Sáb 27.09.2003

EL MUNDO

Una cita de jefes de Estado entre dos viejos amigos revolucionarios

Lula llegó ayer a Cuba para ayudar a que la isla supere el aislamiento a que la someten los gobiernos de Estados Unidos y Europa.

Por Mauricio Vicent *
Desde La Habana

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó ayer a La Habana con el objetivo declarado de impulsar los vínculos económicos y políticos con el gobierno de Fidel Castro, en momentos en que Cuba, acosada por Washington desde hace cuatro décadas, sostiene un áspero enfrentamiento con la Unión Europea que ha acentuado su aislamiento. Lula llegó al mediodía con 10 ministros y una delegación de 50 empresarios, y fue recibido al pie del avión por Castro con un fuerte abrazo. Horas después, ambos mandatarios sostuvieron un primer encuentro.
El viaje de Lula ha levantado muchas expectativas dentro y fuera de la isla. Para varios diplomáticos, más allá de la importancia de los acuerdos económicos y comerciales que se firmen durante la visita, ésta representa, sobre todo, una muestra de respaldo del carismático mandatario brasileño a su viejo compañero de luchas revolucionarias en estos momentos difíciles. “Lula está convencido de la importancia de no dejar a Cuba fuera del concierto de las naciones, en un momento histórico en el que tiene muchas presiones”, y no sólo de EE.UU. sino también de la UE, dijo esta semana el embajador de Brasil en La Habana, Tilden Santiago.
Más cauto, sabedor de que su visita es analizada con lupa en la Casa Blanca, el propio Lula declaró antes de partir hacia La Habana desde México: “No va a ser una visita del amigo Lula al amigo Fidel. Será la visita del jefe de Estado de Brasil al jefe de Estado de Cuba. Por tanto, la conversación será sobre negocios. Tenemos acuerdos que realizar, y vamos a discutir con la misma intensidad que hemos discutido con todos los países con los que hemos mantenido conversaciones hasta ahora”.
En lo económico, durante la breve estancia de Lula en la isla se oficializará la apertura de una línea de crédito de 400 millones de dólares del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil para financiar la exportación a Cuba de máquinas, equipamiento agrícola y alimentos. También hay interés por parte de la empresa estatal Petrobras, que acaba de abrir oficinas en Cuba, de llegar a acuerdos para extraer crudo de aguas profundas en el golfo de México, así como para modernizar la refinería de Cienfuegos y participar en la explotación de yacimientos ya en producción. Además, según el embajador Santiago, hay interés en el sector del turismo, donde empresas brasileñas ya están invirtiendo en la construcción de 2000 habitaciones. También en el del níquel, en la industria biotecnológica, y existen proyectos para transferir tecnología brasileña a la industria azucarera cubana, actualmente en crisis, para producir alcohol combustible. En estos momentos, La Habana renegocia una deuda de 40 millones de dólares con Brasil, y el intercambio comercial entre ambos países no llega a 200 millones de dólares. La agenda de Lula en La Habana es apretada, pero no porque esté llena de actos sino por los largos encuentros que sostendrá con Castro. Ayer, tras una primera reunión a solas en el Palacio de la Revolución, ambos presidentes encabezaron las conversaciones oficiales de las dos delegaciones, asistieron a la firma de varios acuerdos y cenaron juntos. Hoy Lula recibirá a una representación de los 600 jóvenes brasileños que estudian en la isla, inaugurará un encuentro empresarial cubano-brasileño y volverá a reunirse con Castro. Sin duda, uno de los temas de discusión entre ambos presidentes, amigos personales desde 1980, será el de la integración latinoamericana, viejo sueño del líder cubano que también defiende Lula, aunque en tono más moderado. Según Santiago, Lula tiene muy claro el papel que Cuba puede y debe jugar en este esfuerzo y quiere “contribuir” a que la isla “ocupe el lugar que se merece en el escenario internacional”. Sobre las dos peticiones vinculadas con la oposición cubana que recibió Lula antes de viajar a La Habana –sostener una entrevista con los disidentes que aún están libres en la isla, tras la detención y procesamiento de 75opositores en marzo; e interceder ante Castro por los prisioneros–, su embajador en La Habana fue claro: “Lula ya respondió: ‘No lo va a hacer, porque no corresponde a su misión”. La Cancillería brasileña, dijo Santiago, será la que “examinará la cuestión” y decidirá qué hacer.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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