EL MUNDO › SEGúN ANUNCIARON LOS INSURGENTES, EL OBJETIVO ES CONQUISTAR BAGDAD, DONDE LA POBLACIóN CHIíTA YA MOVILIZó A MILES DE MILICIANOS
En el marco de la escalada bélica en el país del Golfo, el gobierno estadounidense envió a la región al secretario de Estado, John Kerry, para encabezar una ofensiva diplomática y discutir el asunto con sus aliados.
Mientras los combates y los bombardeos continúan en el norte iraquí, islamistas radicales y milicias sunnitas locales avanzaron ayer hacia el oeste del país y se alzaron con cuatro pueblos estratégicos, sobre las principales rutas que conectan al país con Siria y Jordania. En el marco de esta escalada bélica, el gobierno estadounidense envió a la región al secretario de Estado, John Kerry, para discutir la situación en Irak con sus aliados. Desde Washington, en tanto, el presidente Barack Obama lanzó un alerta contra el avance de los jihadistas y dijo que esas acciones podrían contagiar a los países vecinos. Washington adelantó días atrás su decisión de enviar 300 asesores militares a Irak con la intención de determinar la situación que atraviesan las fuerzas de seguridad, que en las últimas semanas se vieron superadas por los ataques de las milicias islamistas y sunnitas.
La República Islámica de Irán, aliado del gobierno iraquí del primer ministro chiíta, Nuri al Maliki, repudió ayer la decisión de Washington de enviar asesores a Irak, de donde retiró sus tropas en diciembre de 2011, después de casi nueve años de ocupación militar. “Nos oponemos totalmente a una intervención estadounidense o de otro tipo en Irak”, sentenció el máximo líder de Irán, el ayatola Alí Jamenei, en un comunicado difundido por la agencia de noticias local IRNA (Islamic Republic News Agency). Las tensiones entre Teherán y Washington vienen aumentando al mismo ritmo que la actividad militar desplegada por combatientes jihadistas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), milicias sunnitas locales y ex miembros de las fuerzas leales al derrocado y asesinado Saddam Hussein, que avanzan en un movimiento de pinzas, desde el oeste y el norte del país, sobre Bagdad.
Durante una conferencia de prensa, el vocero del ejército, el general Qasem Ata, informó ayer que sus tropas se retiraron de Rawa, Al Qaem y Anah, los tres primeros pueblos sobre la ruta que comunican el norte de Siria con las ciudades iraquíes de Ramadi y Falluja, las primeras que los islamistas tomaron a principios de este año, ubicadas poco más de 100 kilómetros al oeste de Bagdad.
En este sentido, Ata explicó que el repliegue fue lanzado por una cuestión táctica, que tuvo como objetivo volver a movilizar y reactivar las unidades militares en zonas fuertes para garantizar su control de manera efectiva. Sin embargo, si el EIIL y sus milicias aliadas siguen avanzando sobre esa dirección en la provincia de Al Anbar y toman los próximos dos pueblos sobre esa misma ruta, Haditha y Hit, controlarán completamente la circulación entre el norte sirio y el oeste iraquí sobre el río Eufrates. Desde el año pasado, el EIIL mantiene el dominio en Siria, la provincia norteña de Al Raqqa y se ha mostrado muy activo en la vecina ciudad de Deir Ezzor, lo que le permite una continuidad territorial con su otro bastión en Irak, la contigua provincia fronteriza de Al Anbar.
Además, fuentes militares iraquíes informaron a la cadena de noticias BBC que los insurgentes tomaron también Rutba, la población más importante sobre la ruta que comunica a Ramadi y Falluja con Jordania. El pueblo se encuentra ubicado a 90 kilómetros de la frontera. Por otra parte, los combatientes insurgentes continuaron combatiendo con el ejército y las fuerzas de seguridad kurdas en el norte del país. Hace casi dos semanas, el EIIL, a la cabeza de una coalición de milicias sunnitas locales y de ex miembros del gobierno de Saddam Hussein que quedaron relegadas por el gobierno chiíta de Al Maliki, sorprendió a los habitantes de Bagdad y de todo el mundo al tomar Mosul, la segunda ciudad del país.
Este movimiento militar y el miedo existente ante las represalias del ejército forzaron a cerca de medio millón de personas a abandonar sus casas en apenas unos días, según aseguró Naciones Unidas. Esa misma semana los milicianos avanzaron hacia el este y el resto del norte y llegaron a tomar por un breve período de tiempo la mayor refinería del petróleo del país, Biyi, convertida actualmente en un campo de batalla. Según anunciaron entonces los insurgentes, su objetivo es marchar hacia Bagdad, donde la población chiíta ya movilizó a miles de milicianos, algunos de los cuales rechazan por igual el avance sunnita como la posibilidad de una intervención militar estadounidense.
Por otra parte, el vocero del ejército iraquí informó ayer que las fuerzas nacionales bombardearon nuevamente los suburbios de Tikrit, la capital de Salahedin, la provincia natal de Hussein, al sureste de Mosul. Según el general Ata, 42 milicianos fallecieron en los bombardeos y trece de sus vehículos blindados fueron destruidos.
Desde El Cairo y antes de volar a Amman, la capital jordana, Kerry (ver página 20), adelantó que el gobierno iraquí “gozará de nuestro apoyo para enfrentar al terrorismo”, pero descartó que lo que está sucediendo en ese país sea responsabilidad de Washington. Desde la invasión estadounidense de 2003 y el derrocamiento de Saddam Hussein, Estados Unidos apoya a gobiernos iraquíes de mayoría chiíta, que sistemáticamente han discriminado y relegado, política, económica y militarmente a las provincias y regiones de mayoría sunnita. Por eso, pese a que los que lideran la insurgencia en el norte y el oeste son combatientes del EIIL, algunos de ellos extranjeros, cuentan con el apoyo y la lealtad de muchas milicias sunnitas locales.
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