprendieron un trabajo conjunto de reflexión para reestructurar el funcionamiento del centro. “Nos dimos cuenta de que estábamos teniendo casos para los que no había nombre, entonces nos empezamos a replantear los términos que usábamos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de inmigrantes? La inmigración estaba concebida como gente que se va, llega y ahí se acaba la historia. Pero la cosa no va así, la gente sale, llega, vuelve y se queda, vuelve y regresa nuevamente..., es algo mucho más complejo. De ahí la necesidad de un cambio, ya no debía ser un centro especializado sólo en inmigración y refugio sino en movilidad internacional, para poder atender a los usuarios con una visión más integral”, explica Rendón.
El servicio de información sobre retorno voluntario aborda uno de los procesos más complejos en el ámbito migratorio. Cada vez más, personas extranjeras que llevan años viviendo en España –principalmente de nacionalidades sudamericanas, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador son los más registrados– deciden regresar a sus países porque en España no encuentran trabajo. En el Saier se los asesora sobre los distintos programas de retorno a los que pueden acogerse y cuál es la implicación legal que cada uno conlleva. “Hay un gran desconocimiento y mucha gente piensa que se va y cuando pase la crisis vuelve pero no, dependiendo del programa y del régimen de su tarjeta de residencia puede perder toda su regularidad en España”, advierte la coordinadora del centro.
Por otra parte, tomar la decisión de volver no suele ser fácil. Un gran número de las personas que apostaron por un proyecto de vida en el Viejo Continente ven la opción de regresar a su lugar de nacimiento como última salida. Contemplando esto, desde el Saier se intenta también dar alternativas que no impliquen el retorno como, por ejemplo, el asesoramiento para la búsqueda de trabajo en otros países de la Unión Europea. Asimismo, está en proceso la incorporación de atención psicológica para los usuarios que piden el retorno voluntario, porque es muy frecuente que lleguen al centro con depresión, tal como admite Gloria Rendón: “Lo peor que te puede pasar es volver a tu país como un fracasado”. Al perfil del solicitante inmigrante sin trabajo que busca desesperadamente moverse por el territorio europeo antes que retornar, y al de las personas extranjeras que, una vez obtenida la nacionalidad española, también deciden marcharse, en los últimos años se añadió un tercer perfil de emigrante, el de las personas nacidas en el país ibérico que se largan al exterior para encontrar una oportunidad.
Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística Español (INE) hace dos semanas, 118.328 personas abandonaron el país durante la primera mitad de 2013, lo cual significa que la emigración creció un 10,7 por ciento respecto del año pasado. Es en este contexto de profundo cambio social que las seis entidades y el gobierno de Barcelona vieron clara la necesidad de adaptarse a los nuevos requerimientos de los ciudadanos. “Hay menos personas que llegan, más que se van y también muchas que ya no acuden al servicio para recibir ayuda en la primera acogida sino asesoramiento sobre la nacionalidad o la homologación de títulos extranjeros, lo cual tiene que ver con un proceso de estabilización de la gente que está aquí desde hace ya bastante tiempo –explica Rendón–. Esto no quiere decir que en cinco años la demanda de recién llegados no vuelva a subir, porque España necesitará mano de obra. Hay que ser flexible y entender que vivimos en un flujo constante.”
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