Mié 20.08.2003

EL MUNDO

Sombras y niebla en el testimonio del príncipe negro de Tony Blair

Alastair Campbell, jefe de comunicaciones de Tony Blair y figura clave en el escándalo por el suicidio del científico David Kelly, compareció ayer ante la Justicia. Fiel a su fama, dejó todo un poco más confuso que antes.

› Por Marcelo Justo

El testigo estrella de la investigación judicial de lord Hutton dejó más sombras que luces sobre el aparente suicidio del científico David Kelly. Aplicando el viejo adagio que la mejor defensa es un buen ataque, el jefe de comunicación de Tony Blair, Alastair Campbell, fustigó duramente a la BBC por haber alegado que el gobierno insertó información en el dossier de septiembre del año pasado sobre armas de destrucción masiva de Irak para hacerlo “más sexy” y toreó con habilidad las preguntas sobre su propia participación en el informe.
Con fama de ser el primer ministro en las sombras, atacado y vituperado por su trato prepotente a la prensa, Campbell demostró ayer por qué el primer ministro lo ha defendido a capa y espada desde que lo nombró por primera vez como su jefe de prensa cuando todavía era líder de la oposición en 1994. El jefe de comunicación de Blair indicó que el dossier que el primer ministro presentó el 24 de septiembre al Parlamento era obra pura y exclusiva del director de Comité Conjunto de Inteligencia, John Scarlett, que coordina toda la información de inteligencia británica. En cuanto a la famosa aseveración que figuraba en el dossier de septiembre y que el primer ministro repetía cuatro veces en el prefacio, sobre la capacidad de Irak de activar su programa de armas de destrucción masiva en solo 45 minutos, Campbell negó cualquier tipo de participación. “No tuve ninguna influencia en el borrador. No inserté nada, no saqué nada. Mi única colaboración fue a nivel de presentación. Es decir de cómo comunicar la información de inteligencia que había”, señaló Campbell.
El dossier de septiembre es el corazón oculto de la investigación sobre las circunstancias que condujeron al aparente suicido de David Kelly entre el 17 y 18 de julio. En una nota radial emitida el 29 de mayo, el periodista de la BBC Andrew Gilligan indicó que una “alta fuente gubernamental” le reveló la incomodidad de los servicios secretos por la presunta manipulación gubernamental de la información y, en especial, por la inserción a último momento del argumento sobre los 45 minutos. Según la “alta fuente” de Gilligan, Campbell era el responsable de que esa argumentación se incluyera a último momento a pesar de que provenía de una sola fuente, en vez de las dos que exigen los servicios secretos británicos. La argumentación desató una feroz batalla entre el gobierno y la BBC que llevó, seis semanas después de emitirse la nota, a revelar públicamente que la fuente era David Kelly, experto en armas biológicas iraquíes del Ministerio de Defensa británico. Ocho días después de que se diera a conocer el nombre del científico, su cuerpo sin vida apareció en una zona boscosa de Oxfordshire.
En su deposición ante lord Hutton ayer, Campbell lanzó un virulento ataque contra Gilligan, a quien acusó de dar a conocer información que toda la BBC sabía que era “falsa”. “Por un lado pensé que nadie lo tomaría en serio porque era extraordinario sugerir que el gobierno haría eso”, dijo Campbell. En ese momento, Campbell se encontraba en Irak con el primer ministro. Se trataba de un momento triunfal para el gobierno: Tony Blair era el primer líder de la coalición que pisaba territorio iraquí desde el fin de la guerra. Ayer, Campbell señaló que se dio cuenta de la crisis en ciernes cuando los periodistas insistían en preguntarle al primer ministro sobre la nota de Gilligan y no sobre su visita a Basora. De inmediato, Campbell desmintió enérgicamente la información.
No sería la última vez que lo haría. La investigación judicial dedicó casi dos de las cinco horas que duró la intervención de Campbell a dilucidar, a partir de una serie de reuniones, correos electrónicos, llamados telefónicos y revelaciones a la prensa, cómo se potenció esa”batalla de gigantes” entre el gobierno y la BBC que tendría a Kelly como víctima.
El desempeño de Campbell ayer pareció a prueba de balas. Sin embargo dejó unas cuantas zonas oscuras que seguramente lo obligarán a asistir a la segunda fase de la investigación, cuando el magistrado y su abogado asesor podrán volver a interrogar a los testigos que juzguen necesarios para resolver contradicciones e incoherencias de los testimonios.
Un par de puntos saltan a la vista de la declaración de ayer. En relación con la afirmación que hizo en un memo el 17 de septiembre el jefe de gabinete del primer ministro Jonathan Powell que “tendremos que aclarar que no estamos afirmando que Saddam presenta una amenaza inminente”, Campbell simplemente señaló que incorporó esta preocupación al dossier sin más aclaraciones, a pesar de que contradecía vivamente lo que dijo el primer ministro al lanzar el informe: “Saddam tiene planes militares para usar armas químicas y biológicas que podría activar en 45 minutos”. En relación con la primera vez que supo sobre la aseveración de los 45 minutos, dijo que “no me interesó quién era la fuente de esta información, ni me preocupé mucho por averiguarlo”, dijo Campbell.
Una encuesta que dio a conocer el matutino The Guardian ayer puntualizaba que la mitad del electorado pensaba que el gobierno había manipulado la información del dossier y casi un 70 por ciento opinaba que había tratado injustamente a David Kelly. El único consuelo para Tony Blair es que todavía lleva cinco puntos de ventaja a la patética oposición conservadora.

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