Dom 26.01.2014

EL MUNDO  › OPINION

Guantánamo es el infierno de la Tierra

› Por Emir Sader

Ya pasaron 12 años desde su instalación, y 5 desde la promesa del presidente Obama de cerrarlo. Pero Guantánamo sigue, como el peor atentado a los derechos humanos en muchas décadas. Nada se compara en el mundo de hoy a las violaciones a los derechos más elementales de los seres humanos que lo que pasa en Guantánamo.

Por eso Estados Unidos lo instaló fuera de su territorio, fuera de cualquier circunscripción, de cualquier tipo de control jurídico. En el limbo constituido por esa otra monstruosidad –un territorio imperial incrustrado en territorio cubano, en contra de la voluntad soberana del pueblo de Cuba–.

Así, en ese espacio de nadie –o mejor, del terror imperial– siguen sucediéndose las peores formas de tratamiento animalesco de seres humanos. Ellos ya habían llegado a la prisión amarrados como animales, con capuchas, desfigurados de cualquier fisonomía que recordara que se trata de seres humanos, para que pudieran ser tratados como bestias.

Presos en jaulas, como animales salvajes, amarrados todo el tiempo, con capuchas, sin poder siquiera leer el Corán, alimentando a la fuerza a docenas de presos que mantienen huelga de hambre –es la situación más inhumana que se desconoce en el mundo hoy–.

Acusados de terrorismo, sin ninguna prueba, sin obligación de cumplimiento de ninguna norma jurídica, sin tener que probar a nada a nadie, ellos son las víctimas de la cobardía internacional. No hay ninguna iniciativa importante en el mundo que busque acusar y castigar lo que los Estados Unidos hace en Guantánamo, como si fuera su patio trasero en la era de la Guerra Fría.

Cerca de 800 personas pasaron por ese infierno, 150 todavía están ahí, 9 murieron, apenas 7 fueron condenados –5 de ellos se declararon culpables para firmar acuerdos que les permitieron salir de prisión–, 6 de los sospechosos pueden ser condenados a muerte.

Además de ser condenados expresamente por todos los organismos internacionales que mínimamente se ocupan de los derechos humanos, Estados Unidos debería estar excluido de participar y de pronunciarse sobre la situación de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo, mientras siga existiendo Guantánamo. Menos todavía puede Estados Unidos ser sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la OEA.

Guantánamo es la más grande vergüenza mundial en el tratamiento de seres humanos. Los países que reivindican una política exterior soberana tienen que unirse y exigir el fin de la prisión de Guantánamo y, además, la devolución de ese territorio (que no le pertenece) a Cuba.

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