EL MUNDO › OPINION
› Por Robert Fisk *
Después del acto grotesco de los talibán y Osama bin Laden y 15 de los 19 asesinos suicidas del 11 de septiembre, conozcan la última contribución monstruosa de Arabia Saudita a la historia mundial: el califato islamista sunnita de Irak y el Levante, conquistadores de Mosul y Tikrit –y Raqqa en Siria– y, posiblemente, Bagdad, y los últimos humilladores de Bush y Obama.
Desde Alepo, en el norte de Siria, casi en la frontera iraní-iraquí, los jihadistas de Isis y diversos otros grupúsculos pagados por los wahabistas sauditas –y por oligarcas kuwaitíes– ahora gobiernan miles de kilómetros cuadrados. Además de la función de la Arabia Saudita en esta catástrofe, ¿qué otras historias se nos ocultarán los próximos días y semanas? La historia de Irak y la historia de Siria son la misma –política, militar y periodísticamente: dos líderes, uno chiíta, el otro alauita, luchando por la existencia de su régimen contra el poder en aumento de un ejército internacional musulmán sunnita.
Mientras que los estadounidenses apoyan al desdichado primer ministro Nouri al Maliki y su gobierno electo chiíta en Irak, los mismos americanos siguen exigiendo el derrocamiento de Bashar al Assad de Siria y su régimen, a pesar de que ambos líderes son ahora hermanos de armas contra los vencedores de Mosul y Tikrit. La riqueza de Qatar pronto puede ser redirigida en otra dirección, lejos de los rebeldes musulmanes de Siria e Irak y hacia el régimen de Assad, por el miedo y el odio profundo hacia sus hermanos sunnitas de Arabia Saudita (que puede invadir Qatar si llega a estar muy enojado).
Todos sabemos de la “profunda preocupación” de Washington y Londres ante las victorias territoriales de los islamistas –y la destrucción completa de todo por lo que Estados Unidos e Inglaterra sangraron y murieron en Irak–. Nadie, sin embargo, se sentirá como parte de esta “profunda preocupación” como el Irán chiíta, la Siria de Assad y la Irak de Maliki, quienes deben considerar las noticias de Mosul y Tikrit como un desastre político y militar. Justo cuando las fuerzas militares sirias estaban ganando la guerra para Assad, decenas de miles de militantes de base iraquí puede ahora atacar el gobierno de Damasco, antes o después de que se elija avanzar sobre Bagdad.
A nadie le importará ahora cuántos cientos de miles de iraquíes han sido asesinados desde 2003 a causa de las fantasías de Bush y Blair. Estos dos hombres destruyeron el régimen de Saddam para hacer el mundo seguro y declararon que Irak era parte de una batalla titánica contra el “islamofascismo”. Bueno, ellos perdieron. Recuerden que los norteamericanos capturaron y recapturaron Mosul para aplastar el poder de los combatientes islamistas. Ellos lucharon por Faluja dos veces. Y ambas ciudades se han perdido de nuevo a los islamistas. Los ejércitos de Bush y Blair hace tiempo que han vuelto a casa, cantando victoria.
Bajo Obama, Arabia Saudita continuará siendo tratada como una “moderada” amistosa en el mundo árabe, a pesar de que su familia real se basa en las convicciones wahabíes de los islamistas sunnitas en Siria e Irak –y a pesar de que millones de sus dólares están armando a esos mismos combatientes–. Así el poder saudita alimenta tanto al monstruo en los desiertos de Siria e Irak como adula a las potencias occidentales que lo protegen.
También deberíamos recordar que los intentos militares de Maliki para retomar Mosul son propensos a ser feroces y sangrientos, como han demostrado ser las batallas de Assad para volver a tomar las ciudades. Los refugiados que huyen de Mosul tienen más miedo de la venganza del gobierno chiíta que el que tienen de los jihadistas sunnitas que han capturado su ciudad.
A todos nos dijeron que consideremos el nuevo “califato” armado como una “nación terrorista”. Abu Mohamed al Adnani, el portavoz de Isis, es inteligente y está prevenido contra la arrogancia. Por eso habla de un avance sobre Bagdad, cuando podría estar pensando en Damasco. Isis, en gran medida, está dejando ilesos a los civiles de Mosul.
Por último, se nos dirá que consideremos el futuro como una guerra sectaria cuando en realidad será una guerra entre los sectarios musulmanes y los sectarios no musulmanes. La parte de “terror” estará en las armas que enviamos a todos lados.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.(Versión para móviles / versión de escritorio)
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