Sáb 24.01.2015

EL MUNDO  › EL EJEMPLO DE SYRIZA Y PODEMOS SACUDE A LA POLITICA EUROPEA

Se viene la “otra” izquierda

Esa “izquierda radical” sopla desde el sur no sólo con ideas nuevas, sino también con otra manera de formularlas, con otro estilo de encarnarlas y, sobre todo, con un vigoroso y renovado respaldo en la población.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

El tiempo del partido griego Syriza o del español Podemos puede ser también el tiempo para la reformulación de una izquierda diferente en varios países de Europa, empezando por Francia. Esa “otra izquierda” o “izquierda radical” sopla desde el sur no sólo con ideas nuevas, sino también con otra manera de formularlas, con otro estilo de encarnarlas y, sobre todo, con un respaldo en la población que ningún otro país de la Unión Europea alcanza. El partido Syriza de Alexis Tsipras puede convertirse mañana en el primer movimiento de la izquierda radical que llega al poder mediante las urnas en el Viejo Continente. El clima de hartazgo globalizado que atraviesan ciertas sociedades ante el modelo liberal, la alevosa transformación de los partidos socialistas en mansos agentes del sistema financiero y el hurto del voto popular por estos mismos partidos socialdemócratas ha generado rupturas profundas en el seno de la izquierda, que ahora se traducen en acciones más firmes cuya meta es la transformación y la formulación de otro modelo. En Francia, unos 500 dirigentes políticos oriundos del Partido Socialista, del Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, del Partido Comunista así como economistas, artistas, sindicalistas, ecologistas o intelectuales acaban de lanzar un vasto programa de renovación de la izquierda basado no en un principio de confrontación, sino de inclusión ciudadana para elaborar una alternativa. En un texto publicado el 22 de enero y titulado “Obras para el futuro”, los firmantes se pronuncian por el principio de “construir una alternativa con la urgencia de reconstruir una perspectiva común frente a las desigualdades que explotan”.

Este pronunciamiento público es inédito por sus características. Hasta ahora, las apariciones de estos objetores de conciencia de la izquierda se limitaban a debates o foros sin que las iniciativas sobrepasaran la mera exposición de ideas carentes de una línea directora común. Este no es el caso con la propuesta contenida en “Obras para el futuro”. La plataforma de esta izquierda disidente es más global, más estructurada y articulada que otras iniciativas precedentes. Lejos de la verborragia consensual, el texto se pregunta, por ejemplo, “¿cómo un presidente electo con la fuerza de 17 millones de votos (François Hollande) pudo permitirse aplicar una política que él mismo denunciaba antes? ¿Cómo una parte de la izquierda, que afirmaba sin embargo un ideal de cambio, de progreso social y de justicia, pudo darles la espalda a las exigencias que las llevaron al poder?”. Ambas preguntas son tanto más pertinentes cuanto que los socialistas franceses se hicieron elegir con una retórica donde “el enemigo” era “el sistema financiero” para luego hacer de ese enemigo y de ese sistema el eje de la política gubernamental. El texto es apenas el comienzo de una aventura política con ambiciones importantes. A partir de febrero se organizarán debates y encuentros bajo el lema “Obras de esperanza” para tratar, por separado, los grandes temas de la modernidad, sean la ecología, la exclusión o el medio ambiente. Esta iniciativa naciente tendrá un logo propio, un portal de Internet y se extenderá por una decena de ciudades del país. Clémentine Autain, portavoz de una de las organizaciones que son el eje de esta plataforma, Juntos, explica que “en nombre de la izquierda este gobierno lleva a cabo una política que nos conduce a un muro. Tenemos la responsabilidad de construir una esperanza en provecho de una transformación social y ecológica”. La izquierda de la izquierda francesa parece así ponerse en marcha con ese modelo asociativo, descentralizado, abierto, transparente y comunicativo que tanto éxito tuvo en España o Grecia. Entre la socialdemocracia pactista, el Partido Socialista prisionero del gobierno y una parte de la izquierda desmenuzada en un montón de corrientes, la izquierda francesa parecía semimuerta. Por ello, Marie-Pierre Vieu, miembro de la dirección del Partido Comunista, sostiene que “es preciso retomar el hilo de los debates, pesar, emitir un signo de que hay vida en la izquierda”. Estos debates y encuentros se inspiran mucho en las “asambleas ciudadanas” organizadas en 2012 por el Frente de Izquierda. Marie-Pierre Vie explica que “esta vez queremos que la iniciativa escape a los partidos políticos, queremos que se convierta en un movimiento de implicación ciudadana”. Ambos términos, implicación y ciudadanía, suenan con acentos novedosos en un país donde el sistema político y los partidos son como entidades petrificadas, una suerte de club de poder dramáticamente desconectado de la ciudadanía. De pronto, en medio de esta agitación de ideas, salen expresiones o afirmaciones que estaban como anestesiadas por el socialismo gubernamental: transición ecológica, sobrepasar la monarquía electiva, propuestas ciudadanas. Esta amplia convergencia es tanto más inédita cuanto que sus postulados están llenos de palabras e ideas positivas. Clémentine Autain comenta que “por primera vez podemos mostrar que la alternativa no se plantea en contra sino para elaborar algo positivo”.

París mira con atención hacia Atenas. Lo que ocurra allí el domingo 25 de enero será decisivo para la persistencia de estas “Obras para el futuro”. Clémentine Autain admite que lo que ocurra en Grecia “hará venir a mucha gente a nuestros debates. Porque allí se forja la idea de que podemos estar en el corazón y no al margen del poder político”.

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