EL MUNDO
› SE CUMPLEN HOY TRES AÑOS DEL LEVANTAMIENTO ARMADO PALESTINO CONTRA ISRAEL
“Las razones de la Intifada se mantienen”
Ahmed Sobeh es ministro palestino de Información. En una entrevista exclusiva con Página/12, da sus motivos para explicar la Intifada de la que hoy se cumplen tres años, en medio de un retroceso general para las aspiraciones de palestinos e israelíes.
› Por Eduardo Febbro
Página/12
en Francia
Tres años después del lanzamiento de la segunda Intifada y de la promesa formulada por el primer ministro israelí Ariel Sharon de aplastar la revuelta palestina “en cien días”, la situación nunca había sido tan dramática como hoy. Los acuerdos de Oslo son un recuerdo de infancia, la Hoja de Ruta, el plan de paz internacional, una carta perdida. La ocupación militar israelí de los territorios palestinos prosigue, al igual que las operaciones de represalias que dejan decenas de muertos inocentes junto a los atentados suicidas que golpean a la población civil israelí. Israelíes y palestinos continúan pagando el tributo de la vida y la seguridad. ¿Qué balance puede hacerse de estos tres años de Intifada que, además, coinciden con el gobierno conservador de Ariel Sharon? ¿Sirvió para algo la Intifada? ¿A dónde condujo la “mano dura” de Ariel Sharon? En esta entrevista con Página/12, Ahmed Sobeh, el viceministro palestino de Información, hace un balance critico de estos tres años de muerte y destrucción al cabo de los cuales ambos pueblos vieron alejarse vertiginosamente sus respectivos ideales: la seguridad de Israel y el Estado palestino.
–Tres años después de la explosión de la segunda Intifada, ¿cuál es el balance que usted hace de estos tres años de ocupación y atentados?
–Las razones, los motivos que desencadenaron la Intifada de septiembre del 2000 siguen siendo válidos para hoy. La ocupación israelí, la falta de avances en el proceso político y la falta de voluntad política de los gobiernos de Israel para poner término a su ocupación del territorio palestino siguen siendo vigentes. A lo largo de estos tres años hubo más sufrimientos y muertes que antes: hubo 3500 muertos palestinos y 800 israelíes, hubo más de 50.000 heridos palestinos y más de 2000 heridos israelíes, hubo destrucción masiva de las infraestructuras palestinas y hubo cierre parcial y total de las ciudades, pueblos, aldeas y campamentos palestinos. Hoy hay en Israel más inseguridad e inestabilidad que hace tres años. Durante este tiempo, Israel se fue muy a la derecha en su sistema político interno y cada día se aleja más de la posibilidad de una negociación política. Existe una creencia casi absoluta en el seno del actual gobierno israelí de que hay que imponerse primero y negociar después. Por nuestra parte, actualmente tenemos una pobreza superior al 70 por ciento de la población, mientras que el desempleo supera el 65 por ciento. En suma, ambas partes atraviesan una crisis total. Por eso, en ambos lados, se impone de manera urgente que terceras partes intervengan en el conflicto a fin de romper el círculo vicioso. Israel sigue confiscando tierras a los palestinos para crear asentamientos exclusivamente judíos, incrustados en medio del territorio y la población civil palestina. Esto viola claramente el derecho internacional. Al mismo tiempo, la comunidad internacional se involucra de forma muy débil en lo que está pasando en la actualidad. En definitiva, tres años después de la segunda Intifada, los problemas no se han resuelto, ni para los palestinos, ni para los israelíes.
–¿Para usted el lanzamiento de la segunda Intifada fue un error o se imponía como medio de presión?
–No creo que a ningún pueblo se le pueda achacar resistir ante la ocupación. No creo que sea menester o tarea de los pueblos ocupados hacer la vida fácil a sus ocupantes o velar por la seguridad de los soldados que nos ocupan. No se puede decir que la resistencia política y civil a los israelíes sea un error. Sin duda que hubiésemos podido hacer cosas mejores. Muy probablemente la única resistencia posible a un enemigo ocupante debe ser pacífica, debe ser popular y no necesariamente militar.Creo que allí hay mucho que discutir. Pero el fundamento que consiste en resistir a la ocupación sigue siendo un derecho amparado por la legalidad internacional. Todos los pueblos tienen derecho a sacarse de encima la opresión de extranjeros ocupantes a fin de alcanzar la libertad y la soberanía. Puede que no nos quieran y que no nos entiendan, pero no pienso que sea tan vital cuando se tiene tanta voluntad política para alcanzar la soberanía y la libertad.
–Cuando usted dice que hay muchas cosas que se pueden discutir acerca de lo que hicieron los palestinos, se está refiriendo a los atentados perpetrados por el grupo radical Hamas y las Brigadas de Al Aqsa.
