EL MUNDO
› UNA PERIODISTA RELATA COMO FUE EL ATAQUE CONTRA EL HOTEL PALESTINA EN BAGDAD
El día que EE.UU. nos apuntó y nos disparó
En días recientes, el gobierno de Estados Unidos se justificó a sí mismo por el ataque de sus tanques contra el Hotel Palestina el 8 de abril en Bagdad, en el que dos periodistas fueron muertos y tres resultaron heridos. En este testimonio, una de las periodistas que estaban en el lugar atacado cuenta cómo sucedieron realmente los hechos.
Por Angeles Espinosa *
Yo también miré por los prismáticos desde un balcón del Hotel Palestina. Justamente, desde el balcón de la suite 1403 donde pocos minutos después encontraría la muerte José Couso. No recuerdo si los binoculares eran suyos o de su compañero Jon Sistiaga, pero fue Couso quien me los pasó. En el visor de su cámara, las imágenes se veían pequeñas y en blanco y negro: “Con esto podrás apreciar mejor el movimiento de los carros”, me dijo.
En efecto, ahora sí que podía distinguir la torreta de los dos Abrams que se asomaban en la entrada occidental del puente de Al Yumhuria sin atreverse aún a cruzarlo. Uno de los aparatos avanzó un poco. Giraba su trompa rígida a un lado y a otro. De vez en cuando, de repente, daba la impresión de que la retrotraía ligeramente y, ¡pum!, lanzaba su proyectil contra la otra margen del río Tigris. Hubo un momento en que pareció que nos estaba mirando. La trompa metálica nos apuntó un instante. “¡Si nosotros podemos verlos con esto, ellos deben distinguir hasta los granos de nuestra cara!”, nos tranquilizamos. La escena se desarrollaba a un kilómetro de nuestra ventana.
Poco después cesó la actividad bélica visible y mi atención se desvió hacia otro de los balcones, orientado al Este, desde donde se podía ver un animado baile de helicópteros Apache y Cobra. Couso siguió grabando los blindados sobre el puente.
El gobierno de Estados Unidos insiste en que el disparo que aquel carro realizó contra el Hotel Palestina ese fatídico 8 de abril fue “en defensa propia”. El resultado de su investigación interna respalda finalmente la tesis del vigía, después de que las primeras explicaciones de sus responsables militares se contradijeran unas con otras. Según ese informe, los soldados “localizaron a una persona con prismáticos en los balcones de una habitación de los pisos superiores de un edificio de color marrón”. Creyeron que era el observador enemigo que marcaba objetivos y dispararon.
La explicación me dejó perpleja en los días posteriores al ataque y me sigue sorprendiendo hoy. ¿No vio el artillero el gran letrero que reza Hotel Palestine sobre el citado edificio marrón? ¿Cómo es posible que no supiera que aquel inmueble de 17 pisos era el hotel de los periodistas? Su perfil destaca junto al vecino Hotel Ishtar, ya que son los dos únicos edificios altos de la zona. ¿Tampoco se dio cuenta de que había decenas de personas con cámaras y trípodes en el resto de los balcones que rodeaban al que le resultó sospechoso? Según el relato del sargento al mando del blindado, pasaron 10 minutos desde que se avisó de la presencia del supuesto vigía y la orden de disparo. Hubo tiempo entonces para percatarse de que tanto público en las ventanas era algo inusual.
No dudo del agobio al que debían sentirse sometidos los soldados estadounidenses bajo el fuego de la artillería iraquí. Pero eso no lo justifica todo. Los testimonios de los numerosos informadores que nos encontrábamos en el hotel cuestionan que los alrededores del establecimiento fueran “un área de significativa actividad enemiga”, como asegura el informe. La grabación de la cadena francesa France 3, también. Durante los 15 minutos anteriores al impacto, no se oye ningún disparo. El proyectil térmico empleado se usa para matar, no para destruir edificios. Y logró su objetivo. Aunque no dio de lleno el hotel, su impacto a la altura del piso decimoquinto fue suficiente para arrebatar las vidas de Taras Protsyuk, un camarógrafo ucraniano que grababa para Reuters desde esa planta, y de Couso, que hacía lo propio para Tele 5 una planta más abajo. Otros tres colegas resultaron heridos. El cámara de Televisa en el piso 16 se salvó porque se estaba aburriendo con los carros y entró a cambiar de cinta.
Hoy, con la perspectiva de los cuatro meses que han pasado, no creo que el cañonazo contra el Palestina fuera un acto de intimidación como temimos en el calor de los primeros momentos. Sin embargo, dadas las circunstancias, tampoco puedo aceptar que fuera tan sólo “un accidente lamentable”. Alguien, el artillero que disparó o el capitán que dio la orden, cometió una imprudencia temeraria y ese extremo debe esclarecerse y, eventualmente, castigarse. La advertencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos de que Bagdad iba a ser “un lugar extremadamente peligroso para los reporteros” no constituye una patente de corso.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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