Vie 15.08.2003

EL MUNDO  › QUEDA EN ENTREDICHO EL MINISTRO DE DEFENSA DE BLAIR

Un tiro un poco más arriba

› Por Marcelo Justo

El clima de burocrática paranoia e incompetencia, de secreto y sospechas, de zancadillas y hermetismo que precedió el aparente suicidio de David Kelly, salió a la luz ayer en la cuarta jornada de la investigación judicial a cargo de lord James Brian Hutton. El dedo acusador apunta ahora directamente al ministro británico de Defensa, Geoff Hoon, e indirectamente, además, a la oficina del primer ministro Tony Blair.
El primero decidió ignorar a su más estrecho colaborador, quien desaconsejaba que el científico y candidato a Premio Nobel compareciera ante un comité parlamentario como posible fuente de una polémica noticia de la BBC sobre Irak. En cuanto al primer ministro, las distintas versiones que precedieron al famoso dossier que presentó el pasado septiembre ante el Parlamento, dadas a conocer ayer, muestran a las claras una fuerte manipulación para intensificar la sensación de una amenaza directa de Irak.
Según un memo presentado a la investigación judicial, el secretario permanente del Ministerio de Defensa, sir Kevin Tebbit, aconsejó al ministro que Kelly no compareciese ante el Comité de Exteriores de la Cámara que investigaba las pruebas facilitadas por el gobierno sobre la amenaza iraquí. “Este hombre se identificó de forma voluntaria. No está siendo juzgado”, escribió Sir Kevin.
El secretario permanente es el cargo de carrera más alto del ministerio. Sir Kevin Tebbit opinaba que Kelly debía comparecer a puertas cerradas ante el otro comité parlamentario que investigaba el tema, el de Seguridad e Inteligencia. Pero el ministro de Defensa respondió que sería difícil evitar su presentación ante el Comité de Relaciones Exteriores, cuyas sesiones eran transmitidas en vivo por televisión, “en el momento actual”. Dos días después de comparecer ante el comité, Kelly salió de su casa y se internó en una zona boscosa a unos dos kilómetros, donde la policía halló su cadáver a la mañana siguiente, con las venas de la mano izquierda cortadas.
La sesión que marcó el final de la primera semana de la investigación mostró al gobierno a la defensiva en varias oportunidades, pero tampoco la BBC ha salido del todo bien parada. El periodista Andrew Gilligan debió reconocer que la redacción de uno de sus informes “no era perfecta”, mientras que otra periodista de la célebre cadena pública de radio y televisión, Susan Watts, señaló que su jefe la había presionado para que su testimonio se pareciera al de Gilligan. Ni siquiera David Kelly se salva de la investigación que reveló incongruencias en su testimonio ante el Comité de Relaciones exteriores el 15 de julio, dos días antes de su muerte.

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