EL MUNDO › SE AGOTó LA EDICIóN POSTATENTADO A LA REVISTA Y ABRIó UNA DISCUSIóN SOBRE EL DIBUJO DE MAHOMA
La solidaridad colectiva no significa una adhesión global a las provocaciones de la publicación, cuyos dibujos sobre el profeta Mahoma suscitaron de nuevo un exaltado debate en el país así como condenas y críticas musulmanas.
› Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París
Aún no había despuntado el día cuando las colas empezaron a formarse delante de los puntos de distribución de diarios y revistas. En apenas media hora, la primera tirada de tres millones de ejemplares del número de “los sobrevivientes” del semanario satírico Charlie Hebdo se agotó en todo París. Barrios populares o acomodados vivieron la misma situación con extensas colas de hasta dos cuadras. A las nueve de la mañana los kioscos exhibían un cartel escrito a mano: “Charlie Hebdo, agotado”.
Francia se volcó de nuevo de forma masiva para respaldar a la revista azotada por el asesinato de doce personas hace exactamente una semana. Esta solidaridad colectiva no significa una adhesión global a las provocaciones de la publicación cuyos dibujos sobre el profeta Mahoma suscitaron de nuevo un exaltado debate en el país, así como condenas y críticas por parte de las autoridades musulmanas en Francia y en el extranjero.
Los “Soy Charlie” y los “Yo no soy Charlie” se enfrentan ahora en las redes sociales, en los diarios y en las calles de París, donde los graffiti hostiles a la consigna mundial “Soy Charlie” aparecen con frecuencia en los pasillos del metro y los muros de la ciudad. La defensa irrenunciable de la libertad de expresión y la conciencia de que ésta puede herir muchas franjas de la población conviven en un mismo empuje de solidaridad. Los jóvenes, por ejemplo, hacen de la libertad su bandera, impugnan el terrorismo pero no por ello están plenamente de acuerdo con las caricaturas irreverentes. La frontera es delgada y tanto más peligrosa cuanto que, con los días que pasan, se multiplican los incidentes contra los lugares de culto musulmán.
Francia es un país laico y libre, es decir, una sociedad de tolerancia en el disenso. Esas son sus espinas dorsales, pero desactivar los odios, los intentos de recuperación o de represalias nacientes requiere una pedagogía tan firme como permanente en un panorama político europeo en el cual la islamofobia se exporta rápidamente en los países de la Unión Europea y muchos jóvenes nacidos aquí se convierten en jihadistas que van a combatir a Medio Oriente. Según el director de Europol, Rob Wainwright, habría entre 3000 y 5000 europeos que partieron para pelear en las regiones de conflicto donde las repetitivas intervenciones occidentales han creado desastres espantosos.
Ante la abrumadora avalancha de compradores, los responsables del semanario anunciaron un aumento de la tirada, que pasará de tres a cinco millones de ejemplares. La presencia de Mahoma en la tapa no apaciguó los ánimos, al contrario. El dibujo se presta a incontables lecturas. Laurent Joffrin, director de la redacción del diario Libération, en cuyos locales fue concebido este número de Charlie Hebdo, escribe en un editorial que la tapa “es un modelo de inteligencia. Muchos esperaban una provocación, otros un retroceso. Nada de eso. El profeta está en la cita, pero en un rol positivo, con un poco de ternura”. Los medios tienen una misión clave en esta fase histórica de arenas movedizas, donde cualquier paso en falso puede desembocar en un drama. Explicar una y mil veces que “la verdadera religión musulmana es fraternal, igualitaria”. Porque el problema se plantea ahí: hay millones de musulmanes en Francia y en Europa y es preciso sentar las bases de una coexistencia exenta de rencores o sospechas. Los mismos integrantes de Charlie Hebdo están divididos sobre los límites de las representaciones ofensivas o la frecuencia con la cual se recurre a ellas. En un número especial del semanario Le Nouvel Observateur, una de las figuras de proa de Charlie Hebdo, Delfeil de Ton, ataca de forma muy cruda al director de la publicación, Charb, ejecutado junto a las otras once personas. Delfeil de Ton es uno de los fundadores de Charlie Hebdo hasta que se fue en los años ’90 por desacuerdos internos. El ex colaborador acusa lisa y llanamente al desaparecido director de haber conducido a su equipo a la muerte empujando la revista a límites excesivos. Francia transita sobre una delgada cornisa.
La gestión inteligente de la crisis por parte del Ejecutivo y la reacción pertinente de la sociedad conforman un escudo contra las pasiones fuera de control. Con todo, los musulmanes se sienten señalados, pisoteados, expuestos por una minoría radical a juicios en nada acertados. Ante el repudio que volvió a suscitar la tapa de la última edición de Charlie Hebdo, las instituciones musulmanas se movilizaron para apaciguar los sentimientos. Dalil Boubakeur, el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) y también rector de la Gran Mezquita de París, interpeló a los musulmanes a retenerse, a “mantener la calma evitando las reacciones emotivas, incompatibles con la dignidad y la reserva (de la comunidad musulmana) y respetando al mismo tiempo la libertad de opinión”. Libertad y respeto, sabiduría y tolerancia mutua, dolor y reconciliación, protección de los valores y del territorio, de pronto el país se ve exigido en muchas direcciones distintas.
Paralelamente, los atentados perpetrados en París condujeron al presidente francés a modificar los esquemas de la defensa nacional que ya estaban armados. François Hollande anunció que la frecuencia de reducción de los efectivos del Ejército debía ser revisada y adaptada. Ante unos 1900 militares reunidos en la dársena del portaaviones Charles-de-Gaulle, el mandatario declaró que “la situación excepcional que conocemos debe conducir a revisar el ritmo de la reducción de efectivos que había sido programado para los próximos tres años”.
En lo concreto, habrá una implicación incrementada de Francia en los ataques contra las bases del Estado Islámico en Irak y Siria que se iniciaron el pasado 19 de septiembre. “Tenemos que neutralizar las amenazas que vienen del exterior”, dijo Hollande. El ataque contra el semanario Charlie Hebdo va a reconfigurar no solamente la política nacional, la relación de fuerzas entre los partidos, las relaciones interconfesionales, sino también, la postura militar de Francia en las zonas de conflicto donde ya está presente.
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