Desde Londres

El Parlamento británico aprobó ayer por abrumadora mayoría los ataques aéreos contra el Estado Islámico (EI) en Irak. Con 524 votos a favor y 43 en contra la Cámara de los Comunes sumó de manera inequívoca al gobierno a la coalición que lidera Estados Unidos. Al cierre de esta edición seis Tornado en la base británica de Akrotiri, Chipre, se aprestaban para entrar en combate este fin de semana.

El apoyo al bombardeo fue concluyente, pero las seis horas de debate estuvieron dominadas por el fantasma de la guerra en Irak. La moción parlamentaria excluyó a Siria de los ataques, descartó por completo el envío de tropas terrestres y justificó el bombardeo de Irak en el pedido expreso del mismo gobierno iraquí para combatir al Estado Islámico.

El primer ministro Cameron usó el lenguaje más contundente a mano para explicar a los diputados y a la población la necesidad y legitimidad de la intervención británica. “El asesinato de rehenes británicos deja en claro que hay una amenaza directa a la vida de nuestros ciudadanos. No lo estamos inventando, no es una fantasía: esto está sucediendo y tenemos que enfrentarlo”, dijo Cameron.

El primer ministro aseguró que había un plan claro para lidiar con EI, que la decisión de intervenir era legítima y moral y que contaba con el apoyo de los mismos iraquíes y de otras naciones de la región. El mensaje era claro, pero el primer ministro no se privó de subrayarlo: “Esto no es el 2003”. En términos similares se expresó el líder de la oposición, el laborista Ed Miliband. “El objetivo es reforzar el gobierno democrático de Irak y evitar el avance del Estado Islámico. Lo haremos con nuestro poder aéreo mientras las fuerzas iraquíes hacen la campaña en el terreno. Es una misión difícil y tomará tiempo. Pero ya hemos visto que la intervención de Estados Unidos ha tenido un impacto positivo”, dijo Miliband.

El apoyo fue masivo, pero reticente. Entre los 43 votos en contra había tanto miembros de la coalición gubernamental conservadora-liberal demócrata como de la oposición laborista. “Esto no ha sido pensado a fondo. El problema es político. El Estado Islámico son tribus sunnitas que se cansaron del gobierno, aliados a fuerzas del viejo régimen de Sadam Hussein y a jihadistas extranjeros sunnitas. Si se bombardea se estará bombardeando a las tribus y a las fuerzas que se necesitan para derrotar al Estado Islámico”, señaló el conservador Adam Holoway, quien combatió en la primera guerra de Irak.

Mientras tanto, en Bruselas hay un creciente nerviosismo por el impacto que la participación de distintos países europeos puede tener en la seguridad interior. El coordinador de la política antiterrorista de la Unión Europea, el belga Giles de Kervoche, calculó que había unos tres mil combatientes europeos en el Estado Islámico. “El flujo de combatientes no se ha detenido. El número es muy alto”, le indicó al The Guardian. En off the record la preocupación no era tanto por los europeos que iban a sumarse a las fuerzas del Estados Islámico en Siria e Irak sino por los que volvían para cometer actos terroristas. “La policía no sabe cómo va a lidiar con esto. Todos temen que se nos vaya de las manos, que ya sea muy tarde”, les indicó un alto oficial europeo a The Guardian y otros cinco periódicos europeos.