Sáb 12.04.2014

EL MUNDO  › ULTIMATUM DEL PRESIDENTE PARA LOS SEPARATISTAS DE LA REPUBLICA POPULAR DE DONETSK

El este de Ucrania, desafío para Kiev

El gobierno de Ucrania, que está soportando una fuerte presión pública para actuar con decisión, dio un ultimátum de 48 horas a los separatistas en la ciudad oriental para desarmar y dejar el edificio administrativo que habían ocupado.

› Por Kim Sengupta *

Uno de los hombres se quitó el pasamontañas y declaró que no temía ser identificado; el rostro estaba pintado de color azul brillante. Otro estaba armado con lo que parecía ser un arpón, otros preparaban cocteles molotov. Afuera se juntaban pilas de neumáticos, bolsas de cemento y rollos de alambre de púas. La República Popular de Donetsk estaba preparando nuevas defensas contra un ataque esperado.

El gobierno de Ucrania, que está soportando una fuerte presión pública para actuar con decisión, dio un ultimátum de 48 horas a los separatistas en la ciudad oriental para desarmar y dejar el edificio administrativo que habían estado ocupando o enfrentar un ataque.

Sigue siendo incierto si estarían dispuestos a llevar a cabo la amenaza, lo que traería con certeza bajas y la posibilidad de intervención por parte del Kremlin. La administración en Kiev no necesita que le recuerden que la autorización del Parlamento a Vladimir Putin para el uso de las tropas no era sólo para Crimea, que se anexó posteriormente, sino aplicada a toda Ucrania.

El ministro del Interior en Kiev, Arsen Avakov, había anunciado que un “grupo de trabajo especial de la policía” ya había llegado a Donetsk. No hubo, sin embargo, presencia de personal de seguridad cerca del “asedio” en el centro de la ciudad. Dos policías en una esquina de la calle estaban desconcertados cuando se les preguntó por qué no formaban parte de la fuerza tratando de desalojar a los ocupantes ilegales. “Si Kiev quiere tomarlo, van a enviar a sus tropas; no estamos en condiciones de hacer nada en este momento”, dijo uno de ellos encogiéndose de hombros. “Estamos esperando órdenes”, añadió su compañero.

A treinta kilómetros al oeste, vehículos blindados y artillería ligera ucraniana fueron detenidos por la población local prorrusa a lo largo de la carretera. Hubo discusiones prolongadas; los oficiales trataron de hacer hincapié en que en realidad se dirigían hacia la frontera, tras la cual se informa que hay estacionados unos 40.000 soldados rusos.

Los manifestantes los acusaron de mentir, recriminándolos por tratar de “invadir Donetsk”. Mientras la impasse continuó, Liliana, de 63 años, acusó a los soldados de haber sido violentos. “Tiraban a la gente al suelo, torciéndoles los brazos detrás de sus espaldas”, dijo. “Ellos estaban tratando de abrirse camino con sus vehículos, yo estuve en el ejército una vez. Pensé que la conducta era repugnante.”

Después de un rato, el convoy se dirigió a otra ruta; los manifestantes estaban convencidos de que estaban buscando el camino hacia la ciudad, algunos de ellos partieron en dos vehículos grandes y una camioneta pick up a través de caminos secundarios para interceptarlos.

En Kiev, el presidente en funciones, Oleksandr Turchynov, esperaba que no fueran necesarias las tropas. Ofreció una amnistía a los separatistas de Donetsk y Lugansk, donde había tomado la sede de la organización de seguridad del Estado, prometiendo que “no habrá persecución penal a las personas que entreguen sus armas y salgan de los edificios, que estoy dispuesto a hacerlo como orden presidencial”.

No había inclinación por ningún compromiso en el interior del edificio administrativo en Donetsk. “Esta llamada amnistía no es diferente del ultimátum; quieren que entreguemos este edificio, no vamos a hacer eso. No vamos a salir hasta que consigamos un referéndum. Ellos quieren que entreguemos nuestras armas; ¿con qué nos vamos a defender cuando vengan los fascistas de Kiev?”, quería saber Aleksei Babanin, que portaba un bate de béisbol. “Si nos asaltan, terminaremos matando a muchos civiles. Entonces, sin duda, necesitaremos a los rusos encargados de mantener la paz”, afirmó.

Las autoridades ucranianas habían puesto fin antes a un enfrentamiento similar en Kharkiv, arrestando a 70 personas, sin recurrir a las armas de fuego. “Les resultará muy difícil obligarnos a salir, miren qué estrechas son las escaleras, van a tener que tomar este edificio piso por piso”, dijo Nicolai, quien afirmó haber sido un artillero en las fuerzas rusas en Chechenia. “Estamos preparados para cualquier asalto, estamos bien preparados.”

En el grupo, dijo, había alrededor de 800 hombres entrenados listos para defender el edificio, pero se negó a discutir qué tipo de armas tenían. En Lugansk, Tatiana Pogukai, una oficial de la policía, dijo que los activistas de las barricadas tenían una variedad de armas, incluyendo de 200 a 300 fusiles automáticos Kalashnikov. “Ellos no van a entregarlos hasta que consigan un referéndum.”

Ese fue también el grito de guerra entre la multitud de alrededor de 1000 personas en Donetsk afuera del edificio administrativo, con carteles que decían: “Estados Unidos y la Unión Europea, saquen las manos de Donetsk” y “Ayer Crimea: Hoy Donbass”. Valentina Komorowski, una contadora de 38 años, quería saber: “¿Por qué es correcto que Escocia tenga un referéndum y nosotros no? Incluso en Africa consiguen un país separado (Sudán del Sur), pero no no-sotros”.

Svetlana Vorosilovina fue firme en su opinión de que la región de Donbass no podía quedarse con el oeste del país, “porque siempre existe el peligro de que los fascistas del Maidan (el centro de las protestas en Kiev) vengan y hagan cosas terribles. ¿Dijo que estuvo en el Maidan? Entonces debe haber visto que decapitaron a gente allí? Vorosilovina, de 76 años, simplemente no podía aceptar que no fue así.

Su nieta, Natalia, sonrió: “Está un poco confundida, quizá con Siria. ¿No es allí donde la gente respaldada por Estados Unidos y Gran Bretaña está cortando cabezas? Aquí la emoción predominante es el miedo, tal vez se deba a la propaganda, pero vemos todas estas personas de derecha en el gobierno en Kiev y, para gente como mi abuela, eso les recuerda a la guerra, a los nazis. La gente en Occidente no entenderían esto”.

Media hora más tarde, se comenzó a escuchar música por el altoparlante: himnos de batalla del Ejército Rojo de la Gran Guerra Patria.

* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère

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