EL MUNDO › LOS SOLDADOS UCRANIANOS SE SIENTEN ABANDONADOS POR KIEV, MIENTRAS CRECE LA PRESENCIA MILITAR RUSA
Las fuerzas del gobierno de Ucrania, hasta ahora, muestran una asombrosa valentía, pero de a poco los soldados comenzaron a cambiar de lado y uno de los motivos es la sensación de que fueron abandonados a su suerte por Kiev.
› Por Kim Sengupta *
Las oficinas centrales estaban rodeadas de nuevo por un contingente mucho mayor que antes. Algunos de los hombres llevaban uniformes diferentes y portaban Kalashnikov, todos llevaban el emblema rojo, blanco y azul del recientemente formado ejército de Crimea que lleva el lema “La prosperidad yace en la unidad”.
Pero es el fantasma de la división que se cierne sobre las fuerzas armadas de Ucrania, mientras Crimea se prepara para separarse y quedar bajo el dominio del Kremlin. Por lo menos, algunos de los que están sitiados en la base de operaciones más importante de la capital del estado, Simferopol, han desertado en los últimos días. Las fuerzas del gobierno de Ucrania, hasta ahora, muestran una asombrosa valentía y resistencia contra las tropas rusas, mejor armadas y más grandes. También han resistido la intimidación del pavoneo de los Guardias de Autodefensa, o Soma Barona, de los nacionalistas rusos. Pero ahora, de a poco, los soldados comenzaron a cambiar de lado, y uno de los motivos por lo que lo hacen es la sensación de que fueron abandonados por Kiev. El gobierno de Ucrania –es la queja– ha estado demasiado rápido con palabras duras, pero va hasta ahí.
Una de las imágenes perdurables del desafío contra el poderío de Moscú fue la del coronel Yuli Mamchuk marchando con sus hombres a la colina en la base aérea de Belbek para exigir la devolución de las instalaciones incautadas. Siguieron adelante, desarmados, cantando el himno nacional, después de que los rusos dispararon tiros de advertencia sobre sus cabezas. El ejemplo se repitió en todo el Estado, otras bases se negaron a rendirse, dejando espinas mientras el Kremlin cierra su puño sobre Crimea. En un notable despliegue de sangre fría, los ucranianos, más a menudo técnicos de aviación que soldados, jugaron al fútbol como los rusos, incluyendo a las fuerzas especiales Spetznatz, apostaron tiradores y trajeron blindados de transporte de personal.
Pero como el temible coronel Mamchuk continuó las negociaciones, enfrentándose a una nueva amenaza de ataque a menos que él entregue la parte de la base que aún sostenía, sucedió algo que ilustra que no podían esperar ninguna ayuda práctica en la postura que mantenían. Llegó una llamada en su teléfono móvil. Fue uno de los altos funcionarios del Ministerio de Defensa en Kiev. ¿Cuáles fueron las instrucciones? “Me pedían que usara mi propia iniciativa. Ese ha sido el caso desde que los rusos llegaron aquí. Así que realmente estamos solos aquí”, me dijo el coronel.
La iniciativa mostrada individualmente por los comandantes de Ucrania mantuvo una serie de puntos estratégicos fuera de las manos rusas, a veces ganándoles el respeto de sus adversarios. La base en Bahchisaraja era una de las que quedaron fuera. Es en un lugar sensible, con una gran población de tártaros, una comunidad firmemente opuesta a Moscú. Después de una semana de tratar de persuadir al coronel Vladimir Dokychaev de que desarmara y partiera, los rusos se fueron y dejaron un contingente de Soma Barona para controlar un puesto de vigilancia. ¿Cuáles fueron sus palabras de despedida? “Nos dijeron que estaban orgullosos de noso-tros, nos dijeron que somos la clase de soldados que necesita el nuevo ejército de Crimea”, me dijo el coronel. “Yo dije que el problema era que el nuevo ejército de Crimea sería dirigido por ustedes, los rusos, pero sucede que somos soldados de Ucrania.” ¿Qué consejo había recibido de Kiev? “Muy poco”, fue la escueta respuesta. Mientras escribo esto, llega a través de las noticias que un oficial de alto rango en Bahchisaraja de-sapareció. ¿Desertó? ¿Secuestrado por los nacionalistas? Estamos tratando de averiguarlo.
El gobierno separatista de Crimea, dirigido por Serguei Aksyonov, declaró después de votar a favor del gobierno de Moscú que las únicas fuerzas legítimas aquí son los rusos y los militares de Ucrania deben incorporarse a las nuevas fuerzas de Crimea bajo el mando ruso o regresar a sus hogares en Ucrania. En el cuartel de Simferopol, el capitán Ina Katsonova describió que “intentaron soborno, un sueldo más alto, departamentos gratis” como estímulo para unirse a las nuevas fuerzas de Crimea. “Yo les dije que no estoy dispuesto a vender mi país. Somos los ucranianos y nos quedaremos con nuestro comando.”
El oficial al mando del cuartel, el general de Igor Vorunchenko, fue contundente: “Yo serví en el antiguo ejército soviético y conozco a algunos de los oficiales rusos que están aquí ahora: me gustan algunos de ellos. Pero no tengo ninguna intención de unirme a ellos, ni vamos a ninguna otra parte de Ucrania que no sea ésta, sin órdenes de mis superiores en Kiev”. ¿Qué órdenes recibió? No sabemos por qué las “tropas de Crimea”, apostadas en un lugar apartado, insistieron esta mañana que sus propias órdenes, dadas desde el gobierno de Crimea, debían impedir la entrada.
Después arreglamos una reunión con uno de estos soldados. El nos recibió vestido de civil, en la casa de un amigo, Leonid, un sargento de 26 años, y dijo que, después de mucho examen de conciencia, había decidido cambiar de bando y seguía preocupado por lo que había hecho. “No me imagino cómo puede cambiar la situación –dijo–. Crimea pasará a formar parte de la Federación Rusa. Como a los soldados no nos permiten hacer nada, estábamos sin dirección. ¿Qué está haciendo este gobierno en Kiev? Nada para nosotros. No recibimos ninguna ayuda de ellos. Al final, ¿qué otra opción tenemos más que unirnos al nuevo ejército? Nos decepcionaron, ¿no?”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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