Sáb 13.09.2003

EL MUNDO  › CASA BLANCA Y DEPARTAMENTO DE ESTADO PRESIONAN A ISRAEL PARA QUE NO LO EXPULSE

Conozcan al nuevo escudo humano de Arafat

Un día después de que el gabinete israelí anunciara un “acuerdo de principio” consigo mismo para la expulsión de Yasser Arafat de Cisjordania, la diplomacia norteamericana descargó toda su presión sobre Ariel Sharon para que se abstenga de hacerlo.

Por Ferrán Sales *
Desde Jerusalén

Estados Unidos encabezó ayer una ofensiva diplomática internacional sin precedentes en favor del presidente palestino Yasser Arafat para impedir que el gobierno de Israel lleve a término las amenazas de destierro, consensuadas en el seno del Gabinete de Seguridad celebrado el jueves bajo la batuta del primer ministro Ariel Sharon. Mientras tanto, centenares de palestinos se juramentaban ayer en las calles de Ramalá proteger la vida de su “rais”, convirtiéndose si es necesario en escudos humanos de su anciano presidente.
El embajador de Estados Unidos en Israel, Dan Kurtzer, transmitió ayer personalmente al ministro israelí de Defensa Saul Mofaz la preocupación e indignación del presidente George W. Bush por la decisión de desterrar a Arafat. El encuentro se llevó a cabo en la sede del Ministerio de Defensa en Tel Aviv en el transcurso de una tensa reunión, que duró aproximadamente dos horas. El diplomático recordó en esta reunión al militar la posición tradicional de Estados Unidos de proteger a ultranza la vida de Arafat y evocó de paso el compromiso adquirido por el primer ministro Sharon ante Bush en el año 2001 cuando, a raíz de uno de sus primeros encuentros, prometió “no tocar” al presidente palestino.
“El Estado de Israel ha cometido un error histórico de no haberlo hecho –expulsar a Arafat– antes, pero ahora el mundo entero sabe que Arafat empuja a Hamas y otros factores a torpedear el proceso. Por la seguridad de nuestros ciudadanos debemos expulsar a Arafat”, contestó Mofaz, enfrentándose así a Estados Unidos, y entreabriendo la puerta a una de las peores crisis que hayan surgido en los últimos años entre los dos países.
El mensaje del diplomático norteamericano era la reedición de la conversación que horas antes la consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice había mantenido con Dov Weiglass, el director de la oficina de Sharon, quien a través del teléfono lo había conminado a la prudencia y cautela con respecto a Arafat. Por si todos estos esfuerzas no fueran suficientes el secretario de Estado, Colin Powell, habló ayer por la tarde con el ministro de Relaciones Exteriores israelí Silvan Shalom, y le repitió las mismas advertencias.
La Casa Blanca, que durante los últimos años se ha negado a reconocer el liderazgo de Yasser Arafat y ha participado activamente en la campaña de aislamiento preconizada por Israel, se ha convertido así en el principal abanderado de la ofensiva a favor del presidente palestino. Detrás de Estados Unidos cerrando filas se han situado la casi totalidad de los países árabes, el secretario general de las Naciones Unidas y la Unión Europea, que a través de una portavoz alertaba sobre los peligros que sobre la región provocaría el destierro de Arafat.
Por su parte, centenares de palestinos se concentraron ayer en las calles de Ramalá y marcharon hacia la Mokata para demostrar su apoyo al presidente Arafat y comprometerse a convertirse en escudos humanos e impedir su exilio, en una operación similar a la efectuada por voluntarios internacionales hace dos años, cuando se encerraron en la residencia para proteger al anciano líder de los tanques hebreos.
La crispación de la calle palestina se puso el viernes en evidencia en la Explanada de las Mezquitas, al final de la plegaria semanal, cuando un grupo de jóvenes acosó con piedras a los judíos que rezaban, al otro lado, en el Muro de los Lamentos. Las fuerzas policiales, por primera vez en muchos meses, respondieron con firmeza el ataque, lanzando gases lacrimógenos y bombas de estruendo. Varios jóvenes palestinos fueron heridos y un grupo reducido de ellos arrestado. El jefe de la policía israelí acusó a Arafat de estar detrás de los disturbios.
Pero ni las presiones de Estados Unidos y de la comunidad internacional, ni el temor de un estallido de indignación popular en la calle palestina, parecen capaces (por lo menos de momento) de frenar al gobierno de Israel, que está decidido a ejecutar la expulsión en cuanto tenga una nueva excusa para ello. Desde hace un año hay un cuerpo de elite del ejército preparado para llevar a cabo la operación. Pero, además, la expulsión cuenta con el apoyo del 58 por ciento de la población israelí. Sólo el 30 por ciento de los israelíes considera que el destierro de Arafat provocaría más problemas y entrañaría un grave riesgo.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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