EL MUNDO › OPINIóN
› Por Oscar Laborde *
Primero surgió la contundencia de la esperada victoria del MAS en Bolivia, luego la ratificación de Dilma y, por último, el regreso de Tabaré Vázquez junto a Raúl Sendic a la presidencia en Uruguay; estos fueron los acontecimientos que han reactivado el proceso de integración regional.
Triunfos que, sin embargo, no deben dejar pasar la oportunidad para analizar las limitaciones que el mismo ha tenido, pero por sobre todo la multiplicidad de factores internos y externos que se han conjugado para desestabilizar a los gobiernos nacionales y populares en la región, y en algunos casos específicos de esta coyuntura electoral, tratar de forzar su derrota con campañas de una agresividad nunca vista desde los grandes grupos económicos de la información y la comunicación.
Es necesario, también, resaltar que pocas veces ha quedado tan explícito el posicionamiento de cada candidato, donde en los casos de Brasil y Uruguay los dos contendientes de la oposición terminaron claramente por afirmar que en caso de triunfar en los comicios se alejarían del Mercosur.
Es por ello que la Cumbre de la Unasur en Ecuador que comienza hoy emerge en un momento muy especial y pone al organismo regional ante la posibilidad de consolidar su perfil político y reafirmar su protagonismo a nivel continental. La decisión de nuestra presidenta de concurrir a la misma reafirma el peso específico que se le quiere dar a tal evento.
Los gobiernos enfrentan ahora otra etapa, en donde, no apurados ya por las urgencias electorales, pueden avanzar en la consolidación de herramientas de integración más eficaces y que permitan canalizar las demandas y los espacios de participación de las organizaciones sociales y políticas.
El 17 de diciembre, en Paraná (Entre Ríos), las jefas y jefes de Estado de Uruguay, Paraguay, Brasil, Venezuela y Argentina volverán a encontrarse y previamente, los días 11 y 12, funcionará en la misma ciudad la Cumbre Social del Mercosur, lo cual permite fortalecer aún más los desafíos que estos triunfos electorales han significado en sí mismos.
La otra señal, que seguramente impactará en lo cualitativo de su funcionamiento, será la posibilidad de la ciudadanía argentina, en todo el territorio nacional, de elegir por voto directo a los representantes de nuestro país al Parlamento del Mercosur, a través del proyecto de ley que Cristina Fernández de Kirchner ha enviado al Legislativo nacional para su tratamiento.
Mientras Jorge Capitanich y Axel Kicillof viajan a Brasil para ir monitoreando los mecanismos productivos de la relación bilateral e ir destrabando cuestiones claves como el tema automotriz y Tabaré Vázquez anuncia su deseo de viajar prontamente a la Argentina, debemos mirar también cómo los sectores de poder se reacomodan frente a las derrotas sufridas, qué nuevas alianzas intentan construir, qué campañas instrumentan para intentar deslegitimar a los gobernantes actuales y futuros; pues en este sentido la enseñanza de Venezuela, con el surgimiento de las guarimbas y los asesinatos selectivos a pocos meses del triunfo de Nicolás Maduro, también tiene que ser un ejercicio de aprendizaje político.
Frente a esto, una gran parte del pueblo sudamericano y sus organizaciones han dado una señal clara sobre qué modelo de sociedad desean construir, lo que inmediatamente remite al esquema de integración regional que se pretende profundizar. Definitivamente, las dos situaciones hoy están más intrínsecamente unidas que nunca.
* Director de Ideal CTA.
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