EL MUNDO
› 17 MUERTOS Y 108 HERIDOS EN UN ATAQUE CONTRA LA ONU
Cuando la guerrilla dobla la apuesta
La resistencia a la ocupación en Irak produjo ayer su ataque más feroz al lanzar un camión-bomba contra el cuartel general de la ONU en Bagdad. Hubo 17 muertos y 108 heridos. Estados Unidos acusó a un grupo vinculado a Al-Qaida.
Fue el peor atentado bajo la ocupación. La explosión de un camión-bomba destruyó ayer el cuartel general de Naciones Unidas en Bagdad y causó al menos 17 muertos y 108 heridos, entre ellos cuatro miembros de la misión del Fondo Monetario Internacional en Irak. El enviado especial de la ONU en Irak, el brasileño Sergio Vieira de Mello, murió en el atentado suicida; su novia, la funcionaria argentina Carolina Larriera, resultó herida, pero está fuera de peligro. El ataque no fue reivindicado, pero Estados Unidos sostuvo que una organización próxima a Al-Qaida era la responsable.
Vieira de Mello quedó atrapado bajo los escombros tras la explosión. Poco después del atentado pudo hacer una llamada con su teléfono móvil y saludar a un compañero desde un agujero en su prisión entre las ruinas, pero luego se cortó toda comunicación con él. Fuentes de Naciones Unidas indicaron que pudo ser rescatado, aunque no hay confirmación oficial al respecto, pero poco después se informó de su muerte, corroborada por el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Un funcionario del organismo internacional señaló que el atentado puede haber tenido a Mello como objetivo, puesto que la explosión se produjo muy cerca de la ventana de su despacho.
Un trabajador de la ONU que presenció el ataque afirmó que la explosión se produjo cuando un camión de una fábrica de cemento se estrelló contra un muro del edificio y estalló. El consejero estadounidense en el Ministerio de Interior iraquí, Bernard Kerik, señaló que se trata de un atentado suicida, mientras que el Pentágono apuntó como posible responsable al grupo extremista musulmán Ansar al-Islam (Seguidores del Islam), relacionado estrechamente con la organización terrorista Al-Qaida.
“Eran las 16.00 hora local y hubo una explosión muy grande. Hay muchos heridos”, declaró justo tras el atentado el director general del programa Petróleo por Alimentos, Benon Sevan, que daba una conferencia de prensa en el edificio en el momento del atentado. El coordinador de los programas de UNICEF en Irak, Christopher Klein-Beekman, está entre las víctimas. En lo que era la sede de la ONU, en el hotel Canal de Bagdad, había muertos alineados en los corredores y heridos en el suelo. “En el exterior había una verdadera carnicería. Comenzaron a sacar a las víctimas... algunos estaban muy heridos en los hombros, la espalda, la nuca... había muchas mujeres que lloraban y temblaban”, relató Muna Naim, periodista francesa.
El complejo, en el que a esa hora trabajaban centenares de personas, tanto iraquíes como funcionarios extranjeros, fue evacuado por las tropas estadounidenses. Una gran parte del edificio se derrumbó a causa de la explosión. El portavoz de la Naciones Unidas, Fred Eckhard, calificó el atentado de hoy como “una tragedia, y no sólo humana, puesto que además es un paso atrás en la labor política de la ONU” en Irak.
El pasado 7 de agosto otro atentado con coche-bomba destrozó la embajada jordana en Bagdad, causando la muerte a 11 personas e hiriendo a otras 65. Un día después del “peor ataque contra objetivos no militares desde la caída de Bagdad”, según lo calificaron las autoridades estadounidenses, el presidente de EE.UU., George W. Bush, afirmó que “Irak es más seguro que antes”. “Estamos progresando”, señaló el líder estadounidense, que sin embargo no quiso valorar los brotes de violencia y ataques contra sus tropas.
El Consejo de Seguridad ha señalado que “el atentado no quebrará la voluntad de la comunidad internacional” ni frenará los programas de Naciones Unidas en Irak; el órgano directivo de la ONU está, según un portavoz de Siria (que ostenta la presidencia de turno), “unido contra estos ataques”. Por su parte, el secretario general del organismo, Kofi Annan, se mostró “consternado” por la acción terrorista, y expresó su esperanza de que los responsables sean juzgados lo antes posible. La Casa Blanca condenó el atentado como un ataque contra todos los iraquíes “queno decidirá el futuro de Irak”. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, interrumpió un partido de golf en su rancho de Crawford, donde pasa las vacaciones, para ser informado sobre el tema. Poco después señaló que la acción “terrorista” “refleja la desesperación de los seguidores de Saddam Hussein”.
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