EL MUNDO › LONDRES REACCIONA AL ATAQUE EN PARíS
› Por Marcelo Justo
El gobierno británico considera que los musulmanes tienen que hacer más en la lucha contra el terrorismo. Y no sólo los musulmanes. La universidad, los municipios y las compañías telefónicas deberían participar más activamente en la prevención del fenómeno.
El día después de la manifestación en París el premier David Cameron indicó que había que reforzar la legislación antiterrorista para que “modernas formas de comunicación no estén exceptuadas de la vigilancia” e incorporar escenarios similares al de la masacre de Charlie Hebdo a los posibles ataques terroristas en el Reino Unido. El domingo su ministro de Cultura, el musulmán Sajid Javid, subrayó que los musulmanes tenían un peso especial sobre sus hombros en la lucha contra el terrorismo y que negarlo “sería erróneo y fácil”. El ministro apuntaba directamente a las familias de musulmanes británicos que viajan a combatir en la Jihad islámica en Siria e Irak y regresan al país convertidos en experimentados combatientes dispuestos a cometer atentados. “Es cierto que todos debemos hacer más para lidiar con los terroristas, pero a los musulmanes les cabe un protagonismo especial en esta lucha porque les guste o no estos terroristas se autodenominan musulmanes”, indicó.
El nuevo proyecto de ley antiterrorista, que hoy se debate en el Parlamento, extiende la “lucha antiterrorista” a importantes sectores de la sociedad como el sistema educativo secundario y universitario y los municipios. El proyecto de ley obliga a proveedores de Internet a guardar el Protocolo de Internet de los mensajes para identificar a usuarios individuales y prohíbe el regreso al país de ciudadanos británicos sospechados de terrorismo, despojándolos de hecho de su ciudadanía.
En esta suerte de declaración de guerra abundan generalizaciones y pescadores de río revuelto. En un análisis en Estados Unidos para la televisión Fox del Grupo Murdoch, un presunto “experto” en temas de seguridad, Steven Emerson, indicó que Birmingham, la segunda ciudad inglesa, se había convertido en una ciudad “totalmente musulmana” y que algunas zonas de Londres estaban manejadas por la policía religiosa que golpeaba a la gente que no llevaba riguroso atuendo islámico. La realidad es que si bien Birmingham tiene una alta proporción de musulmanes, el 80 por ciento del total no lo son. Emerson se vio obligado a pedir disculpas y Cameron lo calificó públicamente de “idiota”, pero el veneno de sus palabras, que buscan transmitir la idea de una exitosa invasión y conquista de Occidente por parte del Islam (tema de Sumisión, la última novela del francés Michel Houellebecq, portada de Charlie Hebdo el 7 de enero), se encuentra ya circulando por Internet, lista para crear una nueva leyenda urbana.
En el caso británico, la realidad es que la masacre en París coincide con la campaña para las elecciones generales del 7 de mayo. Cada nuevo atentado –Madrid en 2004, Londres en 2005– y cada nuevo frente de batalla con la Jihad en Medio Oriente –Afganistán, Irak, Libia y Siria– estimula una camada de propuestas y reformas de sesgo represivo. Cameron quiere reivindicar sus credenciales de Ley y Orden para los comicios; la ministra del Interior, Theresa May, artífice del último proyecto, tiene aspiraciones a sustituirlo y tomar el manto de nueva Margaret Thatcher, y el actual alcalde de Londres, Boris Johnson, está posicionándose con un mensaje igualmente duro para una posible vacante en el liderazgo partidario.
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