–Hace tres años las Brigadas de Al Aqsa no existían y los actos suicidas protagonizados por Hamas no existían. Creo que todo lo que ocurre, incluidos los actos suicidas, condenados y condenables, son resultado de la ocupación. Debo recordar que la ocupación tiene 36 años de vida mientras que los actos perpetrados por Hamas y los demás grupos tienen apenas seis años de vida. La ocupación es la base de todo esto. Los actos de resistencia, inclusive los equivocados, son un resultado de esta ocupación.
–La política de Ariel Sharon y el apoyo que recibe de Estados Unidos parecen dirigir la crisis a un esquema irreversible.
–Hasta ahora, el gobierno de los Estados Unidos ha confundido de una forma bastante peligrosa y destructiva cualquier acto de resistencia con lo que ellos ven dentro del marco de su lucha antiterrorista derivada de los atentados del 11 de septiembre del 2001. A causa del 11 de septiembre los norteamericanos no pueden borrar el derecho palestino a tener su independencia. Sinceramente, creo que el apoyo incondicional, ciego, que la administración Bush le da al gobierno de Ariel Sharon pone en peligro no sólo el proceso de paz sino, también, los intereses de los pueblos de esta región y el derecho a vivir con bienestar y desarrollo. Hasta me atrevo a decir que esa actitud pone igualmente en peligro los intereses de los Estados Unidos. Mirar la realidad detrás de unos anteojos tan deformantes no es una estrategia apropiada.
–El elemento más constante de esta crisis, además de la violencia, el no respeto de las resoluciones de la ONU y de los acuerdos firmados por ambas partes, es una suerte de incomprensión absoluta. La exigencia israelí y norteamericana de dejar fuera de juego a Yasser Arafat suena como un reclamo absurdo que ni siquiera la comunidad internacional comparte.
–La falta de sensibilidad del gobierno de George Bush hacia lo que pensamos, hacemos y elegimos es parte del problema y no parte de la solución. El presidente de la Autoridad Palestina Yasser Arafat ha sido electo por el pueblo palestino. Al mismo tiempo que Estados Unidos lleva una democracia transportada con destino a Irak, a costa de 100.000 millones de dólares, se niega a aceptar aquí en Palestina lo que elegimos en las urnas. Encima de todo nos desafía a que tengamos nuevas elecciones para renovar los mandos actuales. Me parece que se debe respetar la voluntad expresa del pueblo palestino. La actitud que Estados Unidos e Israel tienen con el presidente Arafat complica las cosas: las complica en primer lugar porque se le da la razón al ocupante, en segundo lugar porque no se acepta la voluntad democrática de nuestro pueblo.
–Para usted la Hoja de Ruta, es decir, el plan de paz elaborado por la comunidad internacional, ¿es una trampa o una solución?
–Es una solución pero quienes la ofrecieron son tan poco serios a la hora de cumplirla, por ejemplo Estados Unidos, que resulta difícil aplicarla. La Hoja de Ruta es un texto norteamericano, la forma de presentarla es también norteamericana. Nunca hemos visto precedentes como los del señor Bush que le permiten a otros como el señor Sharon destruir su propia visión y su propio texto. Nosotros seguimos comprometidos conese texto siempre y cuando se cumplan simultáneamente e incondicionalmente los compromisos de ambas partes y no únicamente en una de ellas.
–Parece un camino sin salida. Tanto los israelíes como los palestinos plantean el cumplimiento previo de condiciones mixtas. La hoja no avanza, ha quedado bloqueada en el juego de las condiciones.
–Así es. Hoy estamos en un callejón sin salida. Sólo una intervención activa de terceras partes puede sacarnos del callejón. Si no ocurre así, me temo que, a la luz de las próximas elecciones en los Estados Unidos, tendremos problemas hasta por lo menos el año 2005.
–Cuando usted dice “una tercera parte”, ¿a quién se refiere?
–Pues al mismo Estados Unidos. Si a Washington se le complican las cosas en Irak es posible que tenga que calmar las cosas aquí. La Unión Europea, la ONU y Rusia, o sea los que integran el grupo que presentó la Hoja de Ruta junto a Estados Unidos, deben velar por su plena aplicación y también asumir el papel que tienen dentro del proceso. Pero hasta ahora ese papel está siendo monopolizado por los Estados Unidos y ha habido resultado alguno. Aquí en Palestina no hay ningún Saddam Hussein, no existe ningún Bin Laden ni red Al Qaida. Hay un pueblo que quiere su libertad. Me parece que el esquema del cual están agarrados ciertos políticos israelíes y norteamericanos es viejo, no dará resultados.
–Para usted, un cambio de gobierno en Israel ¿aportaría algo nuevo o acaso los laboristas están también en la misma línea de Sharon?
–No, no están en la misma línea. Aunque no es mi tarea decir quién debe gobernar en Israel, es obvio que la política de Ariel Sharon no trajo ni seguridad ni paz para los israelíes, y ello al margen de la tragedia del pueblo palestino. Lo que pasa es que el pueblo israelí no ha elegido socios para la paz. Sharon prometió a su pueblo someternos en cien días. Sin embargo, tres años después y a pesar de las destrucciones, ni nos ha sometido, ni ha obligado a ningún palestino a izar bandera blanca ni tampoco ha llevado seguridad a su propio pueblo. Por lo tanto, por más alarde que haga, su política es un fracaso total. Pero quiero decir que la posibilidad de la paz siempre existe. Aquí no hay soluciones militares. En los últimos 60 años quedó demostrado que nadie puede imponerse militarmente. La única solución para que Israel tenga seguridad, la única solución para que haya paz y el fin de la ocupación para nosotros, es la solución política negociada. Si esa solución no interviene nunca habrá tranquilidad para nadie. Los acontecimientos nos han probado la objetividad de este planteo. Sólo los ciegos políticos no pueden ver esto. Nosotros no vamos a desaparecer y tampoco Israel desaparecerá. Terminaremos negociando. Si a ellos no les gusta el presidente Arafat y a nosotros no nos gusta en absoluto Ariel Sharon, tenemos que negociar lo mismo. La paz se hace entre enemigos y no entre amigos. Nadie escoge la otra parte para negociar con ella. Nosotros estamos comprometidos con la paz con cualquier gobierno electo en Israel, independientemente de nuestros gustos o emociones. Para eso se hace la paz.
–Muchos analistas europeos observan que los esquemas con que trabaja Ariel Sharon no corresponden con la fase actual ni del proceso ni tampoco con la idiosincrasia palestina.
–La extrema derecha que gobierna hoy en Israel fue capaz de matar al ex primer ministro Yitzhak Rabin cuando éste se atrevió a pensar en una solución política. El extremismo mata a uno mismo antes de matar a los demás. Aquí no habrá ninguna paz si no hay dignidad en ambos lados, si no hay respeto absoluto de los derechos de ambas partes. Nadie puede matar primero y negociar después, nadie puede imponerse militarmente y luego gozar pensando que así acrecienta su seguridad. Aquí hay un pueblo digno, un pueblo con instituciones, cultura y educación, un pueblo ancestral en su propia tierra. Los palestinos nunca hablaron de una relación indisoluble entre pueblo, tierra e historia. Por eso deben respetarnos.Nadie puede tener todos sus derechos al mismo tiempo. Aquí debe intervenir una solución de compromiso como resultado de una negociación política basada en el derecho internacional, basada en las resoluciones de las Naciones Unidas y en un mensaje de paz entre unos y otros. Lamento decir que Ariel Sharon quiere curar todos los males en la persona del presidente Arafat para evitar llevar a cabo una negociación política, para afirmar que los palestinos carecen de un socio para negociar. Sin embargo, fue el presidente Arafat quien reconoció a Israel y por eso ganó la mitad del Premio Nobel de la Paz. Arafat firmó todos los acuerdos con Israel. Por el contrario, Ariel Sharon votó en su propio parlamento en contra de todos los acuerdos de paz firmados entre los dos pueblos. Sharon es un obstáculo para la paz pero aún así estamos dispuestos a negociar. No vetamos a ninguna persona, vetamos políticas. Las personas son el resultado de la elección del otro pueblo.
–¿El nuevo primer ministro palestino tiene posibilidad de cerrar un acuerdo o reabrir la negociación bajo mejores auspicios?
–Somos todos un conjunto más allá de los nombres. Estamos conscientes de la transformación política de nuestro sistema que conduce a la preparación de un Estado independiente. El primer ministro designado, el dimitido, Arafat y yo pertenecemos a la misma causa política y haremos todo lo posible para poner fin a la ocupación y llegar a una solución negociada con los israelíes.
–En la fase actual del proceso, ¿usted cree aún que el Estado palestino puede convertirse en una realidad?
–Ariel Sharon pretende acabar con todo lo que puede simbolizar un Estado palestino. Pero nuestra unidad nacional y nuestra voluntad política son inquebrantables. Confiamos mucho en nuestra capacidad de adaptación y de construcción. A pesar de la tragedia que vivimos, de las destrucciones, del toque de queda y de los tanques en las calles, de los 10.000 prisioneros políticos palestinos, de las colonias, del muro, en suma, a pesar de todo estamos convencidos de que tendremos un Estado palestino independiente y soberano con la parte oriental de Jerusalén como capital. Desde luego, viviremos junto al Estado de Israel. A raíz de la dictadura de la geografía no podemos sino convivir en paz.