EL MUNDO
› WASHINGTON Y BERLIN DIERON POR SUPERADA SU CRISIS POR IRAK
Cuando George se amigó con Gerhard
EE.UU. pareció estar avanzando ayer en su intento de lograr una nueva resolución de la ONU sobre Irak, tras un encuentro de reconciliación de George W. Bush con el canciller alemán, Gerhard Schroeder.
Por José Manuel Calvo *
Desde Nueva York
La guerra de Irak ha enfrentado tanto a dos estrechísimos aliados como EE.UU. y Alemania que, aparte de un par de obligados apretones de manos, el canciller Gerhard Schroeder y el presidente George W. Bush llevaban 16 meses prácticamente sin hablar. Pero ayer, en Nueva York, el hielo se rompió y los dos aseguraron haber superado los peores escollos. En su estilo poco sofisticado, Bush contó así la conversación, en presencia del canciller: “Lo primero que le he dicho es, mira, hemos tenido nuestras diferencias, pero ya han quedado atrás y vamos a trabajar juntos”. Schroeder asintió: “Sin duda, hemos compartido la impresión de haber superado estas diferencias”.
Según el canciller –que exigió en su discurso ante la Asamblea la legitimidad de la ONU para construir el futuro de Irak–, la reconciliación con EE.UU. “es muy importante, no sólo para Irak, sino para la zona, para Alemania y para toda Europa”. En el clima versallesco creado en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, donde se celebró la entrevista, Bush valoró la posición de Schroeder y lo llamó por su nombre de pila: “Le agradezco sus esfuerzos para ayudar a que Irak sea un país pacífico, estable y democrático. (...) Los dos estamos comprometidos con la libertad, con la paz (...) y le he reafirmado a Gerhard que las relaciones entre los dos países son muy importantes para esta administración”.
El día anterior, Bush no se refirió a “Jacques” por la sencilla razón de que no hubo comparecencia conjunta ante la prensa tras su entrevista con el presidente francés, Jacques Chirac. Es obvio que Alemania está mejor que Francia a los ojos de Washington y mejor aún Rusia: el presidente Vladimir Putin pasará el fin de semana en la residencia presidencial de Camp David. Todo ello confirma el enfoque que se atribuye a esta administración sobre la política a seguir con sus tres aliados tras la crisis: recompensar a Rusia, perdonar a Alemania, apretar a Francia.
Los tres dirigentes de estos países se reunieron en Nueva York para coordinar y afinar los movimientos a corto plazo sobre la resolución que el Consejo de Seguridad debe discutir en los próximos días. No hubo comparecencia conjunta tras el encuentro. Chirac dijo a los periodistas que había sido “positivo, cordial y amistoso” y que no hay “ni sombra de divergencias con Alemania” ni cambios “en la posición común de los tres sobre Irak”. El día anterior había transmitido a Bush que Francia no vetaría la futura resolución y que “bajo ningún concepto queremos que EE.UU. fracase en Irak”. Schroeder dijo ayer que pese a las diferencias en cuanto al calendario de la transferencia de soberanía, hay muchas posibilidades de que se apruebe la resolución.
En todo caso, Alemania dejó claro que comparte con Francia la urgencia de transferir la soberanía a los iraquíes. Schroeder no concretó cuál va a ser su aporte militar o económico en la posguerra. “Le he dicho al presidente (Bush) que nos gustaría mucho ir a Irak y ayudar con los recursos que tenemos. Lo que contemplamos es la asistencia y el entrenamiento de las fuerzas de seguridad y de la policía o de algún tipo de función militar”, dijo, sin dar más precisiones. Posteriormente, el canciller alemán volvió a aludir a la aspiración de su país a ocupar una banca permanente en el Consejo de Seguridad, en un futuro.
En Estados Unidos, el discurso de Bush del martes –que en la Asamblea General recibió aplausos más formales que las ovaciones que recompensaron las palabras de Kofi Annan y de Jacques Chirac– fue recibido con críticas por los candidatos demócratas. “Ha sido un ejercicio de la petulante política exterior de Bush”, en opinión de Howard Dean. Para el general retirado Wesley Clark, “fuimos a Irak sin las pruebas suficientes y ahora necesitamos ayuda; no es extraño que esté resultando difícil obtenerla”. El republicano John McCain dijo, en cambio, que el tono fue el adecuado: “No tenemos que pedir perdón por nada”. El discurso de Bush estuvo más dirigido a la escena nacional que a la internacional, debido al incremento de las críticas sobre las imprevisiones militares, económicas y diplomáticas de la guerra y a los sondeos que demuestran el descontento creciente sobre la forma en la que la Casa Blanca maneja la situación en Irak.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.