EL MUNDO › OPINIóN
› Por Gustavo Sain *
El último informe anual del Fondo Monetario Internacional señaló un leve incremento del PBI chino en paridades de poder adquisitivo por sobre el de los Estados Unidos (17,6 billones de dólares por sobre 17,4). Esto coincide con el ascenso de los Brics –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– en la economía global. En este marco, algunos analistas internacionales prevén el ascenso de la República Popular China como primera potencia económica mundial en función de una nueva desaceleración de la economía norteamericana, según el Banco Mundial.
Al igual que sucedió durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en la actualidad, el gigante asiático y el norteamericano mantienen una disputa en el plano de la alta tecnología. En mayo de este año, el gobierno chino prohibió la instalación de Windows 8 en computadoras estatales por lo que ellos consideran la instalación de “puertas traseras” en los programas que facilitan la intrusión externa. Para tal fin, la Universidad Nacional de la Defensa Tecnológica de ese país creó un sistema operativo propio, el KylinOS. En el informe anual de 2012, el Pentágono señaló que desde 2006 hackers del Ejército Popular de Liberación chino intercepta comunicaciones de empresas contratistas de Defensa para el robo de información militar. Desde esa fecha hasta entonces, las declaraciones cruzadas entre ambos países son moneda corriente en el marco de una nueva área en el ámbito de la Defensa militar: la ciberguerra o guerra cibernética.
La ciberguerra se plantea como objetivo encontrar las vulnerabilidades técnicas de las redes informáticas del enemigo para extraer información o dañar sus sistemas. Surge a principios de los años noventa, en el seno de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. En esta nueva área, el ciberespacio es el campo de batalla y los programas y aplicaciones informáticas, las armas. Las tácticas de combate son la infiltración en redes enemigas, la recopilación de datos, la interferencia de señales inalámbricas, los programas informáticos falsificados y los ataques a sistemas enemigos a través de virus, gusanos y bombas lógicas. Un concepto central en este campo es el de “infraestructuras críticas de información”, conocido como sistema Scada (acrónimo de supervisión, control y adquisición de datos, en inglés). En líneas generales, estas infraestructuras representan redes inteligentes que hacen al funcionamiento de los servicios claves de una nación, como por ejemplo los sistemas de gestión hidrológica, los conductos de gas, las redes de transmisión y distribución eléctrica, los sistemas de control de tráfico aéreo, ferroviario o vial, entre otros. Algunos especialistas señalan que la lógica de la ciberguerra es totalmente contraria a la guerra convencional en términos tecnológicos: cuanto mayor desarrollo y dependencia posee un Estado de estos sistemas críticos, más posibilidades de penetración externa. Algunas potencias en materia de ciberguerra son Estados Unidos, China y Rusia, mientras que en un escalón menor se encuentran Israel y Francia, Taiwán, Irán, Australia, Corea del Sur, India y Pakistán.
Un problema no menor que existe en este tipo de conflictividad se presenta en términos de la atribución y la respuesta de un ciberataque. A diferencia del enfrentamiento bélico tradicional, en la ciberguerra el Estado agresor intenta ocultar su identidad. En Internet, las comunicaciones pueden ser anónimas a partir de la construcción de identidades ficticias y el uso de tecnologías de encriptación. Esto plantea serios riesgos en términos de respuesta por parte del Estado agredido, en tanto que nunca se sabe a ciencia cierta quién se encuentra detrás de un ataque. Bajo propuesta norteamericana, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) creó en 2008 la Autoridad de Gestión en Ciberdefensa, una unidad con capacidad de respuesta a incidentes informáticos para los países miembro. Un informe secreto de seguridad norteamericano publicado por The New York Times en febrero de 2013 afirma que el presidente de los Estados Unidos se encuentra facultado para ordenar un ataque preventivo en materia de ciberguerra. China, por su parte, posee una gran “muralla digital”, donde el gobierno establece una vigilancia de las comunicaciones a través de los proveedores de servicio de Internet y capacita hackers como “ciberguerreros” ante un posible ataque informático a gran escala.
* Autor del libro Delito y nuevas tecnologías: fraude, narcotráfico y lavado de dinero por Internet y titular del curso de posgrado Los delitos informáticos en la era de la información de la Universidad Nacional de Quilmes.
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