EL MUNDO › EL PAPA LLAMó A CONDENAR EL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO
“Me gustaría hacer resonar hoy con fuerza una palabra que a nosotros nos gusta mucho: paz”, dijo Francisco al empezar su mensaje ante los diplomáticos en Roma, antes de viajar a Sri Lanka y Filipinas.
› Por Elena Llorente
En un contundente discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, que los pontífices suelen hacer en enero para intercambiar saludos por el nuevo año, el papa Francisco tocó todos los temas candentes a nivel internacional y sobre todo llamó a los dirigentes musulmanes a condenar el fundamentalismo que provocó los recientes atentados en París. Ucrania, Medio Oriente –en particular Siria, Irak y el conflicto Israel-Palestina, el tema nuclear en Irán, la reciente matanza de niños en Pakistán, el acuerdo Estados Unidos-Cuba, inmigrantes y refugiados en Europa, la epidemia de ebola, las dos Coreas, la situación en varios países africanos, las conversaciones de paz en Colombia y la concordia en Venezuela–, fueron algunos de los puntos de su mensaje.
“Me gustaría hacer resonar hoy con fuerza una palabra que a nosotros nos gusta mucho: paz”, dijo al empezar su mensaje ante los diplomáticos reunidos en la sala Clementina del Palacio Apostólico. Francisco centró su discurso en lo que él llama la “cultura del descarte”. Según el pontífice, “ahí nace la humanidad herida y continuamente dividida por tensiones y conflictos de todo tipo”. Pero esa cultura del descarte tiene una “dimensión social”, ya que es una cultura “que rechaza al otro, que destruye los vínculos más íntimos y auténticos, acaba por deshacer y disgregar toda la sociedad y generar violencia y muerte” y cuyos efectos se ven en numerosos hechos como “la trágica masacre” de París en estos días.
Más adelante refiriéndose específicamente a Medio Oriente y en particular al terrorismo indicó que “es consecuencia de la cultura del descarte aplicada a Dios”. De hecho “el fundamentalismo religioso, antes incluso de descartar a seres humanos perpetrando horrendas masacres, rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico”, explicó. Es necesaria “una respuesta unánime que, en el marco del derecho internacional, impida que se propague la violencia, reestablezca la concordia y sane las profundas heridas que han provocado los incesantes conflictos”, según el Papa, que además hizo un llamamiento a toda la comunidad internacional “para que adopte medidas concretas en favor de la paz”. Y, añadió, “espero que los dirigentes religiosos, políticos e intelectuales, especialmente musulmanes, condenen cualquier interpretación fundamentalista y extremista de la religión” que pretenda justificar la violencia.
Francisco, que habló de los conflictos existentes en el mundo y los describió como “una auténtica guerra mundial combatida por partes”, bregó por el avance del diálogo en Ucrania y por que se retomen las negociaciones entre palestinos e israelíes de modo que “la solución de dos Estados” se haga efectiva. Asimismo, manifestó su satisfacción, porque ha sido un “ejemplo de cómo el diálogo puede verdaderamente edificar y construir puentes” el reciente acercamiento entre Cuba y Estados Unidos y la decisión de este último de cerrar la cárcel de Guantánamo.
“Animo los esfuerzos realizados para lograr una paz estable en Colombia, así como las iniciativas encaminadas a restablecer la concordia en la vida política y social de Venezuela”, agregó.
Refiriéndose a los conflictos en los países africanos pero no sólo a éstos, Francisco recordó que “las guerras llevan consigo otro crimen horrible: la violación”, “una ofensa gravísima a la dignidad de la mujer”, dijo, aunque aclaró que donde no hay guerras, las mujeres también sufren violencia hoy.
En relación con los inmigrantes que llegan a Europa por mar y recordando su reciente mensaje a la Unión Europea, el Papa subrayó que “no se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”. Es necesario un cambio de actitud: “Pasar de la indiferencia y del miedo a una sincera aceptación del otro”, y esto requiere naturalmente “poner en práctica legislaciones que sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos y garantizar la acogida a los inmigrantes”, añadió el Papa. Y luego exhortó a los gobiernos y a las organizaciones internacionales a ayudar a los países de origen de los inmigrantes para favorecer su desarrollo sociopolítico, porque “es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos”.
La audiencia, realizada ayer por la mañana en el Vaticano, fue el último acto oficial del Papa en Roma antes de su partida, por la tarde, a Sri Lanka y Filipinas, donde permanecerá hasta el 19 de enero. Al contrario de lo que algunos analistas habían supuesto, dado que el domingo el Papa no hizo ninguna referencia a la masacre de París mientras se estaba realizando la multitudinaria manifestación de solidaridad en la capital francesa, Francisco demostró ante los diplomáticos que no tenía miedo de decir lo que piensa aun cuando, según algunos servicios secretos, estaría en la mira de los terroristas, hecho desmentido por el portavoz de la Santa Sede, quien dijo que no “resultan señales concretas de peligro”.
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