El presidente de Uruguay, José Mujica, instó ayer a sus compatriotas a leer uno de los últimos mensajes del papa Francisco, un pontífice que “se las trae” y al que comparó con Juan XXIII. Durante su ciclo semanal en la estatal Radio Uruguay, Mujica, un ateo declarado, habló durante media hora de la Exhortación Apostólica titulada “Evangelii Gaudium” (La Alegría del Evangelio), escrita por Francisco y publicada el 26 de noviembre del año pasado. “En ese documento el Papa nos está sacudiendo, planteándonos cosas que seguramente lastiman, pero que nos retratan en el fondo la hondura de los problemas que enfrenta el mundo de hoy. Vale la pena e invito a la gente a que consiga este documento que está en Internet, para pensarlo en la profundidad de estas cosas”, afirmó el mandatario uruguayo.

Mujica enfatizó en el cuestionamiento del Papa a la economía de mercado y a las teorías del derrame que “suponen que todo crecimiento económico favorecido por la libertad del mercado logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo”.

“No tiene desperdicio. Es, por su natural responsabilidad, una clarinada para interpretar en profundidad muchos de los males que nos aquejan en nuestro tiempo”, dijo Mujica de Francisco. El ex líder de la guerrilla tupamara, que pasó 14 años preso de la dictadura, coincidió en la visión del pontífice de que hasta que no se revierta la exclusión y la inequidad en una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia”.

“Cuántas cosas para pensar que encierran estas afirmaciones de este papa que naturalmente está levantando polvaredas”, opinó Mujica, que celebró las coincidencias entre el mensaje del Papa y los de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), celebrada en La Habana la semana pasada.

Antes de referirse al Papa, el gobernante del Frente Amplio justificó el contenido de su programa radiofónico por el respeto que siente, desde un punto de vista político e histórico, hacia la Iglesia Católica y su labor en América latina. También recordó que hace varios años estuvo luchando por su vida en un hospital uruguayo y veía a gente que moría a su alrededor. “Así aprendí que, como mínimo, las religiones cumplen el piadoso papel de ayudar a bien morir a aquellas personas que creen. Esto tan aparentemente hondo y simple merece un enorme respeto por aquellos que no podemos ser creyentes”, agregó